viernes, 27 de junio de 2014

CAPITULO PRIMERO-- DIEGO

                                                

                                   

                                   CAPITULO I

                                         Diego

Le gustaba subir caminando, por esa parte de Envigado que llaman la loma del Chocho[1], sobre todo le fascinaba esa zona verde que queda por los monjes.
Desde allí pensaba en su querida ciudad, a la que solía comparar con una montaña; una montaña, murmuraba, una montaña y lo es, con todo lo que eso implica, eso y más, mucho más.
Pero en otras ocasiones, la llamaba también, la ciudad de fuego, entonces tomaba nota y escribía; jauría de perros en la montaña, eres como una dolorosa agonía que me quema, eres también murmullo de aguas que brotan como desde la boca de un volcán dormido.
Tomaba aire y continuaba sus disquisiciones acerca de la reina caída[2]., Serás la ciudad derruida, pero no pertenecerás a un solo lugar y el mal prevalecerá en ti y para ti, ya qué en tú seno, has dado a luz a parías que te apuñalan por la espalda.
Aquí los perros saltan sobre uno y casi sin dejar huella; después de un largo suspiro, termino de hacer sus anotaciones y con sumo cuidado, las colocó dentro de su morral, miró el camino a seguir y justo en esos momentos podía ya ascender la loma, el resto que faltaba, qué era un corto trayecto para coronar la parte alta, que estaba poblada de una extensa vegetación sembrada de pinos.
Entonces en un acto de euforia, se desnudó los píes y sintió debajo de ellos, al contacto con el suelo, ese goce infinito de sentir la tierra, el suave liquen musgoso que al parecer le hacía cosquillear por entre los dedos, la piel mudada de la noche.
Se entregó así, a ese placer finito, casi infinito de esa humedad recién bañada de lluvias; deseaba a toda costa, impregnarse del olor de todas esas plantas, de esa espesura verde, y así dejar que en su cuerpo germinara, brotará al igual que de ella, de la receptiva, de la frondosa, la supremacía de todo su ser, de su vida, que siempre lo había embargado con muchos dolores.
Pensó en Clara Inés y sintió ganas de que su amor, él de ella, fuera el único lugar en donde pudiera resguardarse, el único sitio que lo cobijara y que lo hiciera olvidar de todos los peligros qué creía él, lo acechaban; era como un niño en brazos del desamparo.
Paso todo el día, recogiendo frutos silvestres, danzando y cantando, a la par que él día desteñía sus tonalidades y las cubría de un color amarillo, de un verde biche, de un verde de arreboles.
Hasta llegó a convencerse, de que un papagayo, especie atípica en nuestras montañas y que se hallaba en lo alto de un frondoso árbol, deslumbrando con todos sus colores, era una especie oculta de la unidad más secreta y musical, pero pensó; raro que un papagayo ande por estos lares, las gentes que trabajan contrabandeando con los animales son un peligro para la vida.
Detuvo su mirada en cualquier otro lado y se quedó extasiado, contempló por última vez todo aquello que lo rodeaba, luego sacó su reloj y miró la hora. ¡Hay verdad!, que me quedé de encontrar con Amanda; entonces comenzó a desandar el camino.
Al regresar, se sintió húmedo, y el olor de unas guayabas que llevaba en su morral lo invadió y supo que eran casi una porción de su ser; y esto, debido a que consideraba que la naturaleza y él, eran uno, uno. Como ya no le quedaba tiempo de bajar hasta su casa, se fue derecho para la de Amanda, al llegar se sentó en la parte de afuera, en el corredor y sobre el muro, que rodeaba la casa de ella; la esperó, ya que al observar vio que se hallaba conversando con Darío, un vecino, evangélico convertido, hacía poco más o menos dos años; además tenía que entregarle un libro.
Alcanzó a escuchar cuando ella le decía; mire, lo que yo pienso es qué Dios es la forma perfecta de la materia; Diego pensó; según eso, la materia creó a Dios; ¡pero qué cosa tan bárbara! ; Además, ¿qué es la materia?  Al parecer obtuvo una respuesta rápida, la materia es todo lo tangible e intangible que ocupa el universo; iba a seguir con sus divagaciones, pero siguió atento a lo que Amanda estaba diciendo.
