miércoles, 29 de febrero de 2012

CUENTOS AL TRASLUZ


Este es mi pequeño homenaje a mi madre;Beatriz Elena Estrada
                                                              
                                                       
                                                          ESA NOCHE


Ella a cada rato iba a hacerme la visita y yo la atendía lo más de bien; le servía unos almuerzos lo más de buenos. Hasta que un día me tocó irme a vivir a otra ciudad. A Manizales y me fui a esa casa, a donde Elena, la hermana  de  mi suegra y se me hizo muy tarde y me tocó amanecer allá; entonces me puso a trabajar y a la madrugada me hizo levantar para que le moliera un maíz. ¡Pero no pegué los ojos esa noche! Eso era una bulla, arrastrando cadenas; ella y el marido que era ciego, pero ese hombre, qué demonio que era. Trabajaban dizque arreglando o desbaratando matrimonios. Ni un trago de aguapanela me dio.



Un día me fui a buscarles una leña a mi suegra y ella, la hermana andaba por ahí y como sabía en donde guardaba yo mis cosas; se fue y me robó una foto de él y la puso cabeza abajo y la chuzó con puros alfileres. Entonces Matilde, una hermana de él, que en paz descanse, la descubrió. Vio la foto y se puso a decir que yo era una malvada; pero mi suegra aunque no me quería, era justa. Yo llegué y eran como las ocho y tiré la leña y me puse a prender el fogón, porque no había ni aguapanela, y  mi suegra se alegró tanto; entonces me defendió y dijo; ella no fue, ella no es; antes, miren que acaba de llegar. Sí, porque yo partía con un hacha la leña, con mis pobres bracitos que ya no daban más. Puse la cayana y la Matilde se vino a buscarme pelea. Con ella no se meta, los siento mucho pero mi nuera no es; a la que si vi rondando por ahí, fue a la Elena. Entonces la Elena se defendió y comenzó a decir un poco de cosas, fue cuando cayeron en cuenta que esa mujer me aborrecía. Después, a los ocho días volvió y yo estaba remojando la ropa; le dije a Tulito; ¡vaya! dígale a su tío que le preste la peinilla para yo peinarlo y después se va para la tienda a ver si le fían un jabón, para lavar esta ropa. Tan pronto escuchó que yo dije peinilla, se fue a decirle a mi suegra. ¡Vea! ahí está, dizque prestando una peinilla para matarme. Ella era coja, entonces le dije, porque se subió al balcón y comenzó a insultarme; ¡Vente para acá que aquí te espero! y ese tío de Tulito que se cagaba de la risa. Y todo lo que me hizo trabajar esa noche.


                                                Beatriz Elena Morales Estrada
Extraìda de mi obrita Silencio De Alas
Esta obrita esta registrada, por favor evitese problemas. Gracias

lunes, 27 de febrero de 2012

Mi caricatura


ZOROASTRO



  Zoroastro


Fotografìa tomada por Beatriz Elena Morales Estrada

Un día un Zoroastro moderno; que bien podría ser él o ella; cansado de caminar se sentó en una acera y se acordó , que venia de las estrellas , porque no era de la tierra y se puso a meditar en lo hondo de la vida, de las caras de los niños mutilados por la impiedad de la guerra; claro él, ya sabia que eso, era por la codicia y la avaricia y el deseo de poder y muchas otras cosas juntas que se habían apoderado del corazón  de los poderosos, es decir de los gobernantes; todo el mundo sabe eso, aunque es posible que no lo sepan o la hayan olvidado. Cuando estaba en esas se quiso colgar de cabeza abajo como Siddhartha, el buda, pero vio que algo o alguien venia arrastrándose  hacia él o al menos se dirigía en esa dirección, por supuesto que como todos los humanos sintió curiosidad y además que estaba a la expectativa a ver que ocurría, y el cuerpo se desplazó con rapidez, sosteniéndose de las dos manos. Con las cuales cogía impulso y se arrastraba, se arrinconó  en un lado y todo su trasero quedo expuesto a la mirada de Zoroastro, que perplejo  pudo observar un liquido viscoso, tirando a amarillo que salió de aquel agujero negro situado justo en medio de dos masas blandas  y blancuzcas y mientras él liquido cae, la mujercita, porque era una pobre mujercita sin piernas; hacia gestos de dolor en su rostro pálido. Los zapatos de Zoroastro, mejor sus sandalias de mendigo quedaron salpicadas y los dedos con gotitas; pero este aunque  se sorprendió,  no era inmutable, se sabia de carne y de huesos como todos los mortales, pero no se movió, ni hizo gestos de repudio al contrario, aunque tenia bien puestos los dientes le sonrió a la damita en cuestión, pero hizo que esta lo viera como si tuviera una hilera de dientes faltando uno o dos, de tal modo que ella , al verlo así se sintió a gusto y no temió, pues sintió que estaban en igualdad de condiciones. Entonces Siddhartha el buda, perdón Zoroastro supo que ya no tendría que colgarse cabeza abajo para ver el mundo; ya lo había visto no solo en esta ocasión sino también en otras. Claro ya sabía también que la tierra, aunque no estaba situada exactamente entre dos blandas masas, si iba a ser tragada por un enorme, enormeee  agujero negro y eso quizás haría que la materia putrefacta y la que no lo es  se purificara  al máximo.

