martes, 14 de agosto de 2012

El Crimen




EL CRIMEN



John  Stuart se eternizó en el tiempo, sí no hay duda, Sofía era tan bella, como un suspiro de viento, casi como un hálito de vida. Así lo expresó con su voz lenta y recordó aquella ocasión, cuando la vio frente al ascensor, esperando para abordarla. Él, mister Stuart estaba a punto de salir; fue cuando sus ojos sombreados se fundieron con los de Sofía; hubiera querido que fuera un tiempo sin fin. Ella susurró con dulzura; excuse Mr...., ¿Mr.?Stuart, Stuart es mi nombre; dijo él; ella le sonrió con coquetería, ¿vive usted aquí? ¿En este mismo edificio?, sí así es señorita...; ¡Sofía! ; susurró su nombre mientras la puerta se cerraba; ella le decía. Hasta pronto Mr. Stuart. John o Johnson Stuart, suspiró y se hundió de nuevo dentro del pozo de los recuerdos, caminó hacia atrás como en cámara lenta y evocó el dulce llamado de Sofía. Sofía, Sofía, Sofía, te recuerdo ahora parqueada dentro de tu auto, en frente de tu casa. Sí, aquella tarde era de una lluvia leve y caía una brizna de hielo tenue, yo tenía mi mirada puesta sobre la ventana que estaba encima de tu auto y veía la lluvia caer y hasta la sentía golpear como un remanso de cristales rotos en el fulgor de tu mirada, mientras a su vez; Mr. Edward grueso y grande  como un camaleón, fumaba su pipa y esparcía ese olor a picadura libanesa. Fumaba sin detenerse a reparar en nadie y menos en aquella dulce gitanilla; gitana de la melancolía, que eras tu Sofía, mi dulce Sofía; tú que recóndita te encontrabas en aquel marco de esa ventanilla. Por eso tanto a él, como a mi nos fue imposible detectar la masacre que se realizaba en la avenida de la calle de Rótterdam; apartamento 301, allí mismo, en frente a nuestras narices. Tampoco podíamos escuchar nada; ya que esos hombres usaron pistolas con silenciadores. Nadie pudo, ni puede culparnos ahora... ¿me entiende? ¿Me escucha usted?  ¿Verdad? Hasta la gasolina se expandía con suavidad a nuestro alrededor.

Johnson sonrió, su rostro enjuto y sus dedos amarillos por la marihuana, brillaron al contacto con los primeros rayos de sol que se introdujeron por las celosías de la casa y por las ventanas que tenían algunos vidrios  rotos; Jhonson palideció y pronunció. ¡Quiera Dios!  Que Sofía, mi dulce Sofía, haya sobrevivido a aquel atroz homicidio; sí, aquel que se cometió en el apartamento de la señora Rosembaud. Se bien que esa familia de judíos, era muy ortodoxa y hasta radical en sus ideas; pero no dañaban a nadie, a nadie; exceptuando quizá...; no, no me haga caso usted, además ¿cómo podría yo saberlo?, aquella dulce criatura, que era Sofía y que parecía enraizada en medio de la lluvia, lo vio todo, todo desde su auto, recuerdo que era un automóvil de color gris, de marca rusa, mientras esperaba que su esposo, el teniente Ronald, bajara de mi apartamento. Pero el viejo camaleón lo entretuvo demasiado, aún más de lo previsto, lo que quiero decir es que sobre sus disquisiciones,  acerca de la política se demoraron más de lo que ellos mismos hubieran podido suponer; ¡usted ya sabe como es eso!; esas cosas del parlamento, bueno, por mi apellido sabrá usted que no soy de por aquí, que soy americano, bueno eso es lo que figura en mis declaraciones. ¡Por supuesto!, cómo iba yo a saber que ella era casada; se presentó a mí como señorita, jamás como señora; era tan joven y además tan coqueta...; ¿me dice usted qué no he tosido mucho?; ¿para lo demasiado qué  he fumado cigarrillos hechos de marihuana?  No, no le puedo creer, ¿dice qué  tan solo llevamos aquí una o dos horas? , Pero he tenido la sensación de que ha sido toda una eternidad.

