miércoles, 13 de mayo de 2020

De cosas...







De cosas...

¿Cómo será eso? ¡Ahí fue!

Como será…

Y en estos tiempos de ahora y de siempre; veo que se amontonan los domingos uno tras otro; tras otro uno y así, se va yendo la vida, poco a poco; amanece tan campantemente , cual si no pasara nada y realmente no pasa o no pasaba nada; la misma cosa de siempre, la misma cosa , en apariencia; claro, hasta ahorita, que vino ese tal corona virus y su hijo, el Covid 19 a fregarnos la vida , en suma, es la misma cosa de siempre, la misma cosa… ¿No cierto?
Pero más allá de un acto rutinario, más allá de un duro caminar, seguimos vivos; pero gracias a Dios, estamos vivos ¡Estamos vivos! Estamos vivos, pero somos agonizantes sí. También. Bueno y al fin de cuentas, el tiempo es un vagón de memorias incógnitas, de memorias olvidadas y reencontradas en un futuro estelar, de las cosas creadas; planeta póstumo de iris y de venires, de decires y no decires…
De furores acallados y pienso en el odio y el amor, que han estado presentes, en casi todos los ámbitos; estos, son pasiones muy fuertes, pero el odio, es totalmente destructivo, capaz de arrasar con inocencias y con personas.
Todo está desierto y vacío al parecer; ya no hay nada y pareciera que todo tiene un tinte amable y sin embargo… ¡Sin embargo!
Claro, un suave sol matutino, se suelta como dedos de viento y del árido atardecer que se aproxima, se desprende también la noche, como una dulce caricia, para apacentar los dolores del cuerpo y del alma. Se dan otras ocasiones, en que la noche despierta, como pantera en contra de la vida. Sí. Sin dudas.
Me he dado cuenta entre otras cosas, que nosotros siempre hemos estado encerrados por las montañas y que nosotros estamos atados con cadenas de fuego, nosotros estamos amarrados de pies y de manos, arriba y abajo de la tierra, nosotros estamos sumergidos en el mar y un vaso de agua nos ahoga, nosotros tenemos alas, pero están muertas; no queremos alzar nuestros espíritus, aunque ellos son libres; aunque solo uno, es el que libera y da libertad
a nuestras alas .
Nosotros queremos que sea él; el que nos libere, no estamos más arriba del cielo, solo queremos estar junto a él. Bueno no todos. Y estando en estas agudas caminatas con el pensamiento, me pasa lo siguiente; ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Escucho la voz de la mamá mía, en la grabadora de mi celular, que por equivocación prendí y me estremezco, al querer abrazar una voz, sin presencia, un voz que es más que la presencia, pero a la que ya no veo; y que de algún modo está; es esa anciana venerable a la que amé y amo entrañablemente, con un amor incondicional e inolvidable. Bueno, yo no sé, si me entienden, todos estos enredos de mi cabeza, pero en fin, y la escucho contándome, con su voz lejana y casi ininteligible, pero llena de un sentimiento tan del alma , tan profundo y es aquello que para ella , significó tanto, tanto, tanto, sus vivencias con Roberto, con tocayo. ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay! Calladito ¡heee! ¡haaa! Y ha y ha y a conversar ahí; iba conmigo y a mirarme planchar (Ella tenía ciento dos años y todavía le dolía) ¿Y cómo será como será, mi marido como será a que te quiero tanto, tantooo; me gustas tanto? Me decía. ¿Cómo será? ¿Cómo será eso?
A conseguir novia, si ¡Avemaría! ¡Ay! A conseguir novia se iba. ¡He! ¡Ave maría! Siendo casado; nos casamos primero ¡Claro!
De lejos, me coqueteaba y ahí fue, que me pregunto ¿Si me quería casar con él? No me gusta otra como usted, para casarme ¡jajaaaaa!
Quiero novia duradera; no para un ratito nada más y así fue, y yo le dije que sí. ¡Hay Sí! Pensé. Pero después de casados, se iba por ahí a buscar novia. Tenía otras. Sí.
Lo decía con tantísimo sentimiento; hasta me parece oírla platicándome, con su vocecita enredada, hilvanando con dificultad las palabras; pero tan viva. ¡Tan viva! Siento un nudo en la garganta al recordarla.
Y antes de que en mi corazón, se haga un vacío más hondo, más abismal, seguimos con estos recuentos; en el osario, donde reposan todos tus amores y amoríos, yo soy la flor viva, en medio de tanta felonía. De tanta felonía se mueren los corazones sin olvidar, pero olvidados en la inmensa mar de la vida – de esas vidas nuestras.