 O en otras palabras más apropiadas, la materia es una de las formas perfectas de Dios, y ojo, que dije, una de las formas, no que ella es Dios. Hizo una pausa y continuó; en cuanto a Jesús, que es lo menos etéreo del padre, al que llamamos Dios, creo que él, era diferente a mucha gente de su tiempo e incluso de ahora; ¡Vaya! suspiró Diego.
Entonces Darío apeló, ¿no sé qué quiere decir con eso?, pero lo más seguro es que usted, está tratando de confundirme; no, usted es quien vino a tratar de convencerme, de que debo pasarme para su iglesia; es que quiero que usted y toda su familia sean salvos; pero se ve, que está intentando hacerme tramoya.
¡Además entienda!, nuestra iglesia es la verdadera, nosotros no somos una religión, creemos en Jesús y le concedemos mucha importancia a la congregación; es necesario que nos congreguemos, él que usted, y las personas asistan a nuestro culto es muy importante.
Es bueno que usted vaya y descubra quien es Dios; en realidad, mire Darío, es muy sencillo, a Dios se le descubre de muchas maneras, y no sólo yendo a su iglesia, además, los caminos por los que cada ser humano llega a Él, son muy diferentes para cada uno de nosotros, en cada caso es distinto. Esto es, que somos seres singulares y que atravesamos procesos vitales diferentes; ¿no sé, dé qué me está hablando usted? Los católicos no veneran al verdadero Dios, tan solo son unos idólatras.
Amanda suspiró, en esté caso no le hablo de la diversidad de iglesias, sino del Dios uno, me explico, cuando nosotros entendemos que es el Dios uno, de inmediato encontramos, mejor dicho, sentimos la perfecta conexión entre Él y todo lo qué está vivo, ¿cómo así?; o sea, todo aquello qué está contenido en el alma; yo le hablo es de un Dios vivo.
Darío, la miraba, clavaba sus ojos en ella y estos relampagueaban de vez en vez; en todo caso, continuó ella; de allí surge un don o sea la abundancia, que no es otra cosa qué la generosidad; es el comprender, no ya, una simple obra de caridad.
Pero es que nosotros no creemos en las obras, ¿eso para qué?, rezongó éste; ella continuó; el que tiene da, más el que no tiene pues…ahora bien, si usted Darío cree que asistir a su culto es la única verdad, eso está bien para su caso, porque en parte todos tenemos algo de razón, por lo demás hay personas, en su mayoría todas son gregarias ya que necesitan sentirse acompañadas; pues solas no se sienten alguien.
Amanda suspiró, y Diego pensó, la solidaridad, quizás es eso; entonces Amanda prosiguió, lo que quiero decir, es que tan sólo logran expresarse por medio de un ritual externo; ¡no sé qué decir!, dijo Darío mojándose los labios; Amanda se sonrió y agregó, Aunque admito que según lo qué uno quiera hacer en la vida, dependiendo de eso; una sola golondrina no hace verano.
En todo caso, dijo Darío; ya más seguro de si mismo, ustedes los católicos, lo único que hacen es adorar imágenes, no conocen a Dios; bueno no siempre es así, ya que todos somos diferentes ¿no cree usted? Así que no podemos exigirle a él, que haga humanos en serie.
Después de un suspiro aseguró, y eso de tener imágenes, es lo de menos, bueno; mientras no se intente reemplazar la imagen real, por un simple icono. ¿Imagen real?; dijo anonadado Darío; sí, lo que es, lo que es, por una simple apariencia, por lo demás, las imágenes de la virgen o de los santos, si se toman tan solo como lo que son, como un simple recordatorio de lo que en verdad es; no tienen ningún inconveniente. Es decir, si las miramos pensando en aquellos seres, que marcaron la trascendencia y que conservaron su origen y que de alguna manera fueron inspirados por el espíritu.
Para él que ésta en lo uno y en lo posible permanece en él, no importándole que a veces se le resquebraje el ser, le es posible todo y si se ora con fe, tanto mejor. Darío preguntó ¿no importa qué sé esté frente a un ícono? ¡Usted es ridícula!, la biblia dice y se lo voy a demostrar; con un gesto iracundo, Darío tomó la biblia e intentó abrirla. No es necesario, sé lo que dice acerca de las imágenes, pero en nuestra sociedad, si que pululan iconos e imágenes de diversas categorías, por ejemplo usted ve mucha televisión, ¿No es así?, ¿bueno sí, y eso qué tiene, qué ver?, mucho, ya que yo misma lo he visto extasiarse viendo telenovelas.
