CAPITULO XXII
LA CARTA
Antes del medio día,
la hora en que irrumpe el rayo de la oscura nube; Amanda comenzó a descender
las escaleras del metro, dentro de la estación Prado, a esa hora repleta de
hombres y de mujeres, que en apariencia nada sabían, acerca de los descensos
del alma, imágenes en quietud, en calma, en movimiento, en todo caso, aunque no
lo supieran; eran llevadas ora aquí, ora allá, como retazos del viento; en su mayoría, masificados
por la moda, marchaban todos hacía abajo, abajo, por un mismo camino, seducidos
por el estiércol y la dulzura de la
sociedad de consumo.
Hacía abajo, siempre hacía
abajo, sin sentir que la tierra temblaba bajo de sus pies, y los terrones de barro
y las partículas del polvo, se deshacían por encima de sus cabezas.
Rubén Darío, alto y fornido,
pero efímero como un segundo, esperaba impaciente a que Amanda llegara; al
verla, se dirigió a recibirla; besándola en la mejilla y saludándola con un ¿hola
cómo has estado? me vine volado; porque voy para un exhibición de ropa de moda,
y no me la puedo perder por nada del mundo.
Pero te traje la
carta, que te dejó Galo; Flor la tenía muy bien guardada; incluso está mañana,
casi no la encuentro; chao hay nos vemos. Al decir esto, volvió a besarla en la
mejilla, y luego desapareció entre las gentes, como una sombra, como una
ficción, como un sueño que fue y ya no
es.
Miró a su alrededor,
para buscar, una banca donde sentarse, no quería alejarse mucho, así que buscó
la más próxima, se sentó y acarició la carta un poco arrugada, entre sus dedos
y al fin se decidió a leerla.
Amanda, querida
amiga, fueron mucho los momentos compartidos, largas horas de caminar sin rumbo,
por la avenida de la playa y de danzar extraviados, alrededor de una fuente que
quizás nunca existió, la del teatro Pabló Tobón Uribe; y la de imaginar
ficciones y sueños que nunca realizamos. Pero eso sí, todo eso que vivimos fue
tan real, tan nuestro, porque lo adaptamos a nuestra manera de ser.
¿Recuerdas esas
gentes qué cuando llovía, comenzaban a correr y hacían muecas y gestos cómo si
fueran a llorar? Eran quizás, esos semblantes, los que más nos llamaban la
atención, porque además, parecía que no les gustaba mojarse y ya luego, se
perdían entre la lluvia como fantasmas extraviados.
Ellos y nosotros
éramos un sólo desamparo, un sólo sonido regular y regulado por la lluvia, que
parecía no querer detenerse. Pero nosotros éramos los extraños, los locos,
situados al otro extremo del camino; todo era tan real, aun en medio de las
sombras y ella, nos calaba hondo, tan hondo, que hasta nos cobijaba.
Amanda guebona, ya me
están dando ganas de llorar y eso no me gusta, aún cuando tampoco me choca. Y sí,
yo nunca estuve, tan desestraviado[1]
como a tú lado; Amanda no te enfades, si nunca te conté, lo de mí enfermedad,
nunca quise molestarte, ya que eso era demasiado engorroso para mí. Por lo
demás, se que habrías acudido de inmediato.
Pasando a otra cosa,
te cuento que en la casa de mí amiga, conocí a un hombre, muy bien dotado,
tremendas nalgas, en fin, ya sabes, ¡pero que va! , yo aprendí a amar tanto a mí
amigo el rubio, que de verdad, que no, claro que yo, ya no podía; pero en cambio
si me recreaba la vista.
Bueno, también te cuento,
que conocí a una persona extraordinaria, que me hizo mover el piso, el padre
Rafael Osorio; ¡como te parece!, que un día, fui a buscarlo, ya que mí amiga me
contó de él, en esos momentos, tenía asignada una capilla pequeña, por los
lados de La Estrella[2]
y cuando llegué había una fila de personas; puros viejecitos, me hice en la
fila, casi de último, y al instante apareció un señor con cara de estar perdido;
pero claro, si venia, de estar buscando una dirección. .
