JohnStuart se eternizó en el tiempo, sí no hay duda, Sofía era tan bella,
como un suspiro de viento, casi como un hálito de vida. Así lo expresó con su
voz lenta y recordó aquella ocasión, cuando la vio frente al ascensor,
esperando para abordarla. Él, mister Stuart estaba a punto de salir; fue cuando
sus ojos sombreados se fundieron con los de Sofía; hubiera querido que fuera un
tiempo sin fin. Ella susurró con dulzura; excuse Mr...., ¿Mr.?Stuart, Stuart es
mi nombre; dijo él; ella le sonrió con coquetería, ¿vive usted aquí? ¿En este
mismo edificio?, sí así es señorita...; ¡Sofía! ; susurró su nombre mientras la
puerta se cerraba; ella le decía. Hasta pronto Mr. Stuart. John o Johnson
Stuart, suspiró y se hundió de nuevo dentro del pozo de los recuerdos, caminó
hacia atrás como en cámara lenta y evocó el dulce llamado de Sofía. Sofía,
Sofía, Sofía, te recuerdo ahora parqueada dentro de tu auto, en frente de tu
casa. Sí, aquella tarde era de una lluvia leve y caía una brizna de hielo tenue,
yo tenía mi mirada puesta sobre la ventana que estaba encima de tu auto y veía
la lluvia caer y hasta la sentía golpear como un remanso de cristales rotos en
el fulgor de tu mirada, mientras a su vez; Mr. Edward grueso y grandecomo un camaleón, fumaba su pipa y esparcía
ese olor a picadura libanesa. Fumaba sin detenerse a reparar en nadie y menos
en aquella dulce gitanilla; gitana de la melancolía, que eras tu Sofía, mi
dulce Sofía; tú que recóndita te encontrabas en aquel marco de esa ventanilla.
Por eso tanto a él, como a mi nos fue imposible detectar la masacre que se
realizaba en la avenida de la calle de Rótterdam; apartamento 301, allí mismo,
en frente a nuestras narices. Tampoco podíamos escuchar nada; ya que esos
hombres usaron pistolas con silenciadores. Nadie pudo, ni puede culparnos
ahora... ¿me entiende? ¿Me escucha usted? ¿Verdad? Hasta la gasolina se expandía con
suavidad a nuestro alrededor.
Johnson sonrió, su rostro enjuto y
sus dedos amarillos por la marihuana, brillaron al contacto con los primeros
rayos de sol que se introdujeron por las celosías de la casa y por las ventanas
que tenían algunos vidriosrotos;
Jhonson palideció y pronunció. ¡Quiera Dios! Que Sofía, mi dulce Sofía, haya sobrevivido a
aquel atroz homicidio; sí, aquel que se cometió en el apartamento de la señora
Rosembaud. Se bien que esa familia de judíos, era muy ortodoxa y hasta radical
en sus ideas; pero no dañaban a nadie, a nadie; exceptuando quizá...; no, no me
haga caso usted, además ¿cómo podría yo saberlo?, aquella dulce criatura, que
era Sofía y que parecía enraizada en medio de la lluvia, lo vio todo, todo
desde su auto, recuerdo que era un automóvil de color gris, de marca rusa,
mientras esperaba que su esposo, el teniente Ronald, bajara de mi apartamento.
Pero el viejo camaleón lo entretuvo demasiado, aún más de lo previsto, lo que
quiero decir es que sobre sus disquisiciones,acerca de la política se demoraron más de lo que ellos mismos hubieran
podido suponer; ¡usted ya sabe como es eso!; esas cosas del parlamento, bueno,
por mi apellido sabrá usted que no soy de por aquí, que soy americano, bueno
eso es lo que figura en mis declaraciones. ¡Por supuesto!, cómo iba yo a saber
que ella era casada; se presentó a mí como señorita, jamás como señora; era tan
joven y además tan coqueta...; ¿me dice usted qué no he tosido mucho?; ¿para lo
demasiado qué he fumado cigarrillos
hechos de marihuana? No, no le puedo
creer, ¿dice qué tan solo llevamos aquí
una o dos horas? , Pero he tenido la sensación de que ha sido toda una
eternidad.
John o Johnson Stuart, escuchó una voz antes
de cerrar los ojos por última vez ¡pobre, desvaría!En su agonía desvaría, sí así es cariño; pero
él tenía que pagar por lo que hizo. John Stuart sonrió al escuchar esa voz; eso
fue lo último que se llevó antes de desvanecerse para siempre. Sofía, pensó. La
inyección que le pusiste Sofía, es la menos dolorosa; ¿y a propósito? ; Sofía
nuestra nieta se ha recuperado mucho; él no supo que fue a su madre a quien
mató, no, y además que fueron años, los que pasó aquí, en esta vieja
habitación, la marihuana atenuó un poco su sufrimiento; vamos cariño que se nos
hace tarde, ¡vamos!
