CAPITULO
XVIII
LOS AMIGOS
Iba caminando por
toda la avenida de Greiff,[1]
eran las cinco de la tarde, en el borde, de una de las aceras, una mujer
invalida ,con mucho trabajo, intentaba hacer una descarga orgánica ,a medida
que avanzaba, la escena se le hizo más nítida ,todo ocurrió en una fracción de
segundos ,una mueca de dolor, se encajó en el rostro de la mujer ,al mismo
tiempo que de unas nalgas blancuzcas y pálidas escurría un líquido amarillo y
abundante ,el líquido salpicó los zapatos de un hombre que estaba a su lado ; éste
no se movió, ya que estaba más interesado en proteger con su cuerpo a la mujer,
para que no la vieran del otro lado, que era
por donde pasaban más transeúntes.
Era imposible no ver
aquello, ésta siguió caminando y en la medida que lo hacía, la limosnera sin
piernas y que utilizaba tan sólo unas rodilleras, para poder arrastrarse, se
iba quedando atrás.
Llegó hasta el paradero,
de los buses de laureles[2]
y abordó uno de los carros, se sentó del lado de la ventanilla y observó, atraves
de ésta; mientras, pensaba, en el padre Pedro Pabló, un hombre orgulloso y arrogante,
que hacía en su parroquia, lo que le venía en gana; sólo mirarlo, para recordar
la cara de anticristo que tenía; lo conoció un día, ahí en el barrio ese, que queda cerca al colegio el minuto[3]
de Dios, por la casa de Diego. Fue esa vez, que entre a la parroquia a hacerme,
poner la santa cruz; recuerdo, que fui vestida de un modo sencillo; tal y como
se viste la gente común y corriente, me miró de arriba abajo, despectivo y me
dijo; vestida así, yo no le pongo la ceniza.
Cuentan las personas,
que ese tipo, comete muchas arbitrariedades y que las cartas que se mandan a la
curia, quejándose de su comportamiento, no las tienen en cuenta, porque tiene
rosca con los obispos encargados.
Su pensamiento se
desvió, porque se acordó que tenía un papelito, con una dirección escrita, lo miró,
y se dio cuenta, que era hora de bajarse, hizo sonar el timbre y el carro se detuvo,
buscó la dirección y la encontró, era una casa, que tenía un ante jardín,
encerrado dentro de unas rejas pequeñas, pintadas de negro, rosas y helechos, más
algunas flores de jardín, estaban sembradas allí.
Hizo sonar el timbre
de la entrada y una mujer de cabellos castaños, de piel clara, más bien joven,
le abrió; ¿qué se le ofrece? ¿Por favor, aquí es dónde vive galo? La mujer, la miró
de arriba abajo y dijo; sí, un momento; ¡Galo!; enfatizó, lo necesitan aquí en
la puerta, el hombre se asomó y en cuanto la vio, su cara expresó alegría; ¡he
quiubo guebona!; que bueno que viniste y la abrazó, dándole a su vez un beso en
la mejilla. ¡Pero entra, veni entra!
La sala era amplia y tenía
unos muebles de cuero café, más bien finos y se hallaban acomodados dentro de
un espacio, que los hacía ver bien, en la mitad se podía mirar una mesita
pequeña y de la misma tonalidad; también, en todo el centro de la pared, se
podía observar un cuadro grande, que imitaba un desnudo de Darío Morales.[4]
Mónica y Rubén estaban de pié, charlando, riéndose e intentando colocar música;
era algo así, como; “me muero por suplicarte que no te vayas mí vida, me muero
por escucharte decir las cosas, que nunca digas .Más me callo y te marchas; mantengo
la esperanza de ser capaz algún día de no esconder las heridas que me duelen al
pensar…” ¿Te gusta Alex Ubago?[5]
Preguntó Mónica a Rubén; sí un poco; dijo éste.