Cambiando de tema

Cambiando de tema, pasa y sucede que las cucarachas, también sienten y tienen no sé, si, un centímetro , un cierto grado de conciencia, pero lo tienen; todos los animales e insectos y hasta las plagas, lo tienen, ya sea en un grado mayor o en un grado menor.
Es impresionante ver en ellos, no solo, que son seres sintientes, sino también, el hecho mismo de ver, de sentir que allí, habita algo mayor, algo que es inmenso, muy inabarcable, un misterio.
Pero el problemita con esta cucarachas, es que se te meten en todos los rincones, aun en los más impredecibles o menos predecibles. Son una plaga, no es que sean malas, no, es simple, ellas no quieren colonizarnos ¡Las pobres que va! Sino tener como especies de albergues para ellas vivir, sí. ¡Os lo aseguro! Pero se multiplican como arroz y no tienen la manera de planificar no; ¡Jijeé! ¡Ja jajá! ¿Entonces? No, es que es en serio, a mí me da pesar con ellas, pero…
Si no fuera por su enorme capacidad de poner huevos o como sea que se llame. Además habrán ustedes de saber, que estas cucarachas y demás criaturas, tienen un modo, una manera de comunicarse con uno. ¿Una? Jijeé. Sí. todas las criaturas y hasta las plagas, o sea, desde las más paupérrimas, hasta las más sofisticadas , lo hemos de ver y aquí, en este escrito, lo cuento, no tengo pruebas; no, nada, nada más que mis palabras y este relato, nacido, no de una imaginación descomunal; sino de hechos veraces; para ello, van a ver a continuación, los siguiente ejemplos; en cierta ocasión, me paso lo siguiente; un día una cucaracha, estaba buscando mi pasta de dientes y cuando la vi ; ella junto sus antenas principales y se quedó parada sobre las traseras, como suplicando, mientras me miraba, con sus ojos de monstrito triste, fueron unos segundos larguitos; me di cuenta, que lo único que quería, era un poco de mí pasta, un ínfimo granillo de esta; entonces no supe que hacer y la deje ¿ No lo pueden creer verdad ? Pero esto es cierto , tan cierto, como que un día, estaba tratando de exterminar una colonia de cucarachas y habían alrededor de un granito de comida, unas cuantas, tratando de comerlo y una de ellas y este es lo más de conmovedor ; estaba alimentado a una más pequeñitica. Amor materno ¡Ummm! No lo dudo. ¡Que lastima que me dio, semejante situación! Y bueno aquí vamos adelante; puedo dar cuenta, de que estos hechos son absolutamente reales, ocúrreme también lo siguiente ¡Despierta! ¡Despierta! ¡Despierta! Resulta que una estimada y desestimada cucaracha, de talle medio; me pico mientras levantaba aterrada su cabeza monstruosita y sus patitas delanteras, en un momento en que yo dormía profundamente y eso fue, lo que me quiso decir la cucaracha, cuando me pringo, me pico bien duro en la barriga y se paró en las patas traseras. ¡Vamos! Se lo que estás pensando y estoy de acuerdo; aparte de que las cucarachas son ascosas, o asquerosas, que lo que digo es completamente falso , Ja jajá o a menos, que estuviese loca; en fin… ¡Pero qué le vamos a hacer! Está bien que pienses así. Como tú quieras. No me molesta.
Ellas están en todas partes y hasta se alimentan de nuestras células muertas ¿No? ¿Yo creo?