Y no hemos dejado ningún rastro; si alguien
lo encuentra pensara que este pobre sufrió un infarto. Apresúrate Sofía, se hace
tarde; si, ¡vamos!
Beatriz Elena Morales Estrada
Todos los derchos registrados prohibida su reproducciòn parcial o total
Comentario
Prosa y poesía
Roberto Ramón Brindisi, el Junio 7, 2012, a las 7:33, pm
Beatriz me ha gustado mucho esta narración, coste que en
esta ultima etapa soy poco propenso a leer cuentos cortos, los que en otra
época hicieron mis delicias, Jorge luís Borges, Marcelo biermajer y su
literatura erótica, Roberto fontana Rosa y tantísimos cuentistas excelentes que
me alimentaron y hoy leo este cuento tuyo o relato breve y me pareció muy
bueno, no se pierde la ilación, con un buen final. Gracias Beatriz por haberme
regalado el sabor de la narración breve.
Y entonces ven los rayos que se
hallan escondidos en todos los atardeceres... Y querrán descubrir el
misterio, más no lo supieron y no lo sabrán, por más que ellos lo intentaron.
Pero quizás un principito logre descubrirlo ¿Digo no?
El Acontecimiento
Febrero 20 de 1987
Y así como la música es la captación del
lenguaje mediante el sonido, los acontecimientos son la captación esencial de
un solo acontecer en nuestras vidas ¿Quién puede decir que una mano extendida
en el tiempo, no es sino la afirmación de un arquetipo de la
especie, que no es uno, sino todos y, a su vez todo es uno? Yo, aquella muchacha que soñó con la
luna, me encontraba esa noche en un lugar alto, parecía como un edificio de
cristal; era un edificio de cristal, y era transparente como un espejo y allí
se reflejaba todo el cansancio de la ciudad; ciudad asediada por la luna.
Y llena de gentes y de carros, de
sucesos e insucesos, que me recordaban al primer Caín, asechando el primer Abel. Conmigo se hallaban muchas
personas, aunque no las conocía, jamás en mi vida las había visto. Desde allí se podría observar con
nitidez el cielo; es entonces cuando aterrada veo una luna que se torna roja y que se va poniendo pequeñita en la
medida en que se aleja. La tierra parece alejarse también y sumergirse en una
oscuridad total. ¡Estoy tan aterrada!
De repente surge una estrella, siempre
la veo perfilarse en las noches y brillar con mucha intensidad. Ahora, en este
instante dicha estrella o planeta alumbra, se ilumina cada vez con mayor
fuerza y se apaga por instantes y, ya luego se aleja aún más, más a una
velocidad vertiginosa. En apariencia lo hace al mismo tiempo, de un modo
circular y horizontal. Mi vista vuelve a ser enfocada por el
lado izquierdo y entonces vuelvo a ver la luna roja; lo inesperado sucede, luna
y estrella se juntan, una explosión voraz y todo se convierte en tinieblas, y zúas... Yo Valentina, que he visto que se ha
desprendido de un hilo del cielo la luna, me hallo aún enternecida por el
asombro. Yo, yo que ya se que es el uno... Y a su vez soy su afirmación;
espero en la soledad de mi destino, el acontecimiento total de esa realidad de
ser. Ese ser por el cual he caminado con
fuerza, dejando atrás como en un teatro, sombras de cosas ; mientras me he
alejado, sosteniendo entre mis manos un matinal, que al final de cuentas nunca
he leído y que quizás nadie leerá jamás. Hacía atrás en el tiempo, quedan ellos,
mientras yo me voy sumergiendo como un fantasma en un tiempo, que todavía no conozco,
mí tiempo. Beatriz Elena M E
Inéditos; derechos reservados...
Todos los
FAsEs De La LuNA
Enero 9 de 1986
El DiArIo De VaLenTinA PiAmOntE; segunda parte
Sentada en mi vieja mecedora, que esta
situada en algún lugar del espacio, he vuelto a pensar en el pasado. Pero es
que el tiempo aparece a veces como un arlequín, que imita a un hombre sostenido
en un solo pie y con la mano izquierda extendida, conteniendo en ella un
salero, aunque estas cosas nos parezcan tan raras; no son otra cosa que la
simbología de la muerte, que se nos presenta también como una representación de
la vida. El salero sirve para rociar y a su vez contiene en si, la
sal, la esencia del néctar escondido y la sangre que fluye por las venas,
la savia vegetal, el carbón encendido. El arlequín, el equilibrio entre el bien y el mal, entre
el número perfecto y lo imperfecto, la trilogía de los sabios... ¿Cuánto
tiempo puede durar un hombre en esa posición? ¿Una mujer? ¿Y un arlequín? Y nosotros que somos sombras escondidas en el sueño,
somos a su vez interpretes de sus imágenes, yo Valentina Piamonte, seré
interprete de mi propio destino y al final, mi mano derecha extendida hacia la
muerte, capturará una imagen azul, no como un espejo, sino como una donación
que he recibido de la vida. Y lo que es donado será devuelto cabeza arriba,
cabeza abajo colgado. Después, Mirando, esparciéndose...