La habitación
contigua, tenía la puerta entreabierta y se veía bien pintada, un color verde
clarito; se alcanzaba a ver una cama grande, de color café y una sola pintura,
también, una imitación del mismo artista, al parecer se veía un poco sobria,
había allí, también una ventana de persianas, en el momento las tenía cerradas;
¡hola Amanda!, dijeron a su vez Mónica y Rubén, que ya la conocían, la habían
visto en la arteria con Galo.
Al frente de la sala,
se hallaba otra habitación ,en donde se veía, una alfombra, tendida sobre el suelo
y sentado allí, estaba un hombre, de unos veinte a veintiocho años, que
sostenía, un vaso lleno de ron en sus manos y bebía absortó, mirando hacía los
jóvenes, que estaban de pié; es el amigo de Rubén, dijo Galo a Amanda; por su parte ,la mujer que
había abierto la puerta, reapareció con sendos vasos, cuyo contenido era ron
con coca cola y le ofreció a Amanda y a Galo; se sentaron sobre la alfombra y
durante mucho rato, conversaron de cosas sin importancia.
Para estos momentos,
Alex Ubago, seguía sonando y ahora, se escuchaba esta canción “A pesar que la
luna no brille mañana, dará igual; sólo que me hace feliz es verte reír mí alma
y es verdad, la mirada distinta, cual un gesto vacío se clava en mí pecho…” [6]
Al rato, se dejó escuchar el timbre de la puerta, ésta vez Galo se dirigió a
abrir y luego reapareció en compañía, de un hombre rubio, blanco, de ojos
grises, muy bien vestido y que olía a loción fina, llegó acompañado de otros
dos hombres, uno que vestía chaqueta gris, limpia, pero raída, era moreno, de piel
curtida por el sol y con una guitarra en el hombro, tenía al menos unos
cuarenta años.
Te presento, a mí
amigo Andrés, le dijo Galo a Amanda, refiriéndose al rubio, que le sonrió con afabilidad;
ésta recién llegado de España, le dijo; ¡a que bien!, respondió con efusión.
Ambos pasaron ,a la
habitación contigua , la de la alfombra ,se quitaron los zapatos y se sentaron;
al reparar en el hombre de la guitarra, Amanda notó, que era un tipo taciturno
,serio , al sonreír se le veían los dientes, con manchas amarillosas ,al igual,
que el dedo índice de la mano derecha .
Galo, se devolvió hacía
afuera, para hablar con el otro hombre, que era, de constitución delgada, menudo,
bajito, rayaba entre los treinta y cinco
y los cuarenta y ocho, tal vez
tendría menos edad, pero se veía, que era un hombre sufrido, guerreado, ¿bueno
don Fernando, usted viene para lo del trabajo de ebanistería? Sí, es que su mamá
me encomendó, que le hiciera ese trabajo rápido; ¿así, si usted quiere, le muestro
los muebles y el escaparate, para que los vea?, ¿en dónde están? Allí nomás, en el garaje, en el ante jardín; bueno
vamos; el hombre tenía un cierto acento venezolano.
Amanda, apenas si reparó
en éste; don Fernando le respondió a galo; ya está muy tarde para comenzar el
trabajo, pero los voy a mirar y a adelantar algunas cosas, mientras tanto;
bueno, venga, yo le muestro.
Trascurrió, un buen
rato entre charlas fútiles, y Amanda que no se había movido, se levantó para ir
al baño. Al salir vio a galo y a Flor en la cocina, preparando algunos
bocadillos y cosas de comer, Flor era la mujer que le había abierto la puerta.
Cuando Amanda paso,
oyó, que Flor le decía a Galo; me gusta tú amiga, es muy querida; lo malo es,
que no sé, si sea guey o no; si la quieres conquistar, tienes que probar, pero
eso si, con mucha delicadeza, ya que ella es muy seria, y además es mí mejor
amiga; ¡oíste!
Esta, soltó las
carcajadas y se dirigieron hacía la habitación, en donde se hallaban, reunidos
todos y dijo Flor, apaguemos la grabadora, que ahora si comenzó lo bueno;
mientras, se repartían los bocados y más ron con cócala, los recién llegados,
sentían un ambiente agradable y ésta mujer, Flor se sentó, al lado de Amanda.
