CAPITULO LVII
(57)
SANTIAGO
(57)
SANTIAGO
Era uno de esos días, de
áridos soles y de mariposas aladas y de pájaros chupa flores, Santiago se
encontraba inoperante, apostado en la esquina de su casa y silabeando una
canción, una de esas, que le encantaban al viejo parce Neo y que solía cantar cuando se
tomaba los guaros. Casi de inmediato, vio pasar a Evita, ella lo miró para
saludarlo, entonces él, se puso colorado como un tomatera en flor.
Toño el dueño del
barcito, que estaba ahí mismo, en la esquina; y que lo había estado observando;
masculló, con el tabaquito entre los dientes; no me explico cómo ese muchacho
tan paliducho, puede ponerse tan coloradote cuando ve a la hija de Rafaela; lío su cigarro y lanzó un escupitajo.
Las cosas que hace el amor; el amor, eso es
cosa de locos.
¿Hola Santiago, has visto
a Hunder Alexander? No, no lo he visto, pero aquí estoy yo, ¿para qué soy
bueno?; no, si lo ves dile, que mí mamá lo necesita; claro se lo diré; pero no
te vayas, quédate un poco y charlamos; no ahora no Santiaguito, tengo muchas
cosas por hacer ¿Eso es porqué estas enamorada de Hunder, es por eso?
Ella se turbo un poco,
pero al segundo se repuso, no, no es por eso; es porque tengo que hacer las
tareas del colegio ¿y bueno sí así fuera, a ti, que te va o que te viene? Lo
amas, porque piensas que es mejor que yo; mira Santiago, yo a ti, te aprecio mucho, pero a él, lo amo, pero
no es porque, piense que es mejor que tú, no, sino porque así me lo hace sentir
mí corazón. Evita yo…
Santiago tragó saliva y
se puso pálido como un papel; ella al notarlo; le dijo, pero no te pongas así
Santiaguito, total, somos muy buenos amigos, mira de está cuadra y la otra, tú
eres el primero y el único que esta invitado a la celebración de mis quince
años.
Bueno, que consuelo,
gracias por tenerme en cuenta; entonces, Evita se despidió y se fue de prisa
¿qué se habrá hecho ese Hunder? Pensó Santiago y se metió al barcito de Toño y
se paró frente al piano o la rocola esa; y le hecho unas monedas, quería escuchar un
vallenato; uno de esos, que le había oído al viejo parce Neo y que ahora ya
estaba evacuado, para los muchachos como él, era una cosa vieja y obsoleta, por
lo demás, jamás lo habían escuchado y era por eso, que no le sacaban el gusto.
Toño lo miró ¿en qué
andas muchacho? Véndeme una cerveza;
¿se te olvida que eres un
menor?; véndamela hombre; no, si te ven los tombos, me van a cerrar el barcito;
hay, no se me haga, viejo Toño, que usted vende de todo y hasta a los polis los
tiene comprados ¡Carajoo! muchacho tómatela pues y ojo, que no te vea nadie.
Fresco parce Toño; Toño
volvió a liar el tabaquito; oye muchacho no es que me quiera meter; pero
pareces un viejo, los otro pelados no más, se la pasan escuchando reggaetón y
tú, mírate tú, pero si apenas tienes dieciséis; que te importa.
El piano comenzó a soltar el disco; dame un
cigarrillo, toma y Santiago empezó a fumar y a beber y la canción decía así;
“¡Ay hombre! ¡Hay hombre! ¡hay hombre!
