Zoroastro
Fotografìa tomada por Beatriz Elena Morales Estrada
Un día un Zoroastro moderno; que bien podría ser él o ella;
cansado de caminar se sentó en una acera y se acordó , que venia de las
estrellas , porque no era de la tierra y se puso a meditar en lo hondo de la vida,
de las caras de los niños mutilados por la impiedad de la guerra; claro él, ya
sabia que eso, era por la codicia y la avaricia y el deseo de poder y muchas
otras cosas juntas que se habían apoderado del corazón de los poderosos, es decir de los gobernantes;
todo el mundo sabe eso, aunque es posible que no lo sepan o la hayan olvidado.
Cuando estaba en esas se quiso colgar de cabeza abajo como Siddhartha, el buda,
pero vio que algo o alguien venia arrastrándose
hacia él o al menos se dirigía en esa dirección, por supuesto que como
todos los humanos sintió curiosidad y además que estaba a la expectativa a ver
que ocurría, y el cuerpo se desplazó con rapidez, sosteniéndose de las dos manos.
Con las cuales cogía impulso y se arrastraba, se arrinconó en un lado y todo su trasero quedo expuesto a
la mirada de Zoroastro, que perplejo
pudo observar un liquido viscoso, tirando a amarillo que salió de aquel
agujero negro situado justo en medio de dos masas blandas y blancuzcas y mientras él liquido cae, la
mujercita, porque era una pobre mujercita sin piernas; hacia gestos de dolor en
su rostro pálido. Los zapatos de Zoroastro, mejor sus sandalias de mendigo quedaron
salpicadas y los dedos con gotitas; pero este aunque se sorprendió, no era inmutable, se sabia de carne y de
huesos como todos los mortales, pero no se movió, ni hizo gestos de repudio al
contrario, aunque tenia bien puestos los dientes le sonrió a la damita en cuestión,
pero hizo que esta lo viera como si tuviera una hilera de dientes faltando uno
o dos, de tal modo que ella , al verlo así se sintió a gusto y no temió, pues sintió
que estaban en igualdad de condiciones. Entonces Siddhartha el buda, perdón Zoroastro
supo que ya no tendría que colgarse cabeza abajo para ver el mundo; ya lo había
visto no solo en esta ocasión sino también en otras. Claro ya sabía también que
la tierra, aunque no estaba situada exactamente entre dos blandas masas, si iba
a ser tragada por un enorme, enormeee agujero negro y eso quizás haría que la materia
putrefacta y la que no lo es se
purificara al máximo.
La mujercita mutilada descanso y suspiro con alivio después de
semejante liberación y nada clandestina por cierto, así que Zoroastro la seguía
mirando sonriente y esta le agradeció con una sonrisa, su amable colaboración;
aunque no hubiera hecho nada. Después se apoyo de nuevo en sus manos cobrando
impulso, para seguir adelante y luego se
situó en la parte central de un pasaje
peatonal y comenzó a gritar cigarrillos, cigarrillos y es que el ventorrillo se
lo había cuidado un ventero, mientras se fue a destapar y mientras eso ocurría Zoroastro o Zoroastra ya se había
puesto de pie y comenzó a caminar de nuevo y se perdió entre la niebla de la
ciudad, ya que en ese momento el sol parecía un espejo opaco. Y la vida seguía trascurriendo
normal y los ricos que no lo eran tanto,
seguían oprimiendo a los pobres y usurero
tras usurero iba alzando su cara en diferentes circunstancias y denominaciones;
pero las gentes ya se habían olvidado de eso y no se acordaban siquiera que existió
un romano que hizo prender fuego a Roma, porque era una bestia ebria de poder y
hasta ignorante y todo eso.
Pero claro nadie se daba
cuenta que la tierra estaba siendo succionada por un agujero negro, porque
todos estaban preocupados por hacer dinero y por ganarse el pan de cada día y
esas cosas así que suceden todos los días… Y hasta el pobre Zoroastro tenia que
pelear de lo lindo para poder subsistir; amén.
Beatriz Elena
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Beatriz Elena Morales Estrada
Beatriz Elena Morales Estrada
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