Mónica y Rubén se
sentaron también alrededor y el hombre comenzó a tocar las cuerdas de la
guitarra, que rasgaron el aire, eran más, de las cinco de la tarde, la
habitación tenía, una ventana que daba a la calle, ésta estaba abierta y por
allí se alcanzaba a ver al ebanista, que se hallaba absortó en sus asuntos, de repente
Amanda lo miró; parece, un hombre serio, aunque, se ve un poco triste, pero que
cara, de buena gente tiene ese señor; pensó.
El hombre de la
guitarra, dejó escuchar su varonil voz, al terminar la canción; Rubén y Mónica
le pidieron; hay Juancho, cántenos está; ¿cuál? dijo él; así, esperen muchachos
tantito, yo tomo aliento y bebió despacio saboreando el ron ¡huy, pero está demasiado dulce!; ¿Te lo
cambio?, dijo Flor, sí por favor, lo prefiero con canada dray; bueno a ver, esa
es la que dice así; “únete al baile de los que sobran, había mucha luz en los
ojos del profesor... Fueron mentira, todos esos sueños, sobre el futuro”[7] y todos vibraban y palmoteaban a coro, ¡guau!
, después Andrés, el amigo de Rubén, pidió una canción de Nicole de barí;
“tiene la edad del primer corazón del rey de Arabia, yo la abracé y sin miedo
ella me abrazo se fue y me niego a creer que se fue, prométeme que si la vez,
no pondrás en su piel lo que puse yo, delirios”.[8]
Galo se acercó a Amanda
y le dijo; esa man es un cantor; sí, así es; a propósito, ve, esa Flor como te mira,
si ya me he dado cuenta, pero el problema es que, no estoy interesada,
aunque es una mujer bonita, pero no; vos sabes que no, solo pienso en ese man, vos lo sabes.
Entonces el cantor
dijo; esta va dedicada a Flor ; ¡ayayay!, dijeron todos a coro, ella se ruborizó
; y Galo siguió hablando con Amanda, mientras la canción sonaba; oíste, a ese
Juancho, como que le gusta la Flor, sí, pero no creo que ella esté interesada
,si uno nace así, nadie lo puede cambiar, sí, dijo Amanda, eso es como tener un
color de piel determinado, para podérselo cambiar, abría que arrancarse la piel y eso es como muy difícil ¿cierto? Sí. Sin duda, esa es nuestra naturaleza. Vos, como que si nos comprendes Amanda.
Después, se dio un receso
para degustar, una rica comida, Mónica y Flor pusieron música bailable y Flor
se acercó a Amanda; ¡ven vamos a bailar!, ésta prefería estar sentada, escuchando
la música, pero, para no ser aguafiestas aceptó; sin embargo parecía distraída
y no cesaba de mirar por la ventana, entonces Flor, la enlazó un poco más y en
un santiamén, le pegó un beso en la boca; del cual, casi no se logra zafar ,
los labios chasquearon y todos se pusieron a mirar , ¡bravo! Dijeron; Amanda se
puso roja, pero sólo Galo, se dio cuenta que aquello no le había gustado. No para nada.
Para evadir, el acoso
de Flor, Amanda decidió salir al ante jardín; el hombre lió, un cigarrillo; al
ver a Amanda le ofreció uno; no gracias; ¡por O Saín!, ¡verdad, que yo me tengo
que ir ligero para mí casa!, ¡mí mujer me está esperando!
¿O Saín? Sí, es el mismo Jesús, ¿cómo así? lo que
pasa, es que, en la versión africana; existen unas leyendas, en la que se
cuenta, que Jesús estuvo en áfrica y que ellos lo conocían como el yerbatero más
grande; ¿yerbatero? Sí, lo que pasa, es que él curaba, sanaba a las personas
con yerbas, con plantas les quitaba maleficios, ¡en fin!; ¡no, yo no creo eso!
