Cuando
mi madre iba a morir
Cuando
mi madre iba a morir; yo tenía un perrito que se llamaba Apolo; con una
historia de vida muy triste y de mucho dolor. El perrito se hallaba postrado ya
que perdió la movilidad de sus patas traseras. Lo tenía en ese estado
mucho años y lo cuidaba; pero luego empezó a tener problemas para dar del
cuerpo y ya tenía hasta incontinencia orinaría, entonces yo me negaba a verlo
partir; nuestras vidas estaban unidas por el dolor. Ya no dormía por
las noches, ni me dejaba dormir así; que me mantenía súper estresada, el
veterinario ya me había dicho que lo pensara. Él comía muy bien; tanto es así,
que hasta el último momento comió muy bien, lo amaba demasiado; aunque quizá no
fui ta buena con él. Entonces ese día eran tarde; tipo 6 y media; aún no
anochecía y recuerdo muy bien, que estaba lavando varias toallas que le
colocaba al perrito; mientras él no dejaba de gritar, llamándome;
en esos momentos me llamó mi
hermana, desde el segundo piso. A mi mamacita la cuidaban
ellas; de un todo y por un todo; mis dos hermanas, tan
dedicadas y fieles a la familia, tan buenas hijas y hermanas a la
vez. Una de ellas, tuvo que salir y mamá estaba dormida; y
cuando mi hermana Ofe me llamó, era para que subiera rápido y
le ayudara a cambiar los pañales a mama. Subí y la note muy pesada,
casi ni la podía mover, más de lo usual; no obstante, no me
di cuenta; no sé, si logro que me capten. Lo supe y no lo supe, abajo el
perrito, seguía gritando. Le ayude y la llevamos a la sala; la
sentamos en el mueble grande, donde se hallaban cosas
regadas, del sobrino. Eso me molestaba, pero él
era y es intocable. Mamá me miraba con sus ojitos pequeños y
tiernos todo el tiempo como preguntándome o tratando de
decirme algo, pero el otro, apremiaba abajo; así que baje, ella me siguió
con la mirada voltee a verla y aún seguía detrás de mí y lo
cambie y le di su medicina, le tenía que dar tramadol al
pobrecito. La olvide abstraída en esos quehaceres Mamá
se quedó con mi hermana y el hermano mayor, y una amiga de
él; llamada Livia, que estaba ahí, en la sala viendo la
televisión. Al rato llego mi hermana, la cabeza del hogar y bueno
así pasaron las horas, eran como las nueve, cuando
escuché un grito, era Ofe llamándome, subí de prisa, en ese
momento, el tramadol había hecho efecto; yo estaba
supremamente trasnochada. Con el corazón, en la mano llegue a la sala,
para escuchar el grito de mi madre, que decía ¡Ay me voy a morir!
La toque y estaba fría, la vecina llamada María Isabel, dijo que de
seguro se le había bajado la presión; la otra hermana llamaba a EMI; y
una de ellas, le llevó aromática caliente, se tomó dos
cucharadas y se murió, de verdad se murió, dijo que tenía un dolor muy grande
en un lado de la cadera. Entonces la llame Beatriz, Beatriz;
yo había bajado y vuelto a subir, con un aceite que yo misma había
bendecido en nombre de Jesús y rezando mucho; subí y le unte en la
frente y volví a llamarla; entonces ella regresó. Regreso y no cesaba de
llamarme y me llamaba y se fue reponiendo, hasta que llegaron los
de EMI y tenía que dejarla
sola. Entonces invite a la vecina y a la amiga
del hermano, de Rodrigo, a Livia, que se habían dado
cuenta de todo, a que rezaremos juntas uniendo nuestras manos.
Rezamos y mientras tanto, en la pieza mamá volvía a llamarme y me
fui para donde ella; y los médicos, dijeron que si la queríamos
llevar a un hospital y me preguntaron a mí y como vi, que se
repuso y que dijeron que estaba bien; me confíe; no obstante,
decían que para tenerla mejor allá y que por si algo.
Dijimos que sí, fatal error mío, dos errores. Mi hermana se fue con ella;
pero antes la sacaron y en el muro de afuera, la abrace y le
dije, que yo la iba a esperar a que volviera; otro craso
error. Entonces dije, iré
más tarde a verla a acompañarla; más no se pudo ella murió a las
tres y media de la mañana. Cuenta mi hermana, que ella todo el
tiempo estuvo consciente y la manera como esas doctoras del
hospital san Rafael; tratan a las personas, dijo que la tenía
que dejar sola y cuando ella cuenta eso, llorando, yo me siento pésima.
Pero no basta, seguro, yo creía que mamá iba a volver, torpe de mí…
Me confié tan solo, porque le unte un aceite y
“la hice regresar del más allá” Sé que me estuvo esperando,
me quería demasiado , yo era su niña, su preferida… ¡Mamá! ¡Cuánto
lo siento cuanto!
Moraleja.
Si Dios le da a tu ser querido unas horas, para vivir aprovéchalas. No
seas como esta mujer; que más bien se acostó a dormir; pensando que
habría un mañana para compartirlo con ella...
Beatriz
Elena Morales Estrada
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