 John o Johnson Stuart, escuchó una voz antes de cerrar los ojos por última vez ¡pobre, desvaría!  En su agonía desvaría, sí así es cariño; pero él tenía que pagar por lo que hizo. John Stuart sonrió al escuchar esa voz; eso fue lo último que se llevó antes de desvanecerse para siempre. Sofía, pensó. La inyección que le pusiste Sofía, es la menos dolorosa; ¿y a propósito? ; Sofía nuestra nieta se ha recuperado mucho; él no supo que fue a su madre a quien mató, no, y además que fueron años, los que pasó aquí, en esta vieja habitación, la marihuana atenuó un poco su sufrimiento; vamos cariño que se nos hace tarde, ¡vamos!

Y no hemos dejado ningún rastro; si alguien lo encuentra pensara que este pobre sufrió un infarto. Apresúrate Sofía, se hace tarde; si, ¡vamos!
                                           
                                                         Beatriz Elena Morales Estrada
       Todos los derchos registrados prohibida su reproducciòn parcial o total


Comentario

Prosa y poesía
Roberto Ramón Brindisi, el Junio 7, 2012, a las  7:33, pm
Beatriz me ha gustado mucho esta narración, coste que en esta ultima etapa soy poco propenso a leer cuentos cortos, los que en otra época hicieron mis delicias, Jorge luís Borges, Marcelo biermajer y su literatura erótica, Roberto fontana Rosa y tantísimos cuentistas excelentes que me alimentaron y hoy leo este cuento tuyo o relato breve y me pareció muy bueno, no se pierde la ilación, con un buen final. Gracias Beatriz por haberme regalado el sabor de la narración breve.
Un beso
 Robert


EL DIARIO DE VALENTINA PIAMONTE (Alpha: Frontiertothe...Video)








   Evidencias

 Y entonces ven los rayos que se hallan escondidos en todos los atardeceres... Y querrán  descubrir el misterio, más no lo supieron y no lo sabrán, por más que ellos lo intentaron. Pero quizás un principito logre descubrirlo ¿Digo no?


                                                  El  Acontecimiento

                                                                         Febrero 20 de 1987


Y así como la música es la captación del lenguaje mediante el sonido, los acontecimientos son la captación esencial de un solo acontecer en nuestras vidas ¿Quién puede decir que una mano extendida en el tiempo, no es sino la afirmación  de un  arquetipo de la especie, que no es uno, sino todos y, a su vez todo es uno?


Yo, aquella muchacha que soñó con la luna, me encontraba esa noche en un lugar alto, parecía como un edificio de cristal; era un edificio de cristal, y era transparente como un espejo y allí se reflejaba todo el cansancio de la ciudad; ciudad asediada por la luna. 

Y  llena de gentes y de carros, de sucesos e insucesos, que me recordaban al primer Caín, asechando  el primer Abel. Conmigo se hallaban muchas personas, aunque no las conocía, jamás en mi vida las había visto.


Desde allí se podría observar con nitidez el cielo; es entonces cuando aterrada veo una luna que se torna roja
y que se va poniendo pequeñita en la medida en que se aleja. La tierra parece alejarse también y sumergirse en una oscuridad total. ¡Estoy tan aterrada!

De repente surge una estrella, siempre la veo perfilarse en las noches y brillar con mucha intensidad. Ahora, en este instante dicha estrella o planeta alumbra, se ilumina cada vez  con mayor fuerza y se apaga por instantes y, ya luego se aleja aún más, más  a una velocidad vertiginosa. En apariencia lo hace al mismo tiempo, de un modo circular y horizontal.
Mi vista vuelve a ser enfocada por el lado izquierdo y entonces vuelvo a ver la luna roja; lo inesperado sucede, luna y estrella se juntan, una explosión voraz y todo se convierte en tinieblas, y zúas...


Yo Valentina, que he visto que se ha desprendido de un hilo del cielo la luna, me hallo aún enternecida por el asombro. Yo, yo que ya se que es el uno... 
Y a su vez soy  su afirmación; espero en la soledad de mi destino, el acontecimiento total de esa realidad de ser.
Ese ser por el cual he caminado con fuerza, dejando atrás como en un teatro, sombras de cosas ; mientras me he alejado, sosteniendo entre mis manos un matinal, que al final de cuentas nunca he leído y que quizás nadie leerá jamás. 
Hacía atrás en el tiempo, quedan ellos, mientras yo me voy sumergiendo como un fantasma en un tiempo, que todavía no conozco, mí tiempo.
                   