el amor es más grande que yo y que todas las cosas del mundo, más que el cielo
el sol y la tierra ; es oír una expresión bonita de paz y cariño, es hablar de
lo lindo en la vida con un gran amigo y besar en la frente fruncida, al ser más
querido, es caminar sin importar la lluvia y el sol al lado de alguien ,es
razonar al pretender abarcar la persona que al fin es más libre que el aire, y
yo no puedo detenerte sí tú te vas ; tal vez buscando mejor vida pa edificar
,en otras tierras las ilusiones que llevaras y que conmigo tienes miedo de
realizar y yo no puedo detenerte mí amor y yo no puedo detenerte por fin ; si
no has podido realizar tú ilusión es preferible que te olvides de mí (bis)”
Toño volvió a escupir,
condenado muchacho tiene alma de viejo; “es mejor que se hable de amor o de
rosas perfumes y flores; que de adiós, venganzas, desdenes, cuanto temo
soportar la tristeza si te vas de mí lado. Cuanto añoro una choza bien lejos pa
pasar mí mal rato y que nadie conozca la pena de este enamorado. Verte marchar
es derrotar el egoísmo fugaz que perturba mí vida, es aprender a valorar un
deber que se llama creer en la gente querida; si yo no puedo detenerte sí tú te
vas, tal vez buscando mejor vida pa edificar…”[1]
A Toño, se le aguaron los ojos; que pesar de mí muchacho, al rato paso Hunder
Alexander.
¡Hey parce! lo llamó Santiago; ¿y para dónde
vas tan de prisa? Para la casa, quede de comprarle unas cosas a doña Rafaela y
mire la hora que es; van a ser las cuatro apenas, vengase para acá y nos
tomamos unas cervezas. Toño rezongo, no le haga caso Hunder y váyase; no se
meta viejo parce Toño; total le estoy pagando ¿no? eso es lo de menos muchacho;
lo importante es que usted no se haga más daño.
¿Daño? Mire conmigo no se
haga que yo se que usted es el que vende la verde y la polvareda blanca. Ya
cállate, además no sabes siquiera lo que dices y podrías hasta terminar mal; la
piel quemada por el sol, la piel morena de Toño se encendió de pronto; pero al
medio segundo volvió a atemperarse.
Entonces no se meta y
véndame la otra, con parsimonia Toño lio de nuevo su tabaco y volvió a escupir;
si te oyen los fuertes, los que son, te llevan por delante; yo tan sólo les
hago el mandado, porque no me queda más de otra.
Lo siento Santiago yo ya
me voy ¿te vas? Y es que a la nena ya le
dio miedo, ¡uf!, mire, mire como le tiemblan las piernas; mira Santiago, no te
hago caso porque se que estas borracho, ¿y es que tú nunca te has tomado una
cerveza? No nunca y no me da pena; que poco hombre eres; mira Santiago no me
ofendas; que el hecho de tomar cerveza o lo que sea, no lo hace a uno más
hombre; no, pero al menos yo si, tengo mis pantalones más bien puestos que tú.
Hunder Alexander lo miró
y le dijo, no vale la pena; cuando estés en sano juicio hablamos, entonces dio
media vuelta para alejarse y antes de que se fuera, Santiago le gritó, no
tienes siquiera calzones para conquistar a Evita; el se volvió, ¿tú qué sabes?
A lo mejor sí, anda tómate una, aunque tan sólo sea para calmar la sed, Hunder
Alexander apretó la quijada, está bien, pero sólo una, ya oíste Toño, dale una,
con desgano Toño se la entregó y Hunder Alexander, la recibió y la probó, sabe
amarga, ¿acaso quieres yogur? No, mira y
se bebió más de la mitad de una, ¿Qué sabes de Evita? ¿Te interesa no? pero si no sabes tú, que
vives en su misma casa; a Hunder Alexander, se le aceleró el pulso y como un
mecanismo de defensa, apuró otro trago de cerveza; mira Santiago, no juegues
conmigo; de repente una sensación de vértigo, lo invadió, aunque no era
desagradable. ¡Vaya! el caballero se puso bravo.
Hunder Alexander, volvió
a hacer el intento de irse, no, espera, no te vayas, ven sentémonos; está bien;
¿Cómo así, la viste, qué té dijo? Toño parce, traiga las otras dos , como sigas
así muchacho, te saco a las patadas, déjese de bobadas, que si lo hace, riego el chisme, por toda el barrio, los ojos
de Toño chispearon y así de cerveza en cerveza ,Hunder Alexander, terminó por
sacarle el gusto a lo amargo. Santiago, se puso de pie, tambaleándose, ella
estuvo aquí, hace un rato, al decir esto, se acercó al piano y buscó con la
vista, el titulo de una canción y le hecho una moneda, las ultimas que le
quedaban, titulo de la canción; “el amor es más grande que yo” autor Iván
Ovalle.
