martes, 12 de mayo de 2020

Cuando mi madre iba a morir









Cuando mi madre iba a morir


Cuando mi  madre iba a morir; yo tenía un perrito que se llamaba Apolo; con una historia de vida muy triste y de mucho dolor. El perrito se hallaba postrado ya que  perdió la movilidad de sus patas traseras. Lo tenía en ese estado mucho años y lo cuidaba; pero  luego empezó a tener problemas para dar del cuerpo y ya tenía hasta incontinencia orinaría, entonces yo me negaba a verlo partir; nuestras vidas  estaban unidas por el dolor. Ya no dormía por las noches, ni me dejaba dormir así;  que me mantenía súper estresada, el veterinario ya me había dicho que lo pensara. Él comía muy bien; tanto es así, que hasta el último momento comió muy bien, lo amaba demasiado; aunque quizá no fui ta buena con él. Entonces ese día eran  tarde; tipo 6 y media; aún no anochecía y recuerdo muy bien,  que estaba lavando varias toallas que le colocaba al perrito; mientras él no dejaba de gritar,  llamándome;  en esos  momentos me llamó  mi hermana,  desde el segundo piso. A mi mamacita  la cuidaban ellas;  de un  todo y por un  todo; mis dos hermanas,  tan dedicadas y fieles a la familia,   tan buenas hijas y hermanas a la vez.  Una de ellas,  tuvo que salir y mamá  estaba dormida; y cuando mi hermana Ofe  me llamó,   era para que subiera rápido y le ayudara a cambiar los pañales a  mama.  Subí y la note muy pesada, casi ni la podía mover, más de lo  usual; no obstante, no   me di cuenta; no sé,  si logro  que me capten. Lo supe  y no lo supe,   abajo el perrito,  seguía gritando. Le ayude y la llevamos a la sala; la sentamos  en el mueble grande,  donde se hallaban cosas regadas,  del sobrino.  Eso me molestaba, pero él  era   y es intocable.  Mamá me miraba con sus ojitos pequeños y tiernos  todo el tiempo como preguntándome  o tratando  de decirme algo, pero el otro,  apremiaba abajo; así que baje, ella me siguió con  la mirada voltee a verla y aún seguía detrás de mí  y lo cambie  y le di su medicina, le tenía que dar tramadol   al pobrecito. La olvide abstraída en esos  quehaceres  Mamá   se quedó  con mi hermana y el hermano mayor, y una amiga de  él;  llamada Livia,   que estaba  ahí, en la sala viendo la televisión. Al rato llego mi hermana,  la cabeza del hogar y bueno  así pasaron las  horas, eran  como las nueve,  cuando escuché   un grito,  era Ofe llamándome, subí de prisa, en ese momento,  el tramadol  había hecho efecto; yo  estaba supremamente trasnochada. Con el corazón,  en la mano llegue a la sala, para escuchar el grito de mi madre,  que decía ¡Ay me voy a morir!  La toque y estaba fría, la vecina llamada María Isabel,  dijo que de seguro se le había bajado la presión; la otra hermana llamaba a EMI;  y una de ellas,  le llevó aromática caliente,  se tomó dos cucharadas y se murió,  de verdad se murió, dijo que tenía un dolor muy grande en   un lado de la cadera. Entonces la llame Beatriz, Beatriz;  yo había bajado y vuelto a subir,  con un aceite que yo misma había bendecido en nombre de Jesús  y rezando mucho; subí y le unte  en la frente y volví a llamarla; entonces ella regresó. Regreso y no cesaba de llamarme  y me llamaba  y se fue reponiendo, hasta que llegaron los de EMI  y  tenía que dejarla  sola. Entonces   invite a la vecina  y a la  amiga  del hermano,  de   Rodrigo,  a Livia, que se habían dado cuenta de todo, a que rezaremos  juntas uniendo nuestras manos.  Rezamos y mientras tanto,  en la pieza mamá volvía a llamarme  y me fui para donde ella; y los médicos,  dijeron que si la queríamos  llevar a un  hospital y me preguntaron a mí  y como vi,  que se repuso y que dijeron que estaba bien;  me confíe; no obstante,  decían que para tenerla  mejor allá  y que por si algo.   Dijimos que sí, fatal error mío,  dos errores. Mi hermana se fue con ella; pero antes  la sacaron y en el muro de afuera,  la abrace  y le dije,  que yo la iba a esperar  a que volviera; otro craso error.  Entonces dije,  iré  más tarde a verla  a acompañarla; más no se pudo  ella murió a las tres y media de la mañana.  Cuenta mi hermana,  que ella todo el tiempo estuvo consciente y la manera como  esas doctoras del hospital  san Rafael;   tratan a las personas, dijo que la tenía que dejar sola y cuando ella cuenta eso,  llorando, yo me siento pésima. Pero no basta, seguro,  yo creía que mamá  iba a volver, torpe de mí… Me confié  tan  solo,  porque le unte  un aceite y  “la hice regresar del más  allá”  Sé que me estuvo esperando,  me quería demasiado , yo era su niña, su preferida…  ¡Mamá!  ¡Cuánto lo siento cuanto! 

Moraleja. Si Dios le da a tu ser querido unas horas,  para vivir aprovéchalas. No seas como esta mujer;  que  más bien se acostó a dormir; pensando que habría un mañana para  compartirlo con ella... 

Beatriz Elena Morales Estrada 


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