El caso es que, estaba bien asustada la pobre y me fastidie, ya que me despertó la atrevida. ¿Una cucaracha hablándome?
Sí. Me dijo ¡Despierta! ¡Despierta! Pero bueno, no me lo dijo, con ninguna voz, tan solo fue su acto pequeño, pero noble en verdad. Y cuando ella me pringo, me di perfecta cuenta, que había un enemigo a punto de atacarme. Un monstruo grande y aterrador ¿Lo había? Sí. Pero no os diré, quién era, porque no me lo vais a creer y ahí fue, que experimente un horror tenaz. Eso sucedió, ciertamente en el barrio el zablazo en la casa de doña Bernardina Restrepo, que en paz descanse.
Valga la pena decir, que me las tuve que ver también, con un gusano o gusana ciempiés ; no supe su sexo; jijeé , lo que sí, se, es que estando en mi cocina, yo vi a un gusano ciempiés caminar a toda prisa y venir directo a mí, así que muy asustada, tomé un palo y traté de que saliera, pero este persistía y persistió tanto, tanto, que luchando con mi vara, y a todo granel, finalmente murió. Fue un valiente luchador. ¿Cómo crees que ocurrió eso? Tal como os lo acabo de contar. ¡Jajá!
Coro: A un gusano ciempiés vi, tan de prisa caminar, hacia mí se dirigía y me llene de pavor y lo enfrente, con una rama, la cual él desafió. ¡Ciempiés! ¡Ciempiés! ¡Ciempiés! Gran valiente y luchador gusano, pero una rama al fin lo doblo.
No saben cuánto, no se imaginan cuán valiente fue, y así sucede, que también en cierta ocasión, llego un gato maullando, maullando; buscando a mis gatas y muerta del miedo y adormilada, porque no sabía, que era ese ruido; eran las tres de la mañana ¿Creo? Lo azoté con una correa; un par de veces; si señores y señoras, el miedo nos hacer cosas; el miedo nos impulsa a defendernos y a cometer locuras, NO LE PASO NADA AL GATO, pero le cause dolor al castigarlo ¡Que bruta! Brutalidad sí, esto es posible.
Y el pobre animal, huyo espantado ¿Si. ¿Se imaginan ustedes lo despavorido que estaba?
¿Fui mala por eso? No. Pero si actué no de mala fe; pero si, sin pensar ¡Que lastima por Dios! Pero lo prometo en verdad; esa fue la única vez que golpee, a un pobre animal.
Sucédeme también un hecho en esa casa, fue algo impresionante, con una enorme rata que se entró, en busca de comida seguramente; la amenacé con un palo de escoba, tenía yo miedo, mucho. Pero más lo tenía la pobre, que de inmediato, junto sus manitas delanteras y suplico, la pobre suplico; pero al verla mi perro, también del susto, la agarró y le dio tremendo sacudón; la verdad, no me dio tiempo, de asimilar tal hecho; y la pobre ratita murió suplicando por su vida. Siempre la recordaré. ¿Fue cobarde? No. Lo que sí es seguro, es que tendría, por lo menos, una camada de ratitas muertas de hambre, esperándola. Heme aquí, que confieso mis crímenes, ante el supremo hacedor, pero también me doy cuenta, que la dialéctica del alma, es un camino que nos va llevando; nos va llevando y al hacerlo, nos va mostrando las cosas; para la muestra un botón; eso de la tal, pandemia o pandemonio. Bueno y así las cosas, que montón de cosas. Sigo murmurando en voz bajita. Aunque a veces grito, no lo dudéis; gritoooo.