Hunder Alexander, ladeándose se puso de pie,
¿cómo así, qué estuvo aquí?; la moneda cayó y el disco volvió a sonar; mira,
parce Hunder, esté es el único lugar en donde todavía se encuentra un aparato
como esté, ¿bueno y qué té dijo? Santiago se hecho a llorar, Hunder parce, el
disco del compa Neo; hay, a mí, no me dice nada eso; a mí sí, porque crecí
viéndolo tomarse las cervezas y escuchar esté disco, Hunder Alexander, se
encogió de hombros, pero a mí padre, es al que a diario, veo borracho, borracho
hasta el pescuezo ¿tú padre? Y el viejo Toño escupió, miró el reloj y pensó, va
siendo la hora en que llega la clientela y no me conviene, que estos pelados
estén aquí; hay parce Hunder, venga, sentémonos, que le quiero confesar algo; ¿qué es? Yo a Evita, la he querido siempre;
sí, lo sé, usted siempre, me ha querido, levantar a mí novia; pero es que estoy
enamorado de ella, eso es parce.
Hunder Alexander no respondió, y Santiago le dijo y aunque se,
que ella, no es su novia todavía, lo será algún día, porque es que, lo ama a usted; hay parce, perdóneme, yo le juro,
que nunca más, la voy a molestar, se lo juro y es que usted es mí pana.
Toño volvió a escupir, es
hora de que se vayan; miren, les conviene irse por las buenas; ¿pero parce
Toño?; Toño lió el cigarrillo, nada de parce Toño, te me vas yendo para tú
casa; a, y voy a hacer de cuenta, que no me dijiste nada ¿y sabes porqué?
Porque, aprecio a tú mamá, desde que era un muchacho como tú y no quiero, que a
ti o a ella les pase nada.
No quiero que por bocón, te encuentren
cualquier día, con la boca llena de moscas; Toño lo miró y de nuevo lio el
cigarrillo, que pesar de mí muchacho, pensó; él tiene razón Santiago, es mejor
que nos vamos; ¿está bien, pero saben qué?, es
la primera vez que tomo cerveza, ¿a, y dé dónde, sacaste la plata
muchacho? De por hay, de por hay; dámela y mañana, hablo con tú mamá. Ahora
vete. En el último segundo Toño lo llamó; Santiago; esté lo volteó a mirar, me
gustó lo que hiciste, es cosa de hombres, reconocer sus errores. .
Y así, Santiago y
Hunder Alexander, se fueron abrazados,
tambaleándose a más no poder; Toño los miró alejarse; condenado muchacho,
igualito a mí, cuando tenía su edad, diecisiete años, claro, que en el color de la piel, se parece
es a ella; voy a tener que hablarle, ejem, bueno claro, que nadie debe saberlo.
Santiago y Hunder
Alexander, se separaron y cuando esté último, llegó a su casa; Neo y Rafaela
estaban preocupados; ¿ay Neo, pero qué será lo qué le pudo, haber pasado? No lo
sé Rafaela, no lo sé; la puerta, están tocando, debe de ser él, y Rafaela
corrió a abrir; Neo la siguió y con sorpresa, lo vieron tambalearse, recostado,
en el marquillo de la entrada.
¿Por Dios, qué es lo qué
tienes Hunder? Neo se adelantó y lo agarró de los hombros, al momento, se dio
cuenta, del olor de la cerveza; debemos llamar al médico, no Rafaela, es
cuestión, de unas cuantas polas; ¿dé qué? unas cervezas mujer; hay Neo, yo
nunca lo había visto así, borracho; ni siquiera cuando murió su madre, nunca es
mucho decir, pero es que siempre hay una primera vez. Llevémoslo a su cuarto;
déjame yo lo hago, Rafaela, pero ya no llores ¿sí? voy a tener que pedirle a
Diego que hable con él, también yo puedo hacerlo, lo harás, claro que lo harás;
lo haré.
Neo lo acomodó con cuidado
en la cama y le colocó una manta encima, lo puso de lado y con la cabeza un
poco a la orilla, por si las moscas; pensó, lo miró por última vez, como para
cerciorarse de que lo había dejado bien y ajustó la puerta con delicadeza;
pasito para que no se despierte; pensó.