La mujercita mutilada descanso y suspiro con alivio después de semejante liberación y nada clandestina por cierto, así que Zoroastro la seguía mirando sonriente y esta le agradeció  con una sonrisa, su amable colaboración; aunque no hubiera hecho nada. Después se apoyo de nuevo en sus manos cobrando impulso, para seguir adelante y luego  se situó  en la parte central de un pasaje peatonal y comenzó a gritar cigarrillos, cigarrillos y es que el ventorrillo se lo había cuidado un ventero, mientras se fue a destapar y mientras eso ocurría  Zoroastro o Zoroastra   ya se había puesto de pie y comenzó a caminar de nuevo y se perdió entre la niebla de la ciudad, ya que en ese momento el sol parecía un espejo opaco. Y la vida seguía trascurriendo normal y los ricos que no lo  eran tanto,  seguían oprimiendo a los pobres y usurero tras usurero iba alzando su cara en diferentes circunstancias y denominaciones; pero las gentes ya se habían olvidado de eso y no se acordaban siquiera que existió un romano que hizo prender fuego a Roma, porque era una bestia ebria de poder y hasta ignorante y todo eso.

Pero claro nadie se daba  cuenta que la tierra estaba siendo succionada por un agujero negro, porque todos estaban preocupados por hacer dinero y por ganarse el pan de cada día y esas cosas así que suceden todos los días… Y hasta el pobre Zoroastro tenia que pelear de lo lindo para poder subsistir;  amén.



                          Beatriz Elena reservados © Derechos  todos                              
                                                                        Beatriz Elena Morales Estrada 
                         Derecho de autor reservado

        
                                       

sábado, 25 de febrero de 2012

ASTRID

                                        


                                     ASTRID
BOBERÍAS
 RAZONAMIENTOS  FUERA DE TONO Y CON TONO. 


Bueno,, la verdad  es que acabo de llegar, de hacer una de mis caminatas o rondas o como quieran decir. Pero no, esto está más duro, no me fue nada bien, nadie se hizo tomar  una foto.  Y  a veces se me acerca uno que otro parroquiano,  para saludarme o contarme algo, entre ellos, este personaje de la vida real, Astrid, que me dice hola Beatriz ¿Como estás?

Ven  yo te digo algo, vos conoces un viejito que es muy andariego, que vive más  abajito, así, claro que lo conozco, es muy formalito;  y muy enamorado agrega ella, ji, ji, ji, si claro yo lo conozco  ¿Por qué? Pues imagínate,   que ese padre de allí, se puso a decir en el púlpito, que no se juntaran con ese viejo,  porque se mantenía haciéndose  la paja en la calle. No fragües, con que eso dijo, sí imagínate ¿Qué clase de padre es ese? Pero no boba, como te parece,  que yo me subí  al púlpito y le hable a la gente y les dije levanten  la mano los que haya leído, la palabra de Dios y nadie la quiso levantar y yo les dije,  no les de miedo, que de aquí,  nadie los puede echar ¿O es que les da miedo? Qué clase de padre es este,  que se la pasa tomando trago y andando con muchachas a las tres de la mañana?  ¿Oye y cuántos años es que tiene el padre? Yo  no sé,  ese  viejo, no ves que fui a que me pusiera la santa ceniza y me dijo váyase de aquí, no joda tanto y después me llamó y me dijo,  señora venga pues, yo se la pongo; le dije señora, no me diga así, que yo no soy ninguna señora. ¿No te gusta que te digan señora?  No, no me  gusta, es que,  me digan señorita;  aaa  ya;  y ponemë pues cuidado, ese día  yo les dije ¿Qué clase de padre es este?  ¿Cómo se llamó  nuestra primera madre? Pues la virgen María;  aja  ¿Y entonces?  ¿Y quién fue  la virgen María? Pues mija, la Virgen,  fue una sinvergüenza ¿Por qué  dice eso? 
Pues porque,  tuvo un hijo estando soltera, la biblia explica eso, que por obra del espíritu santo, estaba soltera y fue una sinvergüenza.  ¿Y solo por eso fue una sinvergüenza?  Sí, no ves,  que tuvo un hijo estando soltera. Ella fue nuestra primera madre. (Pausa)
 No mija, ese padre es así, yo me la paso peleando con él, y como te parece,  que cuando salió,  toda la gente de la iglesia, hay si iban rajando, yo me los pille y allá adentro,  no quisieron decir nada, hay si, se quedaron callados. 
Ese padre tiene ese vicio ¿Vos te acordás, cuándo mataron a las mellizas? Ese padre,  era diciendo, que las habían matado,  porque se las comían,  hay en la cancha esos hombres  a las tres de la mañana y ellas,  lo daban por cualquier centavo  y que les daban por delante y por detrás y por eso fue que dijo que no le creyeran a las hijas, porque eran unas putas  y allí fue donde pensé ¿Quién es nuestra primera madre?