Beatriz Elena Morales Estrada © Copyright NARRACIONES.


martes, 12 de mayo de 2020

Cuando mi madre iba a morir









Cuando mi madre iba a morir


Cuando mi  madre iba a morir; yo tenía un perrito que se llamaba Apolo; con una historia de vida muy triste y de mucho dolor. El perrito se hallaba postrado ya que  perdió la movilidad de sus patas traseras. Lo tenía en ese estado mucho años y lo cuidaba; pero  luego empezó a tener problemas para dar del cuerpo y ya tenía hasta incontinencia orinaría, entonces yo me negaba a verlo partir; nuestras vidas  estaban unidas por el dolor. Ya no dormía por las noches, ni me dejaba dormir así;  que me mantenía súper estresada, el veterinario ya me había dicho que lo pensara. Él comía muy bien; tanto es así, que hasta el último momento comió muy bien, lo amaba demasiado; aunque quizá no fui ta buena con él. Entonces ese día eran  tarde; tipo 6 y media; aún no anochecía y recuerdo muy bien,  que estaba lavando varias toallas que le colocaba al perrito; mientras él no dejaba de gritar,  llamándome;  en esos  momentos me llamó  mi hermana,  desde el segundo piso. A mi mamacita  la cuidaban ellas;  de un  todo y por un  todo; mis dos hermanas,  tan dedicadas y fieles a la familia,   tan buenas hijas y hermanas a la vez.  Una de ellas,  tuvo que salir y mamá  estaba dormida; y cuando mi hermana Ofe  me llamó,   era para que subiera rápido y le ayudara a cambiar los pañales a  mama.  Subí y la note muy pesada, casi ni la podía mover, más de lo  usual; no obstante, no   me di cuenta; no sé,  si logro  que me capten. Lo supe  y no lo supe,   abajo el perrito,  seguía gritando. Le ayude y la llevamos a la sala; la sentamos  en el mueble grande,  donde se hallaban cosas regadas,  del sobrino.  Eso me molestaba, pero él  era   y es intocable.  Mamá me miraba con sus ojitos pequeños y tiernos  todo el tiempo como preguntándome  o tratando  de decirme algo, pero el otro,  apremiaba abajo; así que baje, ella me siguió con  la mirada voltee a verla y aún seguía detrás de mí  y lo cambie  y le di su medicina, le tenía que dar tramadol   al pobrecito. La olvide abstraída en esos  quehaceres  Mamá   se quedó  con mi hermana y el hermano mayor, y una amiga de  él;  llamada Livia,   que estaba  ahí, en la sala viendo la televisión. Al rato llego mi hermana,  la cabeza del hogar y bueno  así pasaron las  horas, eran  como las nueve,  cuando escuché   un grito,  era Ofe llamándome, subí de prisa, en ese momento,  el tramadol  había hecho efecto; yo  estaba supremamente trasnochada. Con el corazón,  en la mano llegue a la sala, para escuchar el grito de mi madre,  que decía ¡Ay me voy a morir!  La toque y estaba fría, la vecina llamada María Isabel,  dijo que de seguro se le había bajado la presión; la otra hermana llamaba a EMI;  y una de ellas,  le llevó aromática caliente,  se tomó dos cucharadas y se murió,  de verdad se murió, dijo que tenía un dolor muy grande en   un lado de la cadera. Entonces la llame Beatriz, Beatriz;  yo había bajado y vuelto a subir,  con un aceite que yo misma había bendecido en nombre de Jesús  y rezando mucho; subí y le unte  en la frente y volví a llamarla; entonces ella regresó. Regreso y no cesaba de llamarme  y me llamaba  y se fue reponiendo, hasta que llegaron los de EMI  y  tenía que dejarla  sola. Entonces   invite a la vecina  y a la  amiga  del hermano,  de   Rodrigo,  a Livia, que se habían dado cuenta de todo, a que rezaremos  juntas uniendo nuestras manos.  Rezamos y mientras tanto,  en la pieza mamá volvía a llamarme  y me fui para donde ella; y los médicos,  dijeron que si la queríamos  llevar a un  hospital y me preguntaron a mí  y como vi,  que se repuso y que dijeron que estaba bien;  me confíe; no obstante,  decían que para tenerla  mejor allá  y que por si algo.   Dijimos que sí, fatal error mío,  dos errores. Mi hermana se fue con ella; pero antes  la sacaron y en el muro de afuera,  la abrace  y le dije,  que yo la iba a esperar  a que volviera; otro craso error.  Entonces dije,  iré  más tarde a verla  a acompañarla; más no se pudo  ella murió a las tres y media de la mañana.  Cuenta mi hermana,  que ella todo el tiempo estuvo consciente y la manera como  esas doctoras del hospital  san Rafael;   tratan a las personas, dijo que la tenía que dejar sola y cuando ella cuenta eso,  llorando, yo me siento pésima. Pero no basta, seguro,  yo creía que mamá  iba a volver, torpe de mí… Me confié  tan  solo,  porque le unte  un aceite y  “la hice regresar del más  allá”  Sé que me estuvo esperando,  me quería demasiado , yo era su niña, su preferida…  ¡Mamá!  ¡Cuánto lo siento cuanto! 

