El eco
¡Eco! ¡Eco! ¡Eco! Y el eco se extendió de montaña en montaña, de mañana en mañana; pero luego las montañas se derrumbaron, se desasieron, se desintegraron; la tierra toda y el eco anunciaba vendrá un tiempo en que las montañas se caerán y el viejo mundo, que es este, se desintegrara y al hacerlo, todooo quedara de tal forma, que llegara a un punto en que todos los ruidos se mezclaran en una oscuridad sin fin y más tardecito, después de escuchar eso, la ciudad que yacía en los sueños más profundos, se despertó y ya no tenía ecos. No se oía nada, pero nada, nadaaa; porque había un vacío muy grande, tan grande, grandeeee, como el espacio mismo. Y ya nadie se tenía así mismo tampoco. Entonces una niña dijo; mejor me voy a quedar ¡Quietita! ¡Quietita! ¡Pero muy quietita! No se paraba ni para ir al inodoro. Y fue así; porque estaba muy gordita y tenía el corazón llenito, llenito y es tanto así, que hasta se le formó un jardín del cual florecían, que montonón de cosas y hasta de mariposas, aves cantoras y así, porque es que ella, se convirtió en fundadora de que cantidad de mundos. La niña vivía entre los mundos de su pecho, que lograba abrazar con sus bracitos y cuando los abría, entonces estos mundos salían como expulsados por unos cachetes inflados y surtidos de aire y así, hasta que pasaron los años, los siglos de los siglos quizá, y también la infinitud de la totalidad y la ciudad se despertó de nuevo y con ella, los ecos crecieron y crecieron, pero por fortuna, eran sólo eso. Bueno, eso era lo que ellos, todas esas gentes deseaban creer; porque pensaban que un eco, es un eco y siempre se repite y se repite, la misma bobada y nada, de nada.
Entonces un día, la niña al ver todas esas cosas, ya no se quiso levantar nunca más y prefirió quedarse así, sin los ecos, pero dormida ¿Pero poque por qué? Le decía una vocecita muy adentro. No lo sabemos del todo; suponemos que era, por todas esas cosas que ella veía, sentía, ver cómo eran esas personas, como era de sonsas, y otras súper crueles y no se diga más, pero desde luego, la niña sí que sabía con absoluta certeza. Lo sabía. Después de escuchar esta historia, una voz ronquita, gruesecita rebuznó; no, esto es una tontería, ella miró y era un burrito, que estaba en la otra esquina del solar. Más hacia allá había un caballo. El caballo antaño tan soberbio, con un extraño ruido ¿Que no sabemos si era un rebuznó o qué? expresó; si empleáramos la luz solar, los recursos naturales, no pasarían estas cosas y entonces la vaca dijo ¡Muuu! Por eso, es que eres tan burro; yo no soy burro, soy el caballo, replicó ¡Haa! ¡Por eso mismo! ¡Por eso mismo! Fue entonces cuando ¡Rin! ¡Rin! Renacuajo muy tieso y creído salió de su casa y su mamá le dijo ¡Cuate mijo! No te vayas por ahí, mira que esto, va de mal en peor; pero ¡Ukuu! No le importo nada; entonces la niña se despertó y dijo ¡Eureka! Los mansos han ganado un montón de gansos. Y un montón de zánganos harán que justos por pecadores caigamos en el vacío sin fin… Y así. ¡Qué bobada cierto! Dijo el burro y la vaca dijo ¡Muuuuu!
Beatriz Elena Morales Estrada @ Colprinth
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