                              Beatriz Elena M E

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FAsEs De La LuNA


Enero 9 de 1986  

El DiArIo  De VaLenTinA PiAmOntE; 
segunda parte


Sentada en  mi  vieja mecedora, que esta situada en algún lugar del espacio, he vuelto a pensar en el pasado. Pero es que el tiempo aparece a veces como un arlequín, que imita a un hombre sostenido en un solo pie y con la mano izquierda extendida, conteniendo en ella un salero, aunque estas cosas nos parezcan tan raras; no son otra cosa que la simbología de la muerte, que se nos presenta también como una representación de la vida.
El salero sirve para rociar y a su vez contiene en si, la sal, la esencia del néctar escondido y  la sangre que fluye por las venas, la savia vegetal, el carbón encendido.
El arlequín, el equilibrio entre el bien y el mal, entre el número perfecto y lo imperfecto, la  trilogía de los sabios... ¿Cuánto tiempo puede durar un hombre en esa posición? ¿Una mujer? ¿Y un arlequín?
Y nosotros que somos sombras escondidas en el sueño, somos a su vez interpretes de sus imágenes, yo Valentina Piamonte, seré interprete de mi propio destino y al final, mi mano derecha extendida hacia la muerte, capturará una imagen azul, no como un espejo, sino como una donación que he recibido de la vida. Y lo que es donado será devuelto cabeza arriba, cabeza abajo colgado. Después, Mirando, esparciéndose...


Recuerdo aquella madrugada, cuando el espíritu me llevó de nuevo al sueño visionario; mire al cielo y vi una cantidad de estrellas resplandecientes y a sus vez muchos puntos en el infinito y una luna que parecía menguante; también un planeta que se desplazaba, quedando detrás mío,  hacia el poniente; el sol parecía brillar...
Lo que parecía el satélite lunar, cambió varias veces de posición; es decir que lo vi avanzar hacia una estrella, que a su vez se desplazaba por un costado de la tierra, en dirección al sol  y cuando estaba a una cierta cercanía de este, se produjo una semi oscuridad. La luna que en su recorrido avanzaba, en sus movimientos habituales, no solo atraviesa por varias fases,sino que también cambia de color.

Una extraña voz de mujer me dice; has contemplado un maravilloso espectáculo a color, ahora el planeta va al encuentro con el sol... Bueno siii,  si es que acaso sale.


     Beatriz  Elena Morales E
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El DiAriO De VaLenTiNa PiAmOnTe

 Inédito













 
  El  MuNDo En RuInAs
                                                                                                (Febrero 9 de 1986)  


Sentada en mi vieja mecedora del tiempo, he vuelto a releer mis apuntes del pasado y siento una profunda inquietud al hacerlo. Yo Valentina, yo que hace mucho tiempo, he descubierto que el mundo en que vivo es un mundo caído, yo que habito en la sombra, sin ser sombra, he comprendido también que este mundo es tiniebla y olvido.

Y es que había olvidado que tengo los ojos del Dios vivo en mis ojos y aunque él es inmortal, yo pereceré algún día bajo el sonido lejano, sonido que me llegara de algún lugar; nunca sabré de donde vino, no lo veré quizás, pero sentiré en un segundo ilimitado mi triste destino; que es el destino de todos.
No obstante ahora casi vieja, perdida la esperanza y agitada por tristes meditaciones, espero con la fuerza de un antiguo guerrero, el fatal día en que la luna se pondrá roja. Jamás olvidaré aquellas noches en que tuve bajo mis párpados cerrados, tan extrañas visiones y presagios. Un absurdo quizás fueron ellas ¿Pero acaso, no son absurdas las diferentes realidades qué nos acompañan? Nada de especial tienen, sin embargo, ahora que el mundo está otra vez en llamas y el oro negro acaricia los corazones y el mío es una desolación casi fatal, las recuerdo con mayor intensidad. 
Fue así como aquella noche, hallándome conversando con mi madre, sentimos ambas la necesidad de mirar el firmamento, ¡Que vemos! una luna grande y extraña en creciente, como desde un paisaje lejano, quizás hasta fortuito. De repente y sin darnos tiempo de nada, todo comenzó a moverse y las cosas se fueron destruyendo ante mis ojos, las montañas se derrumbaban, caían desde su altura, todo giraba, los continentes se desaparecían, poco a poco todo tendía a la nada. La tierra , nuestro planeta, quedó en ruinas. Después ante mi asombrado espíritu, solo veo herrumbre, restos de edificios esparcidos... Entonces me pongo a llorar y lloro y lloro, lloro  con  amargura  la falta de mi madre, de mi familia, de mis seres queridos, lo que era ya no es...


