CUENTOS AL TRASLUZ
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NARRACIONES CORTAS
LA MUJER
Recuerdo que una
noche, aquella mujer andaba por ahí, como si se hubiera despotricado. Vagaba
sola por la calle, casi como una loca. Fue cuando se acordó, entonces me vio y
me abrazó...
ÉL
Se despertó llorando y
su pecho hallábase en agonía, un dolor en algún lugar, muy dentro, lo oprimía.
Entonces dijo, mis mujeres me dejaron y ya no podré escribir sobre ella, acerca
de mi ella y para colmo no tengo un centavo para invitarla tan siquiera a
tomarse una cerveza. Entonces oprimió el gatillo sobre su sien, pero no tenía
balas.
LA OBSESIÓN
No andaré errante ante
los tubos de mi memoria, no y no tropezaré con holgazanes de la dicha. No
andaré con el trasero por ahí, expuesto al frío y al calor. ¡Qué dirán los
demás! Pues que digan lo que quieran, total, es mi trasero, ¿no?
Pero no crean, que
estoy obsesionado por un trasero, no, ni siquiera por el mío... bueno y al fin
de cuentas ni siquiera por el tuyo. Bueno no, en verdad no, yo no soy así...
Bueno esa es mi forma
de ser, de sentir.
LA NUEVA
¿Profe, me compra un
tinto?, Sí claro, por qué no; ahí, tan linda la profe, tomé, tomé la plata...
¡Ring, ring!, ¡a
clases!; la nueva, favor presentarse en la oficina de la rectora, ¿yo?, sí,
usted.
Me he enterado que le
acaba de comprar un tinto a una alumna; Sí así es; está usted despedida por
acolitar a esa alumna a que se empepara, pero... Sin peros; firme usted la
carta de renuncia, está bien; Ahí, tan linda la profe, resultó buena cuartera,
chao parce”.
DESCRIPCIÓN
Estatura mediana,
morena, gruesa; una frente bastante amplia de las cejas hacia arriba. Sienes un
poco abombadas, cejas arqueadas, un poco espesas en la parte donde se originan
y ya la parte donde terminan descendían más delgadas, las orejas le quedaban un
poco más abajo de las cejas; tenía una nariz delgada en la frente y ya hacia el
promontorio ascendía en forma de punta, como la de una bruja. Tenían unos
labios pintados de un color rosado y formaban un moño gris que exhalaban como
un dejo agrio. Las líneas de expresión en la parte de las mejillas estaban
bastante marcadas. El ceño se le veía muy fruncido por el sol; cabellos recogido
en forma de cole caballo, con unas leves patillas. Tenía un rostro apretado,
casi hostil; vestía una blusa blanca, de mangas hasta un poco más abajo de los
codos; un eslas negro que le llegaba hasta más arriba de los tobillos; calzaba
sandalias y tenía los brazos cruzados, mientras esperaba el bus. ¡Ay, se me
olvidaba, tenía bozo!
ESCUELA
La profesora se halla
de pie en el antiguo salón, en la mitad de la doble hilera; boquiabiertos,
ellos la miran; pero él se muerde la lengua y ella dice, ustedes no se alcanzan
a imaginar lo que uno siente cuando lo abrazan fuerte, muy fuerte y suspira; él
saborea su sangre; señor, señor, ¡despierte, es su turno! Sí, lo olvidaba,
siéntate Juanito y ustedes, tomen nota. ¿Le sucede algo profe?, no, tan sólo
ensoñaba; aquí, en este salón, en donde ahora doy clase; ella se hallaba de
pie..., huy parce, al profe se le corrieron las tejas.
ILUSIONES
Flor Alba se sentó en
aquel lugar, en donde antes había estado situada la vieja arteria y se puso a
llorar; pero no, no era que pensara que todo tiempo pasado fuera mejor, pero
lloraba al recordar su enorme trasero. Entonces habló en alta voz; sin
importarle si la escuchaban los demás transeúntes.
Hay que tristeza, la
vida es muy cruel, todo pasa y a mí sólo me queda este trasero enorme; mi novio
me dejó, el único hombre que he amado de verdad..., pero en fin, qué le vamos a
hacer; al final de cuentas una cosa he aprendido; tenemos el cuerpo que hemos
construido, en él se hallan ocultas nuestras viejas pasiones y todos nuestros temores;
tal vez en otra vida pueda tener un cuerpo con unas nalgas más pequeñas.
Observó, pero nadie la miraba, las gentes no la veían, se colocó en medio de la
calle y los carros la atravesaban; entonces llegó a la conclusión de que todos
dormían y tan solo ella estaba despierta; ya que al menos se daba cuenta, era
consciente de que tenía un enorme trasero.
Total, era lo único de
lo cual podía sentirse orgullosa; con decisión cruzó la esquina y un hombre, un
solo hombre la miró y le guiñó los ojos. Ella se puso feliz; ya que al igual
que ella, él tenía unas enormes nalgas.
ELLA
El tipo entró, era
alto y muy fornido; sin querer ella o vio y se detuvo a mirarle el trasero; sus
ojos como las alas de una mariposa en vuelo se posaron allí.
De repente se dio cuenta
que a ese tipo, había que mirarlo como si lo estuviera haciendo hacia un
segundo piso y no era que ella se sintiera tan pequeñita, tan bajita.
¡No, qué va!, entonces
él se volvió y al hacerlo ella se puso chiquitita, chiquitita, chiquitita.
El HOMBRE
Casi sin respiración y
con los ojos brotados y la lengua amoratada; levantaba las manos como pidiendo
ayuda.
Ella lo contemplaba,
como si mirara desde un lejano planeta y a la vez como desde una extraña
enajenación; enajenación, que sin embargo no le impedía captar la escena. Y la
tierra se movía debajo de sus pies y tuvo que sostenerse del muro, que estaba
situado del lado de su casa; por varios segundos tardó en reaccionar y al fin
como movida por un resorte, cedió unos pasos hacia adelante y tomó la mano del
hombre que le pedía ayuda; este a duras penas desató la lengua, que se le había
quedado pegada y expulso la sangre que contenía adentro; es un virus dijo; han
dejado caer una carga de químicos que pronto contaminara todo el planeta…
¿Quiénes? Dijo, pero el hombre ya se había
muerto y no le fue difícil adivinar quién o quienes; la lucha por el control
del mundo pensó, grandes potencias, contra grandes potencias…
Beatriz Elena Morales Estrada Colombia ©
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