Pero no es usted nada más, muchos hombres lo hacen; y riéndose agregó, así que el asunto no es solo cosa de mujeres; tonterías, ¿eso qué tiene qué ver?,  Claro que sí y no es que esté en contra de ese sistema ;bueno, eso es algo en lo que uno se entretiene; muy bien ,quizá ese sea uno de los problemas, pero en realidad hay algo que si puede marcar la trascendencia y ¿eso para qué?, es que eso, tiene que ver con el develar, el discernir acerca de las formas aparenciales de las cosas.
Diego bostezó y entre murmullos dijo y eso, se logra por medio del pensar o de aquello que nos es revelado. Darío alegó; todo eso, que está expresando usted, no es más que el resultado de una mente calenturienta y alocada. Yo si he leído la biblia y allí no se habla de esas cosas tan raras; es posible que haya estudiado mucho, pero de Dios nada sabe; lea, estudie la biblia, yo estoy dispuesto a ayudarle a entender; Darío, sintió la saliva debajo del paladar, y luego prosiguió; puede ser, que así cambié esas ideas tan raras, se convierta y siga por el buen camino, ya que de verdad usted es una persona extraviada; en ese momento, Diego, que permanecía muy atento, dijo; en un tono que parecía muy patán;¡ todo el peso de esa sin razón!, ¡recaerá sobre tus miserables nalgatorios!; asombrados ambos, voltearon a mirarle; sorprendido e indignado Darío replicó; no conocía esa faceta suya Diego, y por lo demás, no sería más educado ¿si a las nalgas, las llamara usted  derrière?
Este soltó una risotada y agregó, bueno, podría ser, en el caso, de que usted fuera una mujer, Darío entrecerró los ojos, al igual que si fuese un pájaro herido; mientras que a su vez, lanzaba una imprecación, que apenas si pudo escucharse por entre el croa de sus dientes, de su enfurecida boca; ya sabía yo, que los dos estaban locos, pero quiéranlo o no, yo tengo la razón; de esté modo habló, y era tal su ira, que se sacudió los zapatos con tal violencia, para quitarse hasta la más mínima partícula del polvo de ese lugar.
Ellos se miraron sonrientes y Diego se acercó a Amanda, para saludarla , ¿cómo has estado? y sin esperar a que  le respondiera agregó; en realidad, si no fuera por esas yoidades tan ruidosas y prepotentes y que se hallan recónditas; quizá hasta el mundo sería un poco mejor;  ¿cierto, pero de dónde se te ocurrió, esa expresión? no, tan solo, pretendía avergonzar a ese grandísimo tonto; pero en fin, tremenda decepción, se va a llevar ese hermano tuyo Antonio; cuando sepa que ese tal Darío, no pudo convencerte, de que te convirtieras a ellos; o lo que ellos llaman la salvación; bueno, eso es algo inevitable, nadie puede obligarte a dejar de ser, lo que tú eres, ni a dejar de pensar en lo que tú crees.
También pienso lo mismo, Diego se sonrió; ¿recuerdas, cuándo nos conocimos? lo recuerdo bien, fue dentro de la facultad de arte y de eso ya, llevamos bastante; sí, más o menos unos cinco años; ¡cierto!, ¡así es!; él se quedó lelo, mirando el rostro de ella, recordaba con viveza muchas cosas que habían compartido juntos.
Y yo he aprendido a quererte como a mí hermana, ¿té acuerdas de aquella ocasión?; ¿cuál?, aquella, en la que coincidimos en ese sueño, sí, fue la noche en la que soñé viendo una biblia abierta y dentro del cual, experimenté una sensación extraña, más no intranquila; era como si algo me empujara a leerla; fue casi lo mismo que me paso a mí; ¿recuerdas qué té dije, qué soñé qué íbamos caminando por unas calles del centro? ¡Sí claro!
¡Que cosa más rara! te lo juro Amanda, experimenté en mí cuerpo algo, no sé; se estremeció, pero prosiguió, y a su vez, era como si muchos peligros raros, desconocidos nos amenazaran y entonces desapareciste y ya no volví a verte; sí fue, según me contaste, algo así, como un ruido de explosiones y viste muchos soldados. Es cierto, fue cuando escuché esa voz extraña, pero amable, que me decía, dígale a Amanda que lea la biblia y que trate de interpretarla; bueno, intentemos no pensar en eso, aún cuando pareciera, que hay algo sobrenatural en todo esté asunto.