Moraleja. Si Dios le da a tu ser querido unas horas,  para vivir aprovéchalas. No seas como esta mujer;  que  más bien se acostó a dormir; pensando que habría un mañana para  compartirlo con ella... 

Beatriz Elena Morales Estrada 


Albaro









      Albaro

Durante mucho tiempo, más de un año, estuvo postrado en una cama con cáncer;  mi madrecita Beatriz,   nunca se enteró ¿Para qué?  Ella era una anciana y era mejor no decirle nada ¿Para qué?  Eso sería causa de más sufrimiento; mucho tiempo luché  junto  con  él;  para que le dieran una atención digna,  en esas EPS;  savia salud, tuve que colocar una  queja en la personería a fuerza de lidia lo atendieron,  le mandaron las quimioterapias, pero lo dejaban de atender,  porque  savia salud no pagaba a  tiempo  a las clínicas,  que le hacían  el tratamiento. Después de  que mamá murió, cosa que,  no le quise  decir ¿Para qué? El sufría mucho y agregarle más dolor,   tampoco serviría de nada; sin embargo un hermano,  se lo dijo; pese a que yo le pedí,  que no se l contará; el caso es  que a partir de ese momento,  comenzó  a decaer, a deteriorarse aún  más y un 30 de diciembre, como al medio día comenzó a tragarse los ojos y a desvariar; puedo afirmar que se daba cuenta de todo, tenía muchísimo dolor de cabeza y al frente comenzaron a festejar; esa música se metía por las paredes y causaba aún más aflicción a nuestra aflicción , más desolación a nuestra desolación ; no había manera de huir de esas fanfarrias, y el pobre,  estaba  en una pieza que daba al balcón;  como sentirá eso; creo que en demasía  Al otro día 31 , se le dio algo de comer y comió y aun al medio día me recibió algo , dado que le rogué;  me miraba  con sus ojitos todos risueñitos; el día anterior  en la mañana yo le pregunté,  cosas de su vida y nos reímos y todo; pero ya,  como al medio día su cuerpo estaba  adquiriendo cierta rigidez ; mi hermana lo iba a bañar incluso,  pero dado que lo vio así, se arrepintió,  no sabía qué hacer y yo lo único que podía;  era esperar  lo que ella dijera; sin embargo vino y me pregunto y le dije,  que rezáramos juntas y que invocáramos al espíritu  santo; entonces,  ya como a las dos  de la tarde,  creo,  se decidió a sacarlo,  pero no podíamos  las dos;  entonces la vecina,  María Isabel,   nos colaboró , llamando a los bomberos , lo sacaron  en una camilla  y yo me fui con él … Estuve todo el tiempo a su lado , pero esta vecina,  se apareció como a las 9 de la noche,  para reemplazarme y que durmiera un  rato;  la verdad no quería , pero ante la insistencia de ella,  accedí, además que , era hora de cambio  de turno y solo debía permanecer una sola persona como acompañante.  Albaro se tragaba los ojos, siempre hacia  adentro y hacia arriba; tenía la cabeza echada  hacia  un  lado;  dado que la tenía  llena de bolas, de tumores; yo le hablaba,  mientras sobaba  su cabeza, pero cuando  notó que yo me iba a venir ; me volteo a mirar. Cosa curiosa,  dado que se estaba ya ausentando.
 Aunque ya le había dicho  cosas, le había hablado. Lo quería mucho,  era mi  hermano… Me vine y  cansada,   me acosté un rato para volver luego al hospital. Sin embargo faltando 15 minutos,  para las doce de la noche; escuché  y sentí una presencia,  afuera de mi pieza,  un poco apurada,  que me decía; alvarito ya se murió,  ya está en el cielo con la mamá. Me levanté y fui a decirles a mis dos hermanas,  que se hallaban  en el segundo piso y no me creyeron;  solo dijeron, aquí todavía no ha llamado nadie, me regresé y al ratito, casi a los 10  minutos,  sonó el teléfono y mi hermana,   bajó y me dijo llorando que  alvarito,  ya se había muerto.  La llamaron.  Lo que les dije.   Él fue un hombre humilde; siempre despreciado y abusado, las  gentes lo explotaban  mucho.  En sus días, meses; más de un año  de postrado,  aceptó su suerte,  siempre con una sonrisita a flor de piel;  le gustaba que  le rezara a Dios por él; y que oráramos   juntos. Sé que está en el cielo tal,  como me lo dijo,  aquel bendito mensajero.

