HISTORIAS
REALES DE LA Mamá GRANDE ©
Fragmentos
Algunos
historias que me contó mi madre
Beatriz Elena Estrada, que ella vivió
en su niñez y durante su vida adulta.
MONÓLOGO (MEMORIAS)
Relato
Nosotros vivíamos en el campo, teníamos entre los
catorce y los doce años. Después nos fuimos a vivir a la finca de Emilio López;
para ese entonces yo tenía unos dieciocho años; éramos varias hermanas; Isaura,
Mariana y yo, sí porque Marta vivía en Pueblo Viejo y a nosotros nos gustaba;
después de hacer los destinos y atender a mi papá y a mis hermanos salir a
columpiarnos ahí, afuera en el corredor. Un día yo me estaba meciendo, entonces
él, tu papa se puso a moverme el lazo y
así, hasta que siguió yendo; porque es
que ellos tenían una finca en el plano. Don Roberto y la familia; ahí mismo en
donde está ahora, la casa de Cecilia, pero esta casa es nueva; la otra la
tumbaron, entonces ellos subían con los amigos; un amigo que tenía; el dueño de
una finca que se llamaba la portada y el hombre ese se llamaba Salvador y así;
hasta que comenzó a subir cada ocho días, ahí conversábamos entre todos. Estuvo
yendo por tres meses, hasta que se fue para Pereira y ya después volvió y me
dijo que fuéramos novios. Pero a mí, me habían dicho que conversaba con Isaura
los días domingos... Decía pues la gente, ¡yo no sé! y no la subía hasta la
casa; ¡jun.!, ¡qué tan jodido que era! Entonces yo le dije, que yo tenía un
novio y que lo quería mucho; José Asunción, pero ese no movió un dedo para que
nos casáramos. Yo le dije que no iba a seguir con él, porque nunca me había
dicho que nos casáramos y él llorando me dijo, que era que no tenía plata; ni
siquiera un trabajo.
Pero él sí; Roberto; tu papa me dijo que estaba
decidido a casarse conmigo, quiero casarme con usted; aun cuando no tengo
plata. Pero una vez que hubo sembrado todo este semillero de hijos me dejó y se fue; y eso que me dijo, que
nunca me iba a dejar. De sus bellos ojos como surcos salieron lágrimas que se
deslizaron por sus mejillas y ya luego su mirada perdió se en algún punto
lejano y ya no dijo, no quiso decir nada más.
La
mujer de negro
Cierta
mañana en un pueblo; relata mi madre,
que estando muy pequeña, sucedió algo, que la dejó impactada y
resulta, que unas parientes de ella, que
vivían en una casa, que tenía en la parte trasera, una ventana que daba a un precipicio y esa parte era bastante alta, y abajo pasaba
una quebrada y mientras, que la entrada principal, si daba a una calle, un poco falduda, pero normal y resulta, que la tía mayor,
salía de viaje esa mañana, no eran, sino
la tía y otra hermana, no sé, a ciencia cierta, si era hermana, hija o sobrina; el caso es que, mientras la mayor, salía de viaje, la otra, se quedó dormida y la tía, empaco un maleta
con sus cosas y salió y se fue …
Vea, lo que pasa, es que esas casas,
como que fueron construidas en un barranco, dice mi mamá, que para ese
entonces, era muy niñita; en cuanto se fue la tía; la que estaba acostada, vio sintió y oyó, a una mujer vestida de
negro, con zapatos de tacón; muy hermosa
es que, era entrarse por la ventana esa y que,
con una mirada llena de dulzura,
le sonrió y se acercó hasta su cama, muy
cerca de su cara, como si quisiera cerciorarse de que si,
la estuviera mirando y sin medir
palabra, de inmediato, se ocupó en
arreglar la cocina, lavo los platos y
dejo la cocina impecable y la miraba desde allá y le sonreía y a continuación
barrió la casa y debajo de la cama y
organizo las pantuflas y los zapatos, que dizque, todo quedo muy ordenadito. Y resulta, que como a la hora, la tía, que estaba en la terminal de buses,
se acordó, que se le habían
quedado unas bolsas de ropa, ya que,
eran comerciantes y toco la puerta y tocaba y nadie le abría y ya
cansada y preocupada de tanto tocar,
llamo a unos vecinos, y entre todos tumbaron la puerta y como le parece, que se fue para la cama y la encontró con los ojos abiertos y con la
lengua trabada y que le preguntaba cosas y ella le
movía los ojos, intentaba hablar, pero no podía , y hacía así, mmm, con
los labios, que los tenía pegados, apretados y
eso, tuvieron, que llamar a un doctor y la tía le
preguntaba, que podía ser eso, tan raro
y el matasanos, en ese entonces,
como que les decían así, le respondía que no sabía; lo que le pasaba, que era posible, que hubiese,
tenido una experiencia muy, muy
fuerte, algo, que la impresionó fe tal
manera, que la llevó
a quedar en estado de shock y que había, que darle tiempo a que reaccionara. La medicó y después de tres días, fue reaccionando, hasta que contó, lo que le había acaecido y la tía cuando llegó, si encontró todo en su sitio. Y eso, fue, lo que nos dijo mamá, que había pasado en ese entonces.