No intento ser trascendental, pero creo que, se trata de darnos a entender algo; bien, dejemos eso; ¿más bien porqué no entras?; sí claro, que rico y antes aprovecho para descansar; ¿dónde andabas?; caminando, ya sabes que me gusta hacerlo; ¿pero cuéntame, cómo van tus cosas?; dijo Amanda, mientras empujaba la puerta y ambos terminaron de entrar.
De eso deseaba hablarte, de Clara Inés, ya que hoy, he estado pensando mucho en ella, ¿de veras?, agregó ésta, que ya se desplazaba con sendos vasos de jugo, Diego recibió el suyo desde el mueble, en donde se hallaba sentado, y mirándola prosiguió; sí, veras, ella es muy linda, pero creo que con respecto a nuestra relación, está un poco indecisa; soy al parecer, él que, más ama en está relación; Diego bebió un gran sorbo y lo saboreó con deleite, sus ojos, iban de la alegría al asombro; soy yo, él que, desea con intensidad abrazarla.
 Hizo una pausa y continuó; pero cuando no estamos juntos, siento que es ella, la que me sigue, es como si todo su ser, lo proyectara sobre mí, siento que me piensa, que me piensa mucho; ésta, que había estado de pié se acomodó cerca, pero sin interrumpirlo. Es tanto así, que aún, sin querer y antes de que se me cierren los ojos y casi vencido por el sueño, me escucho llamarla, pronuncio su nombre una y otra vez, y lo mismo, me sucede al despertar, la llevo en mí corazón; lo dijo, tocándose el pecho, con ambas manos, él vaso, reposaba, sobre la mesita del centro aún sin terminar.
Amanda, lo miró con fijeza, y luego exclamó; ¡pero vaya!, eso sí, que es amor querido; uno tiene tiempos así, ¿no?, éste no respondió, entonces ella entonó estas palabras; pero el corazón de una mujer, es como una paloma, que palpita dentro de una mar inmensa; ¿porqué lo dices? No, porque las mujeres somos así; éste le respondió. ¡A!, pero, cuando una mujer es amada y ella respira de nuestra boca y nuestros labios, la besan de los píes a la cabeza y saboreamos sus mamas y sentimos sus pezones henchidos por el amor…
Ella no lo dejo terminar, sino que dijo; es entonces Diego, cuando su corazón palpita y hasta parece como si fuese, el sonido de las alas de muchas palomas; sí, así es Amanda y parece que se estuviera volando dentro del espacio y hasta  del universo entero. Riese Amanda de está ocurrencia, pero preguntó; ¿estas seguro de qué, no estas pasando, por un simple enamoramiento?; no, no lo creo, con eso qué siento. ¡A!, en ese caso, ten en cuenta que, el amor verdadero, es algo difícil de hallar en está época.
Sí Diego, el amor, es la esencia más, más inefable qué pueda existir; hay que ir detrás, porque sucede, que a veces, se nos suele escapar, como por entre los dedos, se nos escapa la vida; guardó silencio unos segundos, y luego, musitó en voz baja; aún cuando corras en pos de él, no puedes alcanzarlo, es como un sueño que no logras corporizar. Esté pensativo respondió; alguna vez  te escuché decir, que para algunos pensadores, la vida es como un río que corre, y que por más que hagas, el río no se detendrá.
Pero también, te escuché decir, que si te quedas sentado viéndolo pasar, uno se podría perder de pescar, de hallar, lo que se encuentra dentro de ese fondo; ésta respondió con cierto dejo de nostalgia; sí, aunque a veces, al provocar las ondas, al arrojarle piedrecillas, él río te arrastrara de todos modos y aunque trates de avanzar de frente a la avalancha de seres, que ciegos se arrojan por un despeñadero, parece que ésta, te arrastrara con ella.
Mira, mejor voy a leerte, estos versos, que escribí en mí cuaderno, ¿sí, dime?; Desbordase la vida, en una esquina de cualquier avenida. Ésta tarde, la vieron pasar, lozana como una flor al sol; ella iba hambrienta, con una boca feroz de estrellas que no cesan; está noche también la verán pasar, vestida color rosa, sobre un rostro constelado en el abismo; ella respondió, ¿provocará llorar al verla?,¿ llorar quizás, como un niño, en el instante de su auge o como un anciano en la plenitud de su hora?; ¡bravo!, ¡bravo!; aplaudió Diego, tú si sabes, a lo qué me refería.



[1] La loma del Chocho:  Lugar situado en Envigado; Municipio de Antioquia  
[2] Reina Caída: Metáfora, compara la ciudad, que a la larga son todas las ciudades del mundo con aquella que se menciona en la biblia.

  

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