Recuerdo aquella madrugada, cuando el espíritu me llevó
de nuevo al sueño visionario;mire al cielo y vi una cantidad de
estrellas resplandecientes y a sus vez muchos puntos en el infinito y una luna
que parecía menguante; también un planeta que se desplazaba, quedando detrás
mío, hacia el poniente; el sol parecía brillar... Lo que parecía el satélite lunar, cambió varias veces de
posición; es decir que lo vi avanzar hacia una estrella, que a su vez se
desplazaba por un costado de la tierra, en dirección al sol y cuando
estaba a una cierta cercanía de este, se produjo una semi oscuridad. La luna
que en su recorrido avanzaba, en sus movimientos habituales, no solo atraviesa
por varias fases,sino que también cambia de color.
Una extraña voz de
mujer me dice; has contemplado un maravilloso espectáculo a color, ahora el planeta
va al encuentro con el sol... Bueno siii, si es que acaso sale.
Beatriz Elena Morales E
Derechos reservados todos los derchos; reseñada y registrada en la unidad administrativa de derecho de autor
Sentada en mi vieja mecedora del tiempo, he
vuelto a releer mis apuntes del pasado y siento una profunda inquietud al
hacerlo. Yo Valentina, yo que hace mucho tiempo, he descubierto que el mundo en
que vivo es un mundocaído, yo que habito en la sombra, sin ser sombra, he
comprendido también que este mundo es tiniebla y olvido.
Y es que había olvidado que tengo los ojos
del Dios vivo en mis ojos y aunque él es inmortal, yo pereceré algún día bajo
el sonido lejano, sonido que me llegara de algún lugar; nunca sabré de donde
vino, no lo veré quizás, pero sentiré en un segundo ilimitado mi triste
destino; que es el destino de todos. No obstante ahora casi vieja, perdida la
esperanza y agitada por tristes meditaciones, espero con la fuerza de un
antiguo guerrero, el fatal día en que la luna se pondrá roja. Jamás olvidaré
aquellas noches en que tuve bajo mis párpados cerrados, tan extrañas visiones y
presagios. Un absurdo quizás fueron ellas ¿Pero acaso, no son absurdas las
diferentes realidades qué nos acompañan? Nada de especial tienen, sin embargo,
ahora que el mundo está otra vez en llamas y el oro negro acaricia los
corazones y el mío es una desolación casi fatal, las recuerdo con mayor
intensidad. Fue así como aquella noche, hallándome
conversando con mi madre, sentimos ambas la necesidad de mirar el firmamento,
¡Que vemos! una luna grande y extraña en creciente, como desde un paisaje
lejano, quizás hasta fortuito. De repente y sin darnos tiempo de nada, todo
comenzó a moverse y las cosas se fueron destruyendo ante mis ojos, las montañas
se derrumbaban, caían desde su altura, todo giraba, los continentes se
desaparecían, poco a poco todo tendía a la nada. La tierra , nuestro planeta,
quedó en ruinas. Después ante mi asombrado espíritu, solo veo herrumbre, restos
de edificios esparcidos... Entonces me pongo a llorar y lloro y lloro,
lloro con amargura la falta de mi madre, de mi familia, de
mis seres queridos, lo que era ya no es... Sin embargo y sin que yo lo hubiera
notado, hallábase a mi lado alguien, sin fijarme lo miro y le digo; ¿qué voy a
hacer? el mundo se acabó, mi familia ha desaparecido. Entonces el ser se me
acerca, me toma del brazo y me lleva hacia unas ruinas cercanas, me dice; no
debes pensar en ellos, ya no existen, ya están muertos, pero todo, todo acaba y
es tan solo para comenzar de nuevo. Yo me quedé mirando, mirándolo y es
entonces, cuando lo descubro, lo reparo, lela, muy lela veo sus ojos; intento
acercármele pero él, me paraliza, me deja clavada en mi sitio, obligándome a
mirarlo, a detenerme en su mirada sin parpadear. Siento una gran fuerza , un
gran poder se apodera de mi, me lleno de mucha fuerza, ¡Jum que poder tan
tenaz! Esos ojos nunca vistos antes, son semejantes a un mar de
diamantes, a un mar de cristal y brillaban con una claridad azul de constelaciones.