Sin embargo y sin que yo lo hubiera  notado, hallábase a mi lado alguien, sin fijarme lo miro y le digo; ¿qué voy a hacer? el mundo se acabó, mi familia ha desaparecido. Entonces el ser se me acerca, me toma del brazo y me lleva hacia unas ruinas cercanas, me dice; no debes pensar en ellos, ya no existen, ya están muertos, pero todo, todo acaba y es tan solo para comenzar de nuevo. Yo me quedé mirando, mirándolo y es entonces, cuando lo descubro, lo reparo, lela, muy lela veo sus ojos; intento acercármele pero él, me paraliza, me deja clavada en mi sitio, obligándome a mirarlo, a detenerme en su mirada sin parpadear. Siento una gran fuerza , un gran poder se apodera de mi, me lleno de mucha fuerza, ¡Jum que poder tan tenaz!  Esos ojos nunca vistos antes, son semejantes a un mar de diamantes, a un mar de cristal  y brillaban con una claridad azul de constelaciones. Escucho su voz exhortándome de nuevo  y esto es lo que me dice; no temas yo soy Dios, siento entonces un calor, un fuego muy agradable que me abraza.
Luego este ser que esta más allá de toda apreciación física, más allá de todo concepto banal, de lo feo o lo bonito; él es el ser, del ser  y por lo tanto me es por completo indefinible, imposible capturarlo en su esencia, parece alejarse y digo parece, porque con él nunca se sabe. Sigo contemplando las ruinas y  aún me lamento; el mundo ha desaparecido delante de mi mirada, todo, todo ha caído, escucho un ruido y me pongo alerta, al mirar veo a un pobre hombre quemado, agonizante, me pide ayuda y exhala.


La angustia vuelve a inundarme casi hasta el horror, estaba allí, en medio de ese desolado paisaje, vuelve entonces a aparecer un ser humano, si un ser humano... Con patencia suena su voz, la de él, que me dice así; estos nuevos seres que vendrán, no sabrán nada, pero nada de lo que paso aquí, no pueden saberlo, nos toca a nosotros enseñarles, mostrarles poco a poco lo que pasó. 
Yo, que he comenzado a vislumbrar el presagio y la caída de las torres de babel, aún no salgo de mi asombro. Mis ojos desmesurados se fijan a veces en un punto infinito, cuando el sol entra por un costado del tejado y se allega al patio de mi casa, formando rayos y puntos de luz imprecisos; que aún no acabo de comprender, pero espero con ansiedad, el cumplimiento cabal de mi afortunado o desafortunado destino.
   BEatriz Elena Morales  Estrada


Todos los derechos reservados


                     




                                                                                        
      Beatriz  Elena Morales Estrada
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 I

                                                                                     
                                                    
   VéRtiGo 

El Diario de Valentina Piamonte
 
Enero 3 de 1986- 4:00  A.M.

