ELLA
Ligera, despeinada,
adaptable como el plástico; encantadora como una tienda de mascotas, casi como
una dama japonesa, así era ella y reía divertida; consciente de la atracción
que ejercía sobre el serio y sombrío bailarín; visitante de las alturas; que en
su tenue y melancólica mirada no alcanzaba a comprender que estaba a punto de
descalabrar se, de perderse en la falacia más transversal y loca de lo que en
ese momento creía que era el amor ; mientras que a su vez, Marina sentía cómo
su amiga Lola la tomaba de gancho y juntas comenzaron a alejarse; y él sintió
que se quedaba solo, vulnerable y vulnerado y cada vez se achicaba más y más
atrás de las espaldas de estas. En la lejanía suburbana ella volteo a mirar y
sólo vio un punto inconcluso; entonces hizo un mohín y le dijo a su amiga; he
tenido ganas de un vestido como ese, ¿còmo cuál? como ese, el de la vitrina de
enfrente !es divino!, se te ha de ver genial; ven déjame que te lo compre,
moviendo sus caderas armoniosas, ella se desplazó con fluidez; cerró sus ojos y
se representó a sí misma vestida como ese maniquí; luciré sensual para ella,
pensó, mientras lucía la más roja de sus sonrisas. Ya dentro del almacén, la
mujer que atendía respondió con formalidad, mientras pensaba, a esta tonta le
podré sacar muy buena comisión; son cuatrocientos cincuenta mil y un adelanto
de estas rosas que tienen espinas, ¿perdón?, le dijo Lola sin verla, no le
escuché lo último que dijo, ni falta que hace, dijo Marina; Lola la miró y la
sintió sensual, embelezada la siguió con los ojos y azúcar morenita resaltó el
color de su cuerpo. Le importaba un pito si Lola tenía o no dinero para pagar o
si se quedaba enchilgada hasta las nalgas. Ven querida, quiero que te lo
pruebes y lo luzcas para mi. Le sonrió ella de nuevo coqueta y filial o al
menos eso fue lo que le hizo sentir a Lola; me ama, se estremeció, le daré lo
que quiera; hasta el reloj de oro que me regaló mamá; le daré y le daré...; ¿te
gusta?, preguntó Marina; mientras meneaba con deleite el culo de lado a lado.
!Pero por supuesto! te ves, te ves, ¡hay no!, creo que me voy a desmayar,
!tontita!; tu ve a cambiarte, que yo me encargo de todo. entonces cuchicheó a
la del almacén, lo que sucede es que no llevo efectivo y no quiero que mi amiga
se de cuenta. tiene usted suerte, hoy hacemos un descuento especial y además le
daremos todo a crédito; sólo necesita unas cuantas referencias comerciales y
¡bla, bla!, eso es todo.
Mientras tanto ella suspiraba frente al espejo, me queda muy
bien, le pediré además los zapatos que hacen juego con mi vestido y lo luciré esta noche, para Rubi; me ha de
ver encantadora; suspiros, suspiros. Sabes Lola, me hacen falta unos zapatos
que hagan juego con mi vestido. !claro querida!, ¿te gustan estos o aquellos?,
¿quizás ambos?, !mua!, beso en la mejilla, gracias Lola, eres increíble; divina
tú, mi azúcar morenita, quiero que te derritas en mi boca esta noche. Tontita, mira que nos pueden escuchar. ¿Quién
la mujer que nos atiende?, total que importa, ojala y todo el mundo sepa cuánto
nos amamos; tu sabes que es así, pero por mis hijos no quiero que nadie se
entere, !okey, okey, ve a cambiarte que yo me encargo de todo. entonces ella le
sonrió con la misma mirada de siempre, al salir Lola la cogió de gancho, pero
ella la retiró con suavidad; !sabes! es que me tengo que ir; mis hijos, tu
sabes aùn están en edad escolar. ¿Tan pronto?; pero yo tenía entendido que te
quedarías conmigo esta noche; !ay tan linda, ojalá!, chao, me tengo que ir, mis
hijos me esperan. Lola, mira que te quedaste sola; que idiota eres, bueno ni
modo, me tomaré unas cuantas cervezas; Lola se dirigió al bar Roma y se sentó
en una mesa; que jartera, no tengo ganas de irme para mi casa. ¿Le sirvo
algo?, sí gracias camarero, tráigame una
cerveza, hoy es la hora feliz, porque no la espera, pues no sè, por lo pronto
sírvame, mejor media de guaro, y así Lola bebió y fumó y cuando la hora feliz
llegó le trajeron una media más; cortesía de la casa, gracias; y entonces en el
centro del bar con su vestido nuevo; ella apareció taconeando y deletreando con
sus nalgas ¡te quiero Ruby, te adoro Ruby...!, Ruby la llevaba de gancho, se
sentaron en una mesa, justo frente a la pobre y despelucada Lola, que apretó
las sienes, abrió y cerró los ojos; y dijo, !no puede ser!, mi reinita y se
estaba besando con otra y además lleva el traje que le compré; y sintió que un
vértigo la hundía en un atroz marasmo; una sonsera aguardientosa se le espantó
de pronto y sintió en la mitad del pecho
afilarse una espada; pero antes de que se pusiera de pie y atropellara como un
toro sobre ellas; él apareció de pronto, venía del otro lado, de la zona
suburbana, aunque era un bailarín de las alturas, enloqueció por ella y cómo no
hacerlo, si ella bailó desnuda para el, bajo una luna amarilla y solitaria y
también con sus tetas del color de la canela deleitó su boca y la amó. Él traía
en su nada tenue y melancólica mirada la hondura de los mares, la náusea del
olor de la mierda y antes, antes de que Lola hiciera su auténtico movimiento de
furor, la arrancó de entre los brazos de Ruby y se lanzó a la cuerda más alta
que vio y cargando con ella bailó y bailó; hasta que ambos cayeron y cayeron
más descalabrados que nunca; huesos, venas y arterias rompieron el aire y sólo
los cuerpos quedaron desmadejados, desparramados por el suelo; entonces Lola y
Ruby se batieron en franca contienda, pero ya no había nada que hacer, nada que
recoger.
Beatriz Elena
reservados © Derechos todos
Beatriz Elena Morales Estrada
Extraído de mi obrita Silencio De Alas;
Derechos de autor reservados
Publicado por Poetisa y escritora Colombiana; Beatriz Elena
Morales Estrada en 12:22
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