Eso, sería como restarle poder a Cristo, no, antes los valida, él era muy
poderoso, ¿Cómo así? sí, es que él, anduvo en áfrica, enseñando lo que sabía y
haciendo el bien, bueno pero yo no me sabía eso; ¿y usted dónde lo aprendió?, a
no, es que eso es parte de la historia, de las siete potencias africanas,
¿bueno y quiénes son esas; no es que lo que pasa es que yo soy santero?[9]
¿Y quién les cuenta todas esas cosas? bueno, eso nos lo cuenta un maestro.
¿Los santeros, son
los que le rinden culto a los santos?, sí, yo les tengo mucha fe, sobre todo a
las siete potencias, las siete potencias son Elegua, que es el mismo san
Antonio, Chango, que es Santa barbará, Yema ya nuestra señora de la regla, Oshun,
nuestra señora de la caridad del cobre, Ogun san Pedro, Orunla san Francisco de
asís y Obatala nuestra señora de la merced.
¡Vaya!, como
interesante el asunto, ¿y en dónde leyó o aprendió esas cosas?, en la montaña
de sorte,[10] allí van
los aprendices de la magia ¿bueno y qué hacen allá? , no, allí se enseña la
magia; ¿y fuera de las siete potencias, a quién más invoca usted? No, yo sólo
las invoco a ellas, pero allá invocan al negro Felipe, a Yaracuy, a la niña
maría, se ven muchas cosas; ¡ve!, que bueno saber; ¡a no!, ¡pues si quiere, nos
seguimos viendo! y yo le voy contando; ¡hay que rico!, a mí sí me gustaría,
aunque yo creo que eso, también debe de
tener su lado oscuro ¿o no? Sí, eso es
como todo, hay gente mala que usa las cosas es para el mal; así es; ¿Desea anotar mí teléfono? Bueno si. Pero creo que eso, como que no me convence del todo. El hombre se encogió de hombros.
Galo salió y le
ofreció al ebanista, ron con cócala; hay hombre, yo si no le recibo eso, no me
gusta tomar entre semana; pero si hoy, es viernes; no, yo no le recibo eso, prefiero
un tinto, pero ya otro día, es que, lo que pasa, es que mí mujer, me está
esperando y ella es como muy nerviosa, no le gusta quedarse sola en la pieza; a
bueno don Fernando.
Más tarde ya, como a
las once de la noche, a través de la ventana, que daba hacía la calle ,los
rayos amarillos os de una luna llena, lo iluminaron todo, eso y la voz
armoniosa del cantor, hicieron que Amanda se regocijara; Galo, le dedicó, una canción
a Amanda; mira, te dedicó, ésta canción ,para que siempre me recuerdes; pero ni
de fundas ,se le ocurrió pensar a ella, que eso, podría ser una despedida; el
hombre ,Juancho, la entonó; “ Porque siempre estarán, en mí, esos buenos
momentos, que pasamos juntos ,sin saber, que un amigo es una luz que brilla en
la oscuridad”[11]
BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA
RADICACIÔN DE ENTRADA 1-2010-26128 Colombia
[2] Laureles: barrió situado al norte de la ciudad de Medellín.
[3] Colegio situado en el municipio de Itagüí entre el barrio la aldea y el barrio tablazo.
[4] Se refiere, al ya desaparecido escultor y pintor colombiano, que nació
en Cartagena y que murió en Francia; su arte tiene como centro el cuerpo
humano.
[5] Alex ubago, de origen español, cantante de música pop; canción: sin
miedo a nada.
[6] Alex Ubago, español, cantante de
música pop; Canción: Gritos De Esperanza.
[7] música popular; se refiere a la canción únete al baile de los que
sobran; interpretada por una banda de música rock; de origen chileno; los
prisioneros; perteneciente a la década de los 80)
[8] Canción interpretada por Nicolás de Bari; veterano cantante ,de origen
italiano
[9] Santero: leyendas acerca de los mitos africanos; todo eso, lo aprenden
los iniciados, en el culto de la santería, y están basados en la tradición oral.
[10] SORTE: Montaña, que está
situada en Venezuela, en san Felipe, estado de Yaracuy
[11] Canción, balada, un amigo es una luz, brillando en la oscuridad;
interpretada por los enanitos verdes, entre otros.)
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