Parte 9 De silencios. La Mamá
La Mamá
Género novela
Parte 9
De
silencios
Y
estaba ahí sola, boca arriba en una especie de tarima metálica; es lo que creo
que era; pareciera ser muy temprano, era de
mañana; no se escuchaba nada, ni siquiera el zumbido de una mosca
atravesando el aire. No había nadie, absolutamente nadie a mi alrededor ¿O
talvez si? Allá en la penumbra, una
sombra y estaba llena de sangre entre
las piernitas; era una bebe de un mes quizá; eso sucedió antes del sucederse de
las cosas. Yo no esperaba nada, ni a nadie, solo estaba puesta ahí… ¿Por qué? ¿Por quién? Jamás
lo sabré. Solo estaba puesta allí, talvez,
al igual que ahora, que siempre;
antes solía escuchar el silbo del silencio, el ruido de la
naturaleza, de las cigarras, de las lagartijas cazando… ¿Y
ahora? Ahora solo escucho el zumbido del
aire, tal como el pito de una olla a presión hirviendo a fuego medio; pero si las historias que me contó mi madre son el producto de una mente senil,
tal como Alefiol trata de hacerme entender; para mí, de igual manera son bienvenidas. Lo que sí sé,
es que uno no puede arrancar de si,
aquellas vivencias que se han tenido, experimentado en carne propia.
Se dio
un episodio, más o menos a los 70 años de edad de mi madre;
estuvimos yendo a una clínica,
dado que ella tenía problemas de salud,
ya le habían hecho varias radiografías,
no recuerdo bien que tenía, solo sé que había que hacerle muchos
exámenes más, entre ellos una citología,
y en una de esas , se puso muy mal y estaba empecinada en que no quería que le hicieran más de esas cosas; estaba tan furiosa, y como las citas eran prioritarias y esa
gentes no podían perder el tiempo, ni hacérselo
perder a otros pacientes, también necesitados; le rogué que subiéramos ,
era un tercer piso, pero a fuerza de lidia
acepto, y cuando estaba en el
cuarto, arriba con las enfermeras, la
íbamos a bajar de la silla de ruedas,
para montarla en una camilla ; me miró llena de rabia, de frustración, porque pensó, que lo que le estaba haciendo yo, al hacerla ir a algo que ella no quería, era una agresión, una invasión a su privacidad
; entonces me miró llena de furia y me gritó
delante de esas personas ¿Usted quién
es? Usted no es como las otras, usted no
es una hija mía. ¡Usted es muy distinta
a ellas!
Y así, en la medida que iba creciendo y pareciera ser que el Ortab se iba alejando. Se iba quedando atrás; mi hermano Orutra, menor que todos, pero mayor que yo, me gritaba constantemente; usted es una recogida, a usted la recogieron, usted es una mema de Bonaf.
Beatriz Elena Morales Estrada ©
Copyright NARRACIONES
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