CAPITULO I
Diego
Le gustaba subir
caminando, por esa parte de Envigado que llaman la loma del Chocho[1],
sobre todo le fascinaba esa zona verde que queda por los monjes.
Desde allí pensaba en
su querida ciudad, a la que solía comparar con una montaña; una montaña, murmuraba,
una montaña y lo es, con todo lo que eso implica, eso y más, mucho más.
Pero en otras ocasiones,
la llamaba también, la ciudad de fuego, entonces tomaba nota y escribía; jauría
de perros en la montaña, eres como una dolorosa agonía que me quema, eres
también murmullo de aguas que brotan como desde la boca de un volcán dormido.
Tomaba aire y continuaba
sus disquisiciones acerca de la reina caída[2].,
Serás la ciudad derruida, pero no pertenecerás a un solo lugar y el mal
prevalecerá en ti y para ti, ya qué en tú seno, has dado a luz a parías que te
apuñalan por la espalda.
Aquí los perros
saltan sobre uno y casi sin dejar huella; después de un largo suspiro, termino
de hacer sus anotaciones y con sumo cuidado, las colocó dentro de su morral, miró
el camino a seguir y justo en esos momentos podía ya ascender la loma, el resto
que faltaba, qué era un corto trayecto para coronar la parte alta, que estaba
poblada de una extensa vegetación sembrada de pinos.
Entonces en un acto
de euforia, se desnudó los píes y sintió debajo de ellos, al contacto con el suelo,
ese goce infinito de sentir la tierra, el suave liquen musgoso que al parecer
le hacía cosquillear por entre los dedos, la piel mudada de la noche.
Se entregó así, a ese
placer finito, casi infinito de esa humedad recién bañada de lluvias; deseaba a
toda costa, impregnarse del olor de todas esas plantas, de esa espesura verde,
y así dejar que en su cuerpo germinara, brotará al igual que de ella, de la
receptiva, de la frondosa, la supremacía de todo su ser, de su vida, que
siempre lo había embargado con muchos dolores.
Pensó en Clara Inés y
sintió ganas de que su amor, él de ella, fuera el único lugar en donde pudiera resguardarse,
el único sitio que lo cobijara y que lo hiciera olvidar de todos los peligros qué
creía él, lo acechaban; era como un niño en brazos del desamparo.
Paso todo el día, recogiendo
frutos silvestres, danzando y cantando, a la par que él día desteñía sus tonalidades
y las cubría de un color amarillo, de un verde biche, de un verde de arreboles.
Hasta llegó a
convencerse, de que un papagayo, especie atípica en nuestras montañas y que se
hallaba en lo alto de un frondoso árbol, deslumbrando con todos sus colores,
era una especie oculta de la unidad más secreta y musical, pero pensó; raro que
un papagayo ande por estos lares, las gentes que trabajan contrabandeando con
los animales son un peligro para la vida.
Detuvo su mirada en
cualquier otro lado y se quedó extasiado, contempló por última vez todo aquello
que lo rodeaba, luego sacó su reloj y miró la hora. ¡Hay verdad!, que me quedé
de encontrar con Amanda; entonces comenzó a desandar el camino.
Al regresar, se
sintió húmedo, y el olor de unas guayabas que llevaba en su morral lo invadió y
supo que eran casi una porción de su ser; y esto, debido a que consideraba que
la naturaleza y él, eran uno, uno. Como ya no le quedaba tiempo de bajar hasta
su casa, se fue derecho para la de Amanda, al llegar se sentó en la parte de
afuera, en el corredor y sobre el muro, que rodeaba la casa de ella; la esperó,
ya que al observar vio que se hallaba conversando con Darío, un vecino,
evangélico convertido, hacía poco más o menos dos años; además tenía que entregarle
un libro.
Alcanzó a escuchar
cuando ella le decía; mire, lo que yo pienso es qué Dios es la forma perfecta
de la materia; Diego pensó; según eso, la materia creó a Dios; ¡pero qué cosa
tan bárbara! ; Además, ¿qué es la materia?
Al parecer obtuvo una respuesta rápida, la materia es todo lo tangible e
intangible que ocupa el universo; iba a seguir con sus divagaciones, pero
siguió atento a lo que Amanda estaba diciendo.
O en otras palabras más apropiadas, la materia
es una de las formas perfectas de Dios, y ojo, que dije, una de las formas, no
que ella es Dios. Hizo una pausa y continuó; en cuanto a Jesús, que es lo menos
etéreo del padre, al que llamamos Dios, creo que él, era diferente a mucha
gente de su tiempo e incluso de ahora; ¡Vaya! suspiró Diego.