Beatriz Elena Morales Estrada 

HISTORIAS REALES DE LA Mamá GRANDE ©









HISTORIAS  REALES DE LA Mamá   GRANDE ©
Fragmentos

Algunos historias  que me contó  mi madre  Beatriz Elena Estrada, que ella vivió   en su niñez y durante su vida adulta.

                                        MONÓLOGO (MEMORIAS)
Relato

Nosotros vivíamos en el campo, teníamos entre los catorce y los doce años. Después nos fuimos a vivir a la finca de Emilio López; para ese entonces yo tenía unos dieciocho años; éramos varias hermanas; Isaura, Mariana y yo, sí porque Marta vivía en Pueblo Viejo y a nosotros nos gustaba; después de hacer los destinos y atender a mi papá y a mis hermanos salir a columpiarnos ahí, afuera en el corredor. Un día yo me estaba meciendo, entonces él, tu papa  se puso a moverme el lazo y así, hasta que siguió yendo;  porque es que ellos tenían una finca en el plano. Don Roberto y la familia; ahí mismo en donde está ahora, la casa de Cecilia, pero esta casa es nueva; la otra la tumbaron, entonces ellos subían con los amigos; un amigo que tenía; el dueño de una finca que se llamaba la portada y el hombre ese se llamaba Salvador y así; hasta que comenzó a subir cada ocho días, ahí conversábamos entre todos. Estuvo yendo por tres meses, hasta que se fue para Pereira y ya después volvió y me dijo que fuéramos novios. Pero a mí, me habían dicho que conversaba con Isaura los días domingos... Decía pues la gente, ¡yo no sé! y no la subía hasta la casa; ¡jun.!, ¡qué tan jodido que era! Entonces yo le dije, que yo tenía un novio y que lo quería mucho; José Asunción, pero ese no movió un dedo para que nos casáramos. Yo le dije que no iba a seguir con él, porque nunca me había dicho que nos casáramos y él llorando me dijo, que era que no tenía plata; ni siquiera un trabajo.
Pero él sí; Roberto; tu papa me dijo que estaba decidido a casarse conmigo, quiero casarme con usted; aun cuando no tengo plata. Pero una vez que hubo sembrado todo este semillero de hijos  me dejó y se fue; y eso que me dijo, que nunca me iba a dejar. De sus bellos ojos como surcos salieron lágrimas que se deslizaron por sus mejillas y ya luego su mirada perdió se en algún punto lejano y ya no dijo, no quiso decir nada más.