Esa noche
Ella a cada rato iba a hacerme la visita y yo la
atendía lo más de bien; le servía unos almuerzos lo más de buenos. Hasta que un
día me tocó irme a vivir a otra ciudad. A Manizales y me fui a esa casa, a
donde Elena, la hermana de mi suegra y se me hizo muy
tarde y me tocó amanecer allá; entonces me puso a trabajar y a la madrugada me
hizo levantar para que le moliera un maíz. ¡Pero no pegué los ojos esa noche! Eso
era una bulla, arrastrando cadenas; ella y el marido que era ciego, pero ese
hombre, qué demonio que era. Trabajaban dizque arreglando o desbaratando
matrimonios. Ni un trago de agua panela me dio.
Un día me fui a buscarles una leña a mi suegra y
ella, la hermana andaba por ahí y como sabía en donde guardaba yo mis cosas; se
fue y me robó una foto de él y la puso cabeza abajo y la chuzó con puros
alfileres. Entonces Matilde, una hermana de él, que en paz descanse, la
descubrió. Vio la foto y se puso a decir que yo era una malvada; pero mi suegra
aunque no me quería, era justa. Yo llegué y eran como las ocho y tiré la leña y
me puse a prender el fogón, porque no había ni agua panela, y mi
suegra se alegró tanto; entonces me defendió y dijo; ella no fue, ella no es;
antes, miren que acaba de llegar. Sí, porque yo partía con un hacha la leña,
con mis pobres bracitos que ya no daban más. Puse la cayana y la
Matilde se vino a buscarme pelea. Con ella no se meta, los siento mucho
pero mi nuera no es; a la que si vi rondando por ahí, fue a la Elena.
Entonces la Elena se defendió y comenzó a decir un poco de cosas, fue
cuando cayeron en cuenta que esa mujer me aborrecía. Después, a los ocho días
volvió y yo estaba remojando la ropa; le dije a Tulito; ¡vaya! dígale a su tío
que le preste la peinilla para yo peinarlo y después se va para la tienda a ver
si le fían un jabón, para lavar esta ropa. Tan pronto escuchó que yo dije
peinilla, se fue a decirle a mi suegra. ¡Vea! ahí está, dizque prestando una
peinilla para matarme. Ella era coja, entonces le dije, porque se subió al
balcón y comenzó a insultarme; ¡Vente para acá que aquí te espero! y ese tío de
Tulito que se cagaba de la risa. Y todo lo que me hizo trabajar esa noche.
La piedra
Un
día estaba yo a dieta de Pairo, ¿era Pairo? sí, creo que sí y me asome por la
ventana y mire para allá, para esa montaña de la sierra, cuyo cañón llegaba a
la quebrada, una quebrada que había hay, ya para entrar a la playa, un poco más
allá , de la vuelta de medina , más allá de la casa de salvario vallejo , en la
playa, junto al bar campestre, donde, coge uno la travesía, para
meterse a la sierra y cuando vi, que bajaba una piedra grande, prendida, como
si echara candela y atravesó la carretera , paso al otro lado, por entre unas
casitas que había y se clavó en una peña grandotota , y que estaba, en ese
plano del potrero y pasando por entre, esos ranchitos y no los tumbo fíjate. Lo
más de raro.
Cigarro
Cigarro
Un ocho de diciembre, estando yo, de dieta y a los ocho días, de haber nacido Eugenia, me salí para el corredor , que era de barandas , y serian entre las nueve y las diez de la noche , la casa en esa parte, era como falduda y estaba hay mirando al cielo ; cuando vi que venía bajando por el cañón de la sierra , ahí, más debajo de esa cordillera, en donde estaba el tabor ; un tabaco, sí, porque aparecía como una cosa, en forma de tabaco , con la punta prendida; o sea, en la parte de atrás y de adelante, llevaba como un foco prendido y medio se paró, se detuvo en el aire, no estaba muy alto ; aunque siempre, sí.. .
Pero al alcance de la vista y dio tres vueltas así; aquí, ella mostró con las manos; como en forma de elipse… Y lo que pasa, es que venía derecho y al llegar, encima de la playa, dio tres vueltas en forma circular, y de allí se desvaneció, con rumbo a la montaña y se perdió…
Esa noche estaban de visita unas mujeres y me provoco, me dieron unas ganas de salirme; y ahí, fue done aprovecharon, para robarme dos abrigos, uno negro y otro café, me abrieron el closet.
Nota: en la sierra, toda la vida, se han hecho avistamientos. Se han visto ovnis.
Sombra
Cuando estaba chiquita, nosotros vivíamos, en una casita de barro, la tierra era colorada y teníamos un patio largo, y esa noche estaba haciendo una luna, que parecía de día, más linda; cuando vi, como una sombra, de una mesa de corredor, que venía por el aire, una sombra cuadrada y se veía reflejada en el suelo, mire para arriba y venía esa sombra también ahí...
Beatriz
Elena Estrada
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