Entonces Darío apeló,
¿no sé qué quiere decir con eso?, pero lo más seguro es que usted, está tratando
de confundirme; no, usted es quien vino a tratar de convencerme, de que debo
pasarme para su iglesia; es que quiero que usted y toda su familia sean salvos;
pero se ve, que está intentando hacerme tramoya.
¡Además entienda!, nuestra
iglesia es la verdadera, nosotros no somos una religión, creemos en Jesús y le
concedemos mucha importancia a la congregación; es necesario que nos
congreguemos, él que usted, y las personas asistan a nuestro culto es muy
importante.
Es bueno que usted
vaya y descubra quien es Dios; en realidad, mire Darío, es muy sencillo, a Dios
se le descubre de muchas maneras, y no sólo yendo a su iglesia, además, los
caminos por los que cada ser humano llega a Él, son muy diferentes para cada
uno de nosotros, en cada caso es distinto. Esto es, que somos seres singulares
y que atravesamos procesos vitales diferentes; ¿no sé, dé qué me está hablando
usted? Los católicos no veneran al verdadero Dios, tan solo son unos idólatras.
Amanda suspiró, en esté
caso no le hablo de la diversidad de iglesias, sino del Dios uno, me explico,
cuando nosotros entendemos que es el Dios uno, de inmediato encontramos, mejor
dicho, sentimos la perfecta conexión entre Él y todo lo qué está vivo, ¿cómo
así?; o sea, todo aquello qué está contenido en el alma; yo le hablo es de un
Dios vivo.
Darío, la miraba, clavaba
sus ojos en ella y estos relampagueaban de vez en vez; en todo caso, continuó
ella; de allí surge un don o sea la abundancia, que no es otra cosa qué la
generosidad; es el comprender, no ya, una simple obra de caridad.
Pero es que nosotros
no creemos en las obras, ¿eso para qué?, rezongó éste; ella continuó; el que
tiene da, más el que no tiene pues…ahora bien, si usted Darío cree que asistir
a su culto es la única verdad, eso está bien para su caso, porque en parte
todos tenemos algo de razón, por lo demás hay personas, en su mayoría todas son
gregarias ya que necesitan sentirse acompañadas; pues solas no se sienten alguien.
Amanda suspiró, y
Diego pensó, la solidaridad, quizás es eso; entonces Amanda prosiguió, lo que
quiero decir, es que tan sólo logran expresarse por medio de un ritual externo;
¡no sé qué decir!, dijo Darío mojándose los labios; Amanda se sonrió y agregó,
Aunque admito que según lo qué uno quiera hacer en la vida, dependiendo de eso;
una sola golondrina no hace verano.
En todo caso, dijo
Darío; ya más seguro de si mismo, ustedes los católicos, lo único que hacen es
adorar imágenes, no conocen a Dios; bueno no siempre es así, ya que todos somos
diferentes ¿no cree usted? Así que no podemos exigirle a él, que haga humanos
en serie.
Después de un suspiro
aseguró, y eso de tener imágenes, es lo de menos, bueno; mientras no se intente
reemplazar la imagen real, por un simple icono. ¿Imagen real?; dijo anonadado
Darío; sí, lo que es, lo que es, por una simple apariencia, por lo demás, las
imágenes de la virgen o de los santos, si se toman tan solo como lo que son,
como un simple recordatorio de lo que en verdad es; no tienen ningún
inconveniente. Es decir, si las miramos pensando en aquellos seres, que
marcaron la trascendencia y que conservaron su origen y que de alguna manera
fueron inspirados por el espíritu.
Para él que ésta en
lo uno y en lo posible permanece en él, no importándole que a veces se le resquebraje
el ser, le es posible todo y si se ora con fe, tanto mejor. Darío preguntó ¿no
importa qué sé esté frente a un ícono? ¡Usted es ridícula!, la biblia dice y se
lo voy a demostrar; con un gesto iracundo, Darío tomó la biblia e intentó
abrirla. No es necesario, sé lo que dice acerca de las imágenes, pero en nuestra
sociedad, si que pululan iconos e imágenes de diversas categorías, por ejemplo
usted ve mucha televisión, ¿No es así?, ¿bueno sí, y eso qué tiene, qué ver?,
mucho, ya que yo misma lo he visto extasiarse viendo telenovelas.