                                             La mujer de negro

Cierta mañana en un pueblo;  relata mi madre, que estando  muy pequeña,  sucedió algo, que la dejó impactada y resulta, que unas parientes de ella,  que vivían en una casa, que tenía en la parte trasera,  una ventana que daba a un precipicio y  esa parte era bastante alta, y abajo pasaba una quebrada  y mientras,  que la entrada principal, si daba  a una calle, un poco falduda,  pero normal y resulta, que la tía mayor, salía de viaje esa mañana, no eran,  sino la tía y otra hermana, no sé,  a  ciencia cierta,  si era hermana,  hija o sobrina;  el caso es que, mientras la mayor,  salía de viaje, la otra,  se quedó dormida y la tía, empaco un maleta con sus cosas  y salió y se fue …
Vea,  lo que pasa, es que esas  casas,  como que fueron construidas en un barranco, dice mi mamá, que para ese entonces,  era muy niñita; en cuanto se fue  la tía; la que estaba acostada,  vio sintió y oyó, a una mujer vestida de negro, con zapatos de tacón; muy hermosa  es que,  era  entrarse por la ventana esa  y que,  con una mirada llena de dulzura,  le sonrió y se acercó hasta su cama, muy  cerca de su cara, como si quisiera cerciorarse  de que si,  la estuviera mirando  y sin medir palabra,  de inmediato, se ocupó en arreglar la cocina, lavo los platos  y dejo la cocina impecable y la miraba desde allá y le sonreía y a continuación barrió la casa y  debajo de la cama y organizo las pantuflas y los zapatos, que dizque,  todo quedo muy ordenadito. Y resulta,  que como a la hora, la tía,  que estaba en la terminal de  buses,   se acordó,  que se le habían quedado unas bolsas de ropa, ya que,  eran comerciantes y toco la puerta y tocaba y nadie le abría y ya cansada y preocupada de tanto tocar,  llamo  a  unos vecinos, y  entre todos tumbaron la puerta y   como le parece,  que se fue para la cama y  la encontró con los ojos abiertos y con la lengua  trabada  y que le preguntaba cosas y ella le movía  los ojos, intentaba hablar,  pero no podía , y hacía así,   mmm, con  los labios, que los tenía pegados, apretados   y  eso,  tuvieron,  que llamar a un doctor y la tía le preguntaba,  que  podía ser eso,  tan raro  y el matasanos, en ese entonces,  como que les decían así, le respondía que no sabía;  lo que le pasaba, que era posible,  que hubiese,  tenido una experiencia muy,  muy fuerte, algo,  que la impresionó fe tal manera, que la llevó



a quedar en estado de shock  y que había,  que darle tiempo a que reaccionara.  La medicó  y después de tres días, fue reaccionando, hasta que contó,  lo que le había acaecido y la tía cuando llegó, si encontró todo en su sitio. Y eso,  fue,  lo que nos dijo  mamá,  que había pasado en ese entonces.
    