Y como no sentir y guardar dentro de mí, el secreto de aquellas noches de fascinado asombro, aún recuerdo cuando el espíritu, me entró en visiones y me mostró; enseñándome el más hermoso y exótico paisaje que jamás ojo humano, creo yo, haya llegado a contemplar. Era una hermosa, gigantesca luna  (cuando digo gigantesca es porque lo era) con mapas de colores azules, parecían continentes sobre su superficie.
Desde el espacio yo veía también la tierra y observaba a su vez, otra luna amarilla, muy aterradora, pero no menos bella que la anterior y más hacía allá, en una línea casi horizontal y digo casi, porque en el espacio los cuerpos, no se hallan tan juntos, aunque así  parezca a simple vista.
Los veía alineados, uno tras otro, así era que estaban. Otro planeta, menos bello, pero de igual grandeza estaba detrás de esta, entonces me sentí  invadida por una fuerza increíble, densa, que lo atravesaba todo, todo. Y de improviso la tierra cambió de manera brusca su dirección, en un movimiento bastante fuerte y se alejo cada vez con mayor intensidad de la luna amarilla que la precedía, todo se oscureció más, aún más...
Semejante situación me anonadó tanto, que comencé a gritar y no era para menos, semejante visión, tenaz. El pánico me invadió, porque sentía como si nos hundiéramos y cayéramos en un vacío. Yo gritaba ¡es el cometa Hallew! su deslizamiento interfiere en el rumbo de los planetas... El impacto de tan fuerte impresión me hizo despertar y mis ojos, ahora ya, constelados como dos astros, quedaron llenos de esa preciosa visión.
Me levanté asustada y subí a la terraza, el cielo parecía despejado, entonces vi, yo vi dos puntos que se movían de forma paralela, y más abajito otros dos, que se movían de igual modo. La casa se lleno de luz, las personas intrigadas se despertaron, buscando a un presunto ladrón; al verme, me miraron con algo de extrañeza. ¿Y quién no? Si eran horas muy entradas de la noche.
Volvieron a sus lugares y de igual modo volví  a mi habitación, encendí un pequeño radio que tenía al pie de mi cama  y como al azar sintonicé cualquier emisora; un locutor daba un presunto informe científico; " se ha comprobado que seres que pertenecen a la misma especie; pueden ser hormigas, plantas, tienen al igual que el hombre, una capacidad receptora que funciona de una manera excelente en la proximidad de algún peligro. Los hombres con mayor razón, se comunican entre si y se advierten por un instinto de conservación a distancia."  Miren yo no he comprobado la veracidad de tales palabras; de lo que si  estoy por completo segura es de la visión que tuve y la de tan maravillosa y a su vez terrible experiencia.
 Eso que vivencié de una manera tan real.
                         
Beatriz Elena M E
 Derechos reservados todos…

domingo, 22 de abril de 2012

IRREFLEXIONES




                                                              Irreflexiones


Cascadas de palabras que descienden a veces, en ellas me hallo inmersa, ya no tengo remedio porque medio apachurrada estoy, por culpa de esta historia sin limite de tiempo en la memoria. Tu sonrisa es la efemérides del sueño más sublime, en ella esta mi anhelo y mi búsqueda  infinita y  finita.  

Con la boca  entre las nubes y con los blanqueados ojos de la noche, y abucheada por la inclemencia de la economía que de ti me separa, con los bolsillos rotos y sin extravíos en la cabeza, voy dando tumbos de aquí para allá y ya no se que hacer, ¿qué voy a hacer? me pregunto y me pregunto; estoy más fregada que ropa de lavadero y medio enlutada por tu partida, aunque llena de pensamientos también ; pero de nada me sirven si no puedo rescatarte de entre la fauces de los que hambreados  te rodean  y  muerdo los labios, los muerdo en el aire, ante la impotencia del no poder hacer y con los puños apretados tengo que tragarme este desafuero de mi suerte y es que la veo negra  ¿Qué rayos voy a hacer? La verdad, no tengo ni la más mínima idea. Con elegancia trazo los trazos que deletrea mi memoria y ni la ñola de las vacas me pega; un día soñé que unas vacas gordas se caían  del cielo y me sorprendí porque nada les había pasado y cayeron sobre una tierra fértil y verde, verde como el color de la esperanza y de nada me valió, porque aunque tengo esperanza, estoy en la piola más fregada , en la cola de la fila, más arruinada  que Caín,  el desdichado que mato a su hermano Abel por envidia y aunque los envidiosos son más  y se deben de estar jactando de mi desdicha, tengo  jaqueca y  no esta  por demás ,el   desafuero de mis tristezas y siento que me hallo fuera de lugar y que en este mundo no hay sitio para mi. No, no;  no hay nada hospitalario, nada que me diga calor, tibieza   y  si, pero sonrío,  en mi,  habita una fuerza irradiando colores y sin embargo, la verdad sea dicha no tengo un centavo, ¿qué rayos voy a hacer? De noche las estrellas me pegan con María  y ellas que siempre dan al hombre una sensación de lo absoluto que lo hace pequeño, más no es ajeno, a su dolor no, el Dios que la vida le dio.