Pero no es usted nada
más, muchos hombres lo hacen; y riéndose agregó, así que el asunto no es solo
cosa de mujeres; tonterías, ¿eso qué tiene qué ver?, Claro que sí y no es que esté en contra de
ese sistema ;bueno, eso es algo en lo que uno se entretiene; muy bien ,quizá
ese sea uno de los problemas, pero en realidad hay algo que si puede marcar la
trascendencia y ¿eso para qué?, es que eso, tiene que ver con el develar, el discernir
acerca de las formas aparenciales de las cosas.
Diego bostezó y entre
murmullos dijo y eso, se logra por medio del pensar o de aquello que nos es
revelado. Darío alegó; todo eso, que está expresando usted, no es más que el
resultado de una mente calenturienta y alocada. Yo si he leído la biblia y allí
no se habla de esas cosas tan raras; es posible que haya estudiado mucho, pero
de Dios nada sabe; lea, estudie la biblia, yo estoy dispuesto a ayudarle a
entender; Darío, sintió la saliva debajo del paladar, y luego prosiguió; puede
ser, que así cambié esas ideas tan raras, se convierta y siga por el buen
camino, ya que de verdad usted es una persona extraviada; en ese momento,
Diego, que permanecía muy atento, dijo; en un tono que parecía muy patán;¡ todo
el peso de esa sin razón!, ¡recaerá sobre tus miserables nalgatorios!;
asombrados ambos, voltearon a mirarle; sorprendido e indignado Darío replicó;
no conocía esa faceta suya Diego, y por lo demás, no sería más educado ¿si a
las nalgas, las llamara usted derrière?
Este soltó una
risotada y agregó, bueno, podría ser, en el caso, de que usted fuera una mujer,
Darío entrecerró los ojos, al igual que si fuese un pájaro herido; mientras que
a su vez, lanzaba una imprecación, que apenas si pudo escucharse por entre el
croa de sus dientes, de su enfurecida boca; ya sabía yo, que los dos estaban
locos, pero quiéranlo o no, yo tengo la razón; de esté modo habló, y era tal su
ira, que se sacudió los zapatos con tal violencia, para quitarse hasta la más
mínima partícula del polvo de ese lugar.
Ellos se miraron
sonrientes y Diego se acercó a Amanda, para saludarla , ¿cómo has estado? y sin
esperar a que le respondiera agregó; en
realidad, si no fuera por esas yoidades tan ruidosas y prepotentes y que se
hallan recónditas; quizá hasta el mundo sería un poco mejor; ¿cierto, pero de dónde se te ocurrió, esa
expresión? no, tan solo, pretendía avergonzar a ese grandísimo tonto; pero en
fin, tremenda decepción, se va a llevar ese hermano tuyo Antonio; cuando sepa
que ese tal Darío, no pudo convencerte, de que te convirtieras a ellos; o lo
que ellos llaman la salvación; bueno, eso es algo inevitable, nadie puede
obligarte a dejar de ser, lo que tú eres, ni a dejar de pensar en lo que tú
crees.
También pienso lo
mismo, Diego se sonrió; ¿recuerdas, cuándo nos conocimos? lo recuerdo bien, fue
dentro de la facultad de arte y de eso ya, llevamos bastante; sí, más o menos
unos cinco años; ¡cierto!, ¡así es!; él se quedó lelo, mirando el rostro de
ella, recordaba con viveza muchas cosas que habían compartido juntos.
Y yo he aprendido a
quererte como a mí hermana, ¿té acuerdas de aquella ocasión?; ¿cuál?, aquella,
en la que coincidimos en ese sueño, sí, fue la noche en la que soñé viendo una
biblia abierta y dentro del cual, experimenté una sensación extraña, más no
intranquila; era como si algo me empujara a leerla; fue casi lo mismo que me
paso a mí; ¿recuerdas qué té dije, qué soñé qué íbamos caminando por unas calles
del centro? ¡Sí claro!
¡Que cosa más rara!
te lo juro Amanda, experimenté en mí cuerpo algo, no sé; se estremeció, pero
prosiguió, y a su vez, era como si muchos peligros raros, desconocidos nos
amenazaran y entonces desapareciste y ya no volví a verte; sí fue, según me
contaste, algo así, como un ruido de explosiones y viste muchos soldados. Es
cierto, fue cuando escuché esa voz extraña, pero amable, que me decía, dígale a
Amanda que lea la biblia y que trate de interpretarla; bueno, intentemos no
pensar en eso, aún cuando pareciera, que hay algo sobrenatural en todo esté
asunto.