Primero llegó al
parque, le pidió el favor a un tal cura que vio por ahí, un tipo de ojos
azules, un tal Pedro Pabló, con una cara, parecida a la de Hitler; ¿padre será qué
usted, me puede colaborar con algo? , ¿Yo?
Sí, es que estoy muy viejo y me voy a trastear para un asilo, ya que estoy
solo y no tengo familia, ni a nadie que
me ayude.
Nos contó que éste
sacerdote recién, se acababa de bajar de su imponente Toyota y como estaba
buscando al padre Rafael, se confundió y lo abordó.
El hombre, lo miró de
arriba abajo; ¿Qué, usted lo qué quiere es que yo le de plata? Yo acaso soy un
banco, yo solo vine de visita por estos lados; vaya a buscar plata a otra
parte.
En esos momentos,
salió el curita, todos nos le quedamos mirando, era muy joven; y éste señor,
que por cierto, caminaba bien derrengado, se le arrimó, hablaron un momento y
el padre sacó un fajo de billetes y le dio cien mil pesos y lo otro, lo
repartió entre todos; y le dijo, espere hijo, que lo voy a llevar a una
institución bien buena, para que lo ayuden, ¡pero ojo! , si lo tratan mal me
dice.
Pero el padre Rafael,
no sólo, hace obras de caridad, sino que también, le ofrece a uno la amistad,
le da buenos consejos y hasta ha pensado, en fundar un hogar escuela, para
niños de la calle y un hogar para los desplazados por la violencia; aunque yo
creo, que en su mayoría, todos somos
desplazados, ¿no?, en parte, mí opinión, acerca de los sacerdotes cambio, al
fin y al cabo son unos seres humanos, llevados de su pobre y paupérrima
voluntad; digo, la de ellos, no la de Dios.
De todas formas, sigo
pensando, que hay mucha mierda dentro de éste sistema; sin embargo, he llegado
a pensar que las cosas son, según sean, las personas que las componen y a pesar
de lo que soy, y de lo que ellos consideran que somos nosotros; es decir, algo
así, como el cagadero por donde se desaguan algunos vericuetos de ésta
sociedad; ellos y nosotros somos la misma carajada, aunque, claro, con distinta
pinta.
Pero el padre Rafael,
al menos me ha tratado como a un ser humano y ha respetado lo de mí sexualidad,
ya que me ha dicho; si tú eres así, eso, nadie lo puede cambiar, porque yo entiendo ya, que el objeto
del amor, es distinto, en cada uno de nosotros.
Ahora que, deberías
saber que existe algo mayor, demasiado grande, que por ser así, tú lo
encuentras en lo pequeño y de manera constante, aunque no lo veas, eso que aún
no has descubierto es Dios; ¡rico que tú te pudieras enamorar de él! , más que
de las criaturas.
Pues si amiga,
también me dijo, que el asunto consistía en mirar como el consumismo explota
ese aspecto de la sexualidad humana, ahora para bien y otras para denigrarlo,
pero en todo caso, siempre en función de lo lucrativo.
Yo creo, que no hay
derecho a desvirtuar el amor entre las personas del mismo sexo; en mí
apreciación de las cosas, pienso que el verdadero sodomita, es el que se presta
a esos juegos; el que se vende y se deja comprar y el que está dispuesto a
todo, con el fin de resultar ganancioso.
¡A!, y otra de las
cosas que el padre me dijo, es que nosotros tenemos derecho a amarnos; pero eso
si, sin escandalizar a nadie; ya que eso, es un motivo, para que algunos
cerebros débiles, nos hagan el blanco de su bronca, y de su encono más feroz.
Bueno, al fin y al cabo
si el sexo es una porquería, lo es tanto para los unos, como para los otros y aclaro;
esto lo digo yo, no el padre; por lo demás, el padre si dice; que el verdadero
cristiano, es el que ama, ama y respeta la vida y los derechos de los demás.
Por supuesto que esto,
se alargaría más y más; pero sólo voy a decirte, que un día, a Adíela se le ablandó
el corazón, me llamó y me preguntó ¿qué era lo qué podía necesitar?, y le dije,
que tenía mucha hambre; ¿y sabes con qué se apareció? Con una caja de donuts.