Así me dice el señor y digo yo pues de porfiada  que soy,  que de día y con el sol abrazando mis espaldas y dando duro a  mis ojos ¿Quién soy?

Bendito Dios, ¿no se qué voy a hacer?

Hifuemadre de  mi; corren perros y gatos, detrás  mío,  me ven como su protectora, no, no es eso , es solo que saben que yo los amo ; ¿más ya no se que hacer?   tanto odio me he ganado por eso, pero va, creo que en el fondo es una excusa  para  alimentarlo y hablando de alimento, mi sustento diario y el de los animalillos de  dónde  rayos  me lo voy a  sacar  ,más  porfiando debo de tener fe y dejar que los infecundos se traguen sus palabras  después de todo Dios no se ha muerto amén.

También, se que he asumido la responsabilidad de existir frente a todos los que me aborrecieron y  los obstáculos que se me presentaron y frente a todos los retos que me toco  asumir.

Y además asumo que en algunas ocasiones,  desistí  de seguir en frente de alguna responsabilidad que no quería, pero jamás abandoné la barca y mucho menos he deseado morir…

Si reconozco, que muchas veces he estado y estoy triste y también asumo mi terrible apatía, mi desazón por algunas cosas y mi tedio… Lo peor es eso, ese tedio que a veces me llega, pero yo se porque es  y es porque estas lejos de mi y además odio todo aquello que me aleja de ti, pero siempre me sobrepongo y a  hacer lo que me toca a hacer; pero el dolor se queda en puntillas y en secreto durante el día, no darle el gusto a  quienes  se gozarían con mi tristeza; pero en la noche mi dolor se destapa y solo en los cielos saben lo que ocurre  en mi y entonces grito y grito clamando ayuda, ¿ señor hasta cuando señor, hasta cuándo , pregunto   y pregunto, mi Dios y señor, hasta cuándo?

Vadean horas y horas, segundos de segundos, adoquinados de quimeras y de silencios bien y mal encarados, pero  intestinales fuerzas brotan de mí y mi ser se desdobla y entre tempestades  de rayos estoy. Peleando a más no poder y pudiendo en la lucha vencer  con todas las fuerzas de Dios en mí.

Si las lágrimas se escurrieron en silencio, también  brotaron  los pastos y las selvas, pero se dieron territorios  demarcados  por otros;   pero  ahora los silencios se fundieron con las palabras aunque siempre es medio maluco que otros los sepan. Como quiera que sea estoy a punto  y a la sazón de caer de narices sobre un acantilado.

                                             
                                                           
                                                       Beatriz Elena Morales Estrada

Extraído de mí obrita silencio de Alas
Derecho de autor registrado

martes, 3 de abril de 2012

Creo en ti Miguel Bosè


DESCRIPCIÓN

                                                          

                                                        DESCRIPCIÓN




Estatura mediana, morena, gruesa; una frente bastante amplia de las cejas hacia arriba. Sienes un poco enbombadas, cejas arqueadas, un poco espesas en la parte donde se originan y ya la parte donde  terminan descendían mas delgadas, las orejas le quedaban  un poco màs abajo de las cejas; tenia una  nariz delgada en la frente  y ya hacia el promontorio ascendía en  forma de punta  ,como la de una bruja. Tenían unos labios pintados  de un color rosado   y formaban  un moño gris que exhalaban como  un dejo agrio. Las líneas de expresión en la parte de las mejillas estaban bastante marcadas. El ceño se le veía muy fruncido por el sol; cabellos recogido en forma de cole caballo, con unas leves patillas. Tenía un rostro apretado, casi hostil; vestía una blusa blanca, de mangas hasta un poco más abajo de los codos; un eslas negro que le llegaba hasta más arriba de los tobillos;  calzaba sandalias y tenía los brazos cruzados, mientras esperaba el bus. ¡Ay, se me olvidaba, ¡tenía bozo!