No intento ser
trascendental, pero creo que, se trata de darnos a entender algo; bien, dejemos
eso; ¿más bien porqué no entras?; sí claro, que rico y antes aprovecho para
descansar; ¿dónde andabas?; caminando, ya sabes que me gusta hacerlo; ¿pero
cuéntame, cómo van tus cosas?; dijo Amanda, mientras empujaba la puerta y ambos
terminaron de entrar.
De eso deseaba hablarte,
de Clara Inés, ya que hoy, he estado pensando mucho en ella, ¿de veras?, agregó
ésta, que ya se desplazaba con sendos vasos de jugo, Diego recibió el suyo
desde el mueble, en donde se hallaba sentado, y mirándola prosiguió; sí, veras,
ella es muy linda, pero creo que con respecto a nuestra relación, está un poco
indecisa; soy al parecer, él que, más ama en está relación; Diego bebió un gran
sorbo y lo saboreó con deleite, sus ojos, iban de la alegría al asombro; soy
yo, él que, desea con intensidad abrazarla.
Hizo una pausa y continuó; pero cuando no
estamos juntos, siento que es ella, la que me sigue, es como si todo su ser, lo
proyectara sobre mí, siento que me piensa, que me piensa mucho; ésta, que había
estado de pié se acomodó cerca, pero sin interrumpirlo. Es tanto así, que aún, sin
querer y antes de que se me cierren los ojos y casi vencido por el sueño, me escucho
llamarla, pronuncio su nombre una y otra vez, y lo mismo, me sucede al
despertar, la llevo en mí corazón; lo dijo, tocándose el pecho, con ambas
manos, él vaso, reposaba, sobre la mesita del centro aún sin terminar.
Amanda, lo miró con
fijeza, y luego exclamó; ¡pero vaya!, eso sí, que es amor querido; uno tiene
tiempos así, ¿no?, éste no respondió, entonces ella entonó estas palabras; pero
el corazón de una mujer, es como una paloma, que palpita dentro de una mar
inmensa; ¿porqué lo dices? No, porque las mujeres somos así; éste le respondió.
¡A!, pero, cuando una mujer es amada y ella respira de nuestra boca y nuestros
labios, la besan de los píes a la cabeza y saboreamos sus mamas y sentimos sus
pezones henchidos por el amor…
Ella no lo dejo
terminar, sino que dijo; es entonces Diego, cuando su corazón palpita y hasta
parece como si fuese, el sonido de las alas de muchas palomas; sí, así es
Amanda y parece que se estuviera volando dentro del espacio y hasta del universo entero. Riese Amanda de está
ocurrencia, pero preguntó; ¿estas seguro de qué, no estas pasando, por un simple
enamoramiento?; no, no lo creo, con eso qué siento. ¡A!, en ese caso, ten en
cuenta que, el amor verdadero, es algo difícil de hallar en está época.
Sí Diego, el amor, es
la esencia más, más inefable qué pueda existir; hay que ir detrás, porque sucede,
que a veces, se nos suele escapar, como por entre los dedos, se nos escapa la
vida; guardó silencio unos segundos, y luego, musitó en voz baja; aún cuando
corras en pos de él, no puedes alcanzarlo, es como un sueño que no logras corporizar.
Esté pensativo respondió; alguna vez te escuché
decir, que para algunos pensadores, la vida es como un río que corre, y que por
más que hagas, el río no se detendrá.
Pero también, te escuché
decir, que si te quedas sentado viéndolo pasar, uno se podría perder de pescar,
de hallar, lo que se encuentra dentro de ese fondo; ésta respondió con cierto dejo
de nostalgia; sí, aunque a veces, al provocar las ondas, al arrojarle
piedrecillas, él río te arrastrara de todos modos y aunque trates de avanzar de
frente a la avalancha de seres, que ciegos se arrojan por un despeñadero,
parece que ésta, te arrastrara con ella.
Mira, mejor voy a leerte,
estos versos, que escribí en mí cuaderno, ¿sí, dime?; Desbordase la vida, en
una esquina de cualquier avenida. Ésta tarde, la vieron pasar, lozana como una
flor al sol; ella iba hambrienta, con una boca feroz de estrellas que no cesan;
está noche también la verán pasar, vestida color rosa, sobre un rostro constelado
en el abismo; ella respondió, ¿provocará llorar al verla?,¿ llorar quizás, como
un niño, en el instante de su auge o como un anciano en la plenitud de su hora?;
¡bravo!, ¡bravo!; aplaudió Diego, tú si sabes, a lo qué me refería.
[2] Reina Caída: Metáfora, compara la ciudad, que a la larga son todas las
ciudades del mundo con aquella que se menciona en la biblia.
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