Bueno Amanda, es
posible, que nos veamos alguna vez; quizá te estaré esperando, alrededor de una
fuente, aunque ya no sea, la del teatro Pabló Tobón Uribe.
Posdata; ¿sabes una
cosa? nunca he estado seguro, si esa fuente era ovalada; en todo caso, no te
olvides de regar las flores en abril y tampoco de la letra de esa canción tuya,
dedicada, lo más seguro a algún amor, que no quiso o que no quisiste hacer
real. Hasta siempre Amanda, Amanda querida amiga.
Amanda cerró la carta
y la guardó en la mochila indígena, que siempre llevaba consigo; se levantó y
se fue caminando hacía el centro, mientras tatareaba una canción; quizás era ésta;
“únete al baile de los que sobran”
Al llegar, don
Fernando la estaba esperando; ¿cómo está? , bien, ¿Qué tal, cómo van las cosas?
Bien; venga, sentémonos por allí, en donde podamos conversar; bueno; se
sentaron en frente de unos árboles, cuya vista daba a una iglesia, una de
tantas; ¿se da entonces la magia negra y la magia blanca? Sí, la que yo
practico es magia blanca; pero también existe la magia negra; ¿supongo qué
usted también la ha practicado? Sin vacilar, el hombre respondió; Allá, se
aprende de todo; lo que si he hecho, cuando estaba en Venezuela es fumar el
tabaco; don Fernando, pero eso, no es agradable ante los ojos de Dios, además,
eso se devuelve contra la persona que lo hace; ¡no hombre que va!; ¡claro que sí!
No, aquí, yo no lo he
vuelto a hacer, ¿pero si usted supiera el poder que tiene eso? ¿Le está dando más
poder usted al diablo qué a Dios?; ¡es que yo no sé!; ¡yo no le doy el poder a
nada!, lo único que sé, es que algunos
si lo hacen; ¿entonces Dios no sirve para nada, según eso? No, es que no me
pregunte a mí, esas cosas, ¿entonces? Lo
único que digo, es que quienes lo practican obtienen resultados, casi que de
inmediato y no les importa nada.
No, pero yo le tengo
mucha fe, a las siete potencias, son unos santos, claro que son demoraditos
,pero le ayudan a uno ; esa gente trabaja con Dios, ¿quiénes? pues los siete; sí,
ya se lo dije, y créame, pertenecen a la corte celestial; pues siendo así, todo
lo que se trate de Dios me gusta y hábleme, cuénteme más acerca de la leyenda; don Fernando la miró ,tenía
unos ojos negros y casi redondos y un bozo delgado y arqueado, al
principio y de acuerdo, con el Mito
yoruba ; existía únicamente Olodumare
,que está compuesto de tres espíritus separados
y no menos indefinibles, Olodumare,
Nzme olofi y Baba
nkwa.
Don Fernando sacó un
cigarrillo y le ofreció uno a Amanda; en ese momento, paso una vendedora de tintos
y compraron dos; véndanos dos tintos; sí como no, ¡con mucho gusto! ; Tomé Amanda;
dijo, el hombre pasándole el café; no adelante,
deguste usted primero; no primero las damas; está bien, gracias, ¡que rico! Sí,
apenas para este frío, ¿y bueno?
Casi saboreando el
café, respondió; Olodumare nzame es el principio creador, creo el cielo y la
tierra, el sol y las estrellas, la luna y toda la vida vegetal y animal sobre
este planeta.
¿Ese nombre es el con
qué, ellos conocen a Dios?; es que para ellos, ese nombre, representa al Dios
de los cielos, es decir, es el mismo Dios creador; ¡a, ya! ; Sí, después que concluyó
su obra de creación, preguntó a sus compañeros, si les agradaba, lo que había
hecho; entonces concluyeron que Olodumare nzme, había realizado algo grande y maravilloso;
pero señalaron la necesidad de crear un ser inteligente, que gobernara la tierra;
entonces creo al primer hombre, naciendo del barro, a su propia semejanza,
dándole inteligencia, belleza y la inmortalidad.
Este primer ser, fue
llamado como Oba y pronto se hizo tan engreído con su gran belleza y su poder,
que en un acceso de