Hunder Alexander, no tuvo
conciencia de sí, fue sólo en la madrugada, que se despertó soñando y comenzó a hablar en voz alta; off, Sr.
Tomás; se despertó impresionado y es que nunca, le había sucedido. Fue cuando
vio a esos pequeñuelos, sí, los seres de mí planeta, son amarillos, bueno, al
menos no de, esté color tan fuerte, pero
Dios mío, que horribles son; sí, son muy
feos, en verdad y es que son así, porque consumen mucha orina.
Sr. Tomás; se levantó
presuroso, porque comprendió, que esos seres, eran unos mostritos, que querían
consumir y consumir y también hasta devorarse a la tierra, al planeta entero.
Entonces se volteó del otro lado; que enanos para joder la vida; y hay fue, que
se dio cuenta, que estaba sumergido en una humedad, zúas, entonces se despertó
y vio el rostro de Mery, casi, sobre él. Muerta de la risa, le dijo; ha de
venir un día, en que la reina de los mares, volverá y te pedirá cuenta de tus
orines; ¿Mery, qué haces aquí? no, pues nada, más, ni menos, que me levanté a hacer
mis oficios y un cierto olor, acompañado de una especie de ronquido ,hizo que
me asomara, para ver, que era, lo que pasaba y fijo, eras tú; eres una fisgona ; cállate muchacho ,no seas grosero
¿y bueno, qué fue lo qué te paso? ¡Ay Mery!, no le digas a nadie, que me viste
así.
No le diré a nadie, con
tal, de que me cuentes, que fue lo que paso ¿Por qué te emborrachaste de esa
manera? Te lo diré, te lo prometo, pero ahora, ayúdame a quitar estas sabanas;
no, de ninguna manera, tú la cagaste tú la lavas; pero es que ni siquiera está
cagada; es un decir niño, lo que quiero decir, es que tú, metiste los píes y
por lo tanto, debes hacerte cargo. Odiosa, fea, bastantona, ya no te contaré
nada, a no, pues entonces me voy. No, no, espera ayúdame. Con el tiempo Hunder
Alexander y Evita compartirían, junto a Mery estas cosas y otras cositas más,
Te contaré todo te lo prometo; está se detuvo
en el marco de la puerta y lo miró unos instantes; por favor, suplicó, está
bien, pero que no se te vuelva a ocurrir tratarme mal. Lo prometo; ¿entonces,
no le contaras a nadie que me oriné en la cama?, no lo haré, pero tú harás el
intento, de no volverte a emborrachar; lo prometo, ven apúrate, que ya casi
viene Rafaela y no quiero que me vea así. Esta bien, seré tú hada madrina, por
está vez y te haré sábanas nuevas; ahora que, ¡Jun!, el problema es el colchón.
¿Sí? , sí pero veremos
que puedo hacer, anda ve y dúchate con agua caliente; gracias, gracias hada
madrina; al abrir la ducha de agua
caliente y pese al frio que estaba
haciendo, Hunder Alexander pensó; ¿no qué hice? no merezco nada, ¿porqué me
emborraché?, entonces, abrió el agua fría y sus dientes castañearon, el agua lo
arropó y estuvo ahí, debajo de ella ,
hasta casi ponerse morado; no, Dios mío, me quiero morir, me quiero morir,
además que vergüenza y mí princesa, me debe de estar odiando , ¿no porqué lo
hice, porqué?; al rato, cuando Mery, regresó de lavar la ropa ,notó que esté
muchacho, llevaba, mucho rato debajo del agua; y lo vio, desmadejado y aterido,
no le quedó más remedió que pedir ayuda y a sus gritos acudió, desde doña
Rafaela ,seguida de Neo ,de Diego y bueno hasta de Evita; ¿qué son esos gritos
a estas horas de la madrugada? , sí, apenas van a ser las cuatro; ¿las cuatro?
No, que tal esté muchacho, expresó doña Rafaela en voz alta; La cagoo; dijo
Neo.
RADICACIÔN DE ENTRADA 1-2010-26128 Colombia
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