  
 Beatriz Elena morales estrada
Extraìdo de mi obrita Silencio De alas ; segunda parte
Derecho de autor registrado

miércoles, 28 de marzo de 2012

CARMEN




Fotografía tomada por Beatriz Elena Morales Estrada
                                                                     
                                                               Relato
                                                    CARMEN


Yo me llamo María del Carmen Agudelo y hace mucho tiempo que vivo en este barrio, tengo mis hijos de los cuales me siento orgullosa, en especial de mis dos niñas a las que quiero mucho. ¡Sabe!, usted me inspira confianza... ¿Será, qué la puedo tutear?, ¿sí?, claro, por supuesto; mire usted no me lo está preguntando, pero yo le quiero contar. Yo nací en Amagá Antioquia, en los altos de las minas de carbón, mis padres se llamaban Teresa de Jesús y Cristobal Franco. Mi padre se casó dos veces y enviudó, ya que la primera esposa murió, no se sabe de que y la segunda fue recluida dentro de un manicomio, en donde también murió. Esto según investigaciones que yo hice. Ya después conoció a la que fue mi madre y convivieron mucho tiempo; un día comenzó a darle muy mala vida, no la podía ver tranquila, porque ahí   mismo le decía ¡Vaya trabaje! haga alguna cosa, consiga plata en las cantinas y traiga para la casa. Y ella era tan boba, que se iba y a nosotros nos dejaban encerrados bajo llave. Tenía dos hermanos, Ricardo y Luis que era un bebé. ¿La estoy cansando? No, prosiga, la estoy escuchando; pues sí, como le iba diciendo, mi madre se consiguió una amiga, una de esas que trabajaba en las cantinas, se llamaba María, pero le decían la Momposina porque era muy alegre. Entonces mi madre no volvió a prestarnos ninguna atención, cambio totalmente, nos descuido tanto, que permanecíamos encerrados y no sólo de día, sino también de noche. Ricardo era el único que nos cuidaba; ya que con su amiga ella se iba todas las tardes a esperar que salieran los trabajadores de las minas; mi padre era un borracho. Al pasar de los años, nosotros rodábamos de acá para allá, mi madre nos abandonó y mi padre decidió regalarnos. Cuando eso, ya vivíamos en el Municipio de La Estrella y él se había convertido en un limosnero. Así que un día me trajo a esta casa, aquí en el  barrio el tablazo, tenía yo cuatro años y les dijo que si me querían recibir. ¿A quiénes?; a esta familia, a una hermana de Fresita; usted la conoce,  en ese entonces estaba recién casada, tenía su esposo, un matrimonio  y ellos aceptaron. Y para que me recibieran; les dijo, mi mujer me dejó y yo soy un pobre hombre sin recursos.

Así les decía y a Luis, se lo entregó a otra familia; el único que no se dejó regalar fue Ricardo.

Pasó el tiempo y volvió a aparecerse, tenía yo, ya, siete años y medio. Entonces les pidió permiso para llevarme a conocer la casa donde él vivía; me llevó al Municipio de La Estrella y cuando nos bajamos del carro, me hizo subir por unos montes llenos de árboles. ¡Sabe!, yo era muy inocente. Venga descanse mija; y yo me senté, entonces él me tiró contra un árbol, me quitó la ropa y abusó de mi; miré hacía los lados y no había nadie, nadie, no se veía un alma. Intenté volarme y no pude. Cuidado con decirle a Ricardo;  o a otra persona porque la mato, me amenazó. Cuando cumplí catorce años, yo le gustaba mucho a un muchacho; pero no me dejaban conversar con él, me castigaban muy fuerte y me gritaban. No se le olvide que usted es una recogida. Vea yo no fui capaz de aguantar mas y me fui.

    
Beatriz Elena reservados © Derechos  todos
                                                            

                                      Beatriz Elena Morales Estrada

  Derecho de autor reservado y registrado ya
Extraído de mi obrita Silencio De Alas; segunda parte