Escucho su voz exhortándome de nuevo y esto es lo que me dice; no temas
yo soy Dios, siento entonces un calor, un fuego muy agradable que me abraza. Luego este ser que esta más allá de toda apreciación
física, más allá de todo concepto banal, de lo feo o lo bonito; él es el ser,
del ser y por lo tanto me es por completo indefinible, imposible
capturarlo en su esencia, parece alejarse y digo parece, porque con él nunca se
sabe. Sigo contemplando las ruinas y aún me lamento; el mundo ha
desaparecido delante de mi mirada, todo, todo ha caído, escucho un ruido y me
pongo alerta, al mirar veo a un pobre hombre quemado, agonizante, me pide ayuda
y exhala. La angustia vuelve a inundarme casi hasta el horror,
estaba allí, en medio de ese desolado paisaje, vuelve entonces a aparecer un
ser humano, si un ser humano... Con patencia suena su voz, la de él, que me
dice así; estos nuevos seres que vendrán, no sabrán nada, pero nada de lo que
paso aquí, no pueden saberlo, nos toca a nosotros enseñarles, mostrarles poco a
poco lo que pasó. Yo, que he comenzado a vislumbrar el presagio
y la caída de las torres de babel, aún no salgo de mi asombro. Mis ojos
desmesurados se fijan a veces en un punto infinito, cuando el sol entra por un
costado del tejado y se allega al patio de mi casa, formando rayos y puntos de
luz imprecisos; que aún no acabo de comprender, pero espero con ansiedad, el
cumplimiento cabal de mi afortunado o desafortunado destino. BEatriz Elena Morales Estrada Todos los derechos reservados
Beatriz Elena Morales Estrada
Derechos reservados todos los derechos
El Diario de Valentina Piamonte
Enero 3 de 1986- 4:00 A.M.
Y como no sentir y guardar dentro de mí,
el secreto de aquellas noches de fascinado asombro, aún recuerdo cuando el
espíritu, me entró en visiones y me mostró; enseñándome el más hermoso y
exótico paisaje que jamás ojo humano, creo yo, haya llegado a contemplar. Era
una hermosa, gigantesca luna (cuando digo gigantesca es porque lo era)
con mapas de colores azules, parecían continentes sobre su superficie. Desde el espacio yo veía también la
tierra y observaba a su vez, otra luna amarilla, muy aterradora, pero no menos
bella que la anterior y más hacía allá, en una línea casi horizontal y digo
casi, porque en el espacio los cuerpos, no se hallan tan juntos, aunque
así parezca a simple vista. Los veía alineados, uno tras otro, así
era que estaban. Otro planeta, menos bello, pero de igual grandeza estaba
detrás de esta, entonces me sentí invadida por una fuerza increíble,
densa, que lo atravesaba todo, todo. Y de improviso la tierra cambió de manera
brusca su dirección, en un movimiento bastante fuerte y se alejo cada vez con
mayor intensidad de la luna amarilla que la precedía, todo se oscureció más,
aún más... Semejante situación me anonadó tanto,
que comencé a gritar y no era para menos, semejante visión, tenaz. El pánico me
invadió, porque sentía como si nos hundiéramos y cayéramos en un vacío. Yo
gritaba ¡es el cometa Hallew! su deslizamiento interfiere en el rumbo de los
planetas... El impacto de tan fuerte impresión me hizo despertar y mis ojos,
ahora ya, constelados como dos astros, quedaron llenos de esa preciosa visión. Me levanté asustada y subí a la terraza,
el cielo parecía despejado, entonces vi, yo vi dos puntos que se movían de
forma paralela, y más abajito otros dos, que se movían de igual modo. La casa
se lleno de luz, las personas intrigadas se despertaron, buscando a un presunto
ladrón; al verme, me miraron con algo de extrañeza. ¿Y quién no? Si eran horas
muy entradas de la noche. Volvieron a sus lugares y de igual modo
volví a mi habitación, encendí un pequeño radio que tenía al pie de mi
cama y como al azar sintonicé cualquier emisora; un locutor daba un
presunto informe científico; " se ha comprobado que seres que pertenecen a
la misma especie; pueden ser hormigas, plantas, tienen al igual que el hombre,
una capacidad receptora que funciona de una manera excelente en la proximidad
de algún peligro. Los hombres con mayor razón, se comunican entre si y se
advierten por un instinto de conservación a distancia." Miren yo no
he comprobado la veracidad de tales palabras; de lo que si estoy por
completo segura es de la visión que tuve y la de tan maravillosa y a su vez
terrible experiencia.
Eso que vivencié de una manera tan real. Beatriz Elena M E Derechos reservados todos…