Hay Astrid,  vos conversas muy bueno, pero me tengo que ir, tengo que dar de comer a mis animales, mira aquí llevo el cuido, otro día conversamos, suerte chao. Bueno pues, querida que te vaya muy bien.
 A propósito de las mellizas, a ellas las matan y no estoy segura si las dejaron  en la entrada de la iglesia; pero si recuerdo esto y sucedió  hace algunos años, era,  la misma  época de las mellizas y  ahora,en la actualidad  no han vuelto a suceder  estas cosas y se trata de lo siguiente;  en las horas de la noche mataron a una muchacha y se la tiraron  al ante jardín, a un jardín,  que queda a la entrada de la  iglesia,  al padre Pedro Pablo;  párroco de ese entonces… 
No se sabe,  si  fue que la violaron o qué; pero  cualquiera,  que sea ese hecho,  da muestras de la maldad,   de los que hicieron  eso.

Y así, hay me la paso a veces, escuchando  algunas pláticas, simples como esta, en todo caso,  el palo no está pa cuchara, que cosa tan fregada.                                               
                                                     Beatriz Elena reservados © 

     Nota: Astrid,  es una persona que sufre una especie de retardo; aunque es muy avispada.                          


miércoles, 1 de febrero de 2012

ENAJENACIÓN




ENAJENACIÓN

Sentado en el muro de la cafetería de aquel colegio, sus ojos penetrantes se perdían en el pequeño sendero de piedras que se alargaba hasta llegar a una fuente, sus ojos contemplaban el agua y se hundían en ella; esta ascendía y bajaba en pequeñas burbujas cristalinas que parecían querer escalar hacia el cielo. Todo, todo se borraba a su alrededor, incluidas las muchachas que pasaban; sólo eran formas ambiguas, sombras, hasta que el agua lenta caía mezclándose con la del estanque. Las gentes que pasaban por allí; miraban su extrañeza como una enajenación más de la ciudad. De repente el agua explotó en su rostro como un rocío y en el fluir de ese contacto; la memoria le formó la imagen de la muchacha soñada, de aquel único rostro,  su voz empezó a musitar bajito, un nombre, aquel nombre, María... María González; se vio a si mismo caminando rápido por las anchas avenidas de la ciudad, tan llena a esa hora de vendedores ambulantes; le parecía que la ciudad entera lo arrastraba en  sus pasos. Llegó al fin a un lugar que estaba situado en un centro comercial, se sentó en la barra, pidió una cerveza helada, bebió despacio, mientras observaba todos los movimientos de la muchacha que atendía en la barra, ¡Me encantaría hablar con usted!; le dijo, sin respirar casi, en el vuelo de las palabras; volvió a decirle ¿A usted no?; la muchacha se le quedó mirando, alelada, con la mirada larga de la vida.

Una señora muy encopetada pasó acompañada de un perro pequeño con apariencia burguesa que se quedó rezagado junto al camino; ¡mi pequi vamos!; dijo la señora gorda, el perro la miró en silencio; mientras levantaba la pata y clavaba su hocico en el olor de su orín.

La alelada muchacha se había retirado para atender otros pedidos; él volvió en si, con  su mirada recorrió la taberna, que era grande, sobre el techo colgaban unas copas de cristal. La muchacha se acercó de nuevo a él, que sintió entonces la transparencia  de un algo íntimo llenarlo. Ella lo miró y le tuteó ¿Tú vienes, tu vienes de dónde? Sí, allí estaba el camino de piedra y un cielo pintado de nubes blancas y ese árbol de caucho; erguido, casi altivo; pero que se inclinaba generoso hacia la tierra con absoluto amor, para fecundarla. Las palabras se escuchaban confundidas con el ruido de las canciones, otra muchacha flaca, morena atendía los pedidos por fuera de la barra; moviéndose con rapidez de una mesa a otra. Un señor llegó, se sentó a su lado y pidió algo de beber; pero al verlo se le sentía tieso; de pronto se quedó mirando ese techo adornado con copas y flores; se dijo a sí mismo en voz alta;  Esto parece un santuario dedicado a algún Dios extraño y exótico. De repente comenzó a reírse como un alguien que no tiene la certeza de nada, ni siquiera de sí mismo; él lo miró y sólo dijo; ¡Ba! La muchacha se le acercó de nuevo y le contó sus angustias, sus sueños; él bebió otro trago de cerveza, despacio, gozándose de las palabras de ella; ya que parecía conocer lo que ella le contaba, todo, palmo a palmo porque lo había visto asomado deslizándose en esa agua del estanque, en el camino de piedras cuando sus miradas se juntaron.
Eran las diez de la mañana, la profesora Margareth salió del corredor, lo miró y puso su mano en el hombro del muchacho, que estaba sentado en la esquina del muro de la cafetería mirando la fuente y le dijo. Vamos Juancho, es hora de entrar a clase; él la siguió, pero llevaba en su garganta reseca el reciente olor del encuentro con María, Marìa gonzalez la muchacha del sueño.

                          
                         Beatriz Elena reservados © Derechos  todos.
                                      BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA


Extraído de mi obrita Silencio de Alas 

Derechos reservados, derecho de autor.