                                                 Esa noche

Ella a cada rato iba a hacerme la visita y yo la atendía lo más de bien; le servía unos almuerzos lo más de buenos. Hasta que un día me tocó irme a vivir a otra ciudad. A Manizales y me fui a esa casa, a donde Elena, la hermana  de  mi suegra y se me hizo muy tarde y me tocó amanecer allá; entonces me puso a trabajar y a la madrugada me hizo levantar para que le moliera un maíz. ¡Pero no pegué los ojos esa noche! Eso era una bulla, arrastrando cadenas; ella y el marido que era ciego, pero ese hombre, qué demonio que era. Trabajaban dizque arreglando o desbaratando matrimonios. Ni un trago de agua panela me dio.
Un día me fui a buscarles una leña a mi suegra y ella, la hermana andaba por ahí y como sabía en donde guardaba yo mis cosas; se fue y me robó una foto de él y la puso cabeza abajo y la chuzó con puros alfileres. Entonces Matilde, una hermana de él, que en paz descanse, la descubrió. Vio la foto y se puso a decir que yo era una malvada; pero mi suegra aunque no me quería, era justa. Yo llegué y eran como las ocho y tiré la leña y me puse a prender el fogón, porque no había ni agua panela, y  mi suegra se alegró tanto; entonces me defendió y dijo; ella no fue, ella no es; antes, miren que acaba de llegar. Sí, porque yo partía con un hacha la leña, con mis pobres bracitos que ya no daban más. Puse la cayana y la Matilde se vino a buscarme pelea. Con ella no se meta, los siento mucho pero mi nuera no es; a la que si vi rondando por ahí, fue a la Elena. Entonces la Elena se defendió y comenzó a decir un poco de cosas, fue cuando cayeron en cuenta que esa mujer me aborrecía. Después, a los ocho días volvió y yo estaba remojando la ropa; le dije a Tulito; ¡vaya! dígale a su tío que le preste la peinilla para yo peinarlo y después se va para la tienda a ver si le fían un jabón, para lavar esta ropa. Tan pronto escuchó que yo dije peinilla, se fue a decirle a mi suegra. ¡Vea! ahí está, dizque prestando una peinilla para matarme. Ella era coja, entonces le dije, porque se subió al balcón y comenzó a insultarme; ¡Vente para acá que aquí te espero! y ese tío de Tulito que se cagaba de la risa. Y todo lo que me hizo trabajar esa noche.

                                                La piedra

    Un día estaba yo a dieta de Pairo, ¿era Pairo? sí, creo que sí y me asome por la ventana y mire para allá, para esa montaña de la sierra, cuyo cañón llegaba a la quebrada, una quebrada que había hay, ya para entrar a la playa, un poco más allá , de la vuelta de medina , más allá de la casa de salvario vallejo , en la playa, junto al bar campestre, donde, coge uno la travesía, para meterse a la sierra y cuando vi, que bajaba una piedra grande, prendida, como si echara candela y atravesó la carretera , paso al otro lado, por entre unas casitas que había y se clavó en una peña grandotota , y que estaba, en ese plano del potrero y pasando por entre, esos ranchitos y no los tumbo fíjate. Lo más de raro. 

                                                   Cigarro 

Un ocho de diciembre, estando yo, de dieta y a los ocho días, de haber nacido Eugenia, me salí para el corredor , que era de barandas , y serian entre las nueve y las diez de la noche , la casa en esa parte, era como falduda y estaba hay mirando al cielo ; cuando vi que venía bajando por el cañón de la sierra , ahí, más debajo de esa cordillera, en donde estaba el tabor ; un tabaco, sí, porque aparecía como una cosa, en forma de tabaco , con la punta prendida; o sea, en la parte de atrás y de adelante, llevaba como un foco prendido y medio se paró, se detuvo en el aire, no estaba muy alto ; aunque siempre, sí.. .
Pero al alcance de la vista y dio tres vueltas así; aquí, ella mostró con las manos; como en forma de elipse… Y lo que pasa, es que venía derecho y al llegar, encima de la playa, dio tres vueltas en forma circular, y de allí se desvaneció, con rumbo a la montaña y se perdió… 
Esa noche estaban de visita unas mujeres y me provoco, me dieron unas ganas de salirme; y ahí, fue done aprovecharon, para robarme dos abrigos, uno negro y otro café, me abrieron el closet. 
Nota: en la sierra, toda la vida, se han hecho avistamientos. Se han visto ovnis.

                                                   Sombra
 
Cuando estaba chiquita, nosotros vivíamos, en una casita de barro, la tierra era colorada y teníamos un patio largo, y esa noche estaba haciendo una luna, que parecía de día, más linda; cuando vi, como una sombra, de una mesa de corredor, que venía por el aire, una sombra cuadrada y se veía reflejada en el suelo, mire para arriba y venía esa sombra también ahí...
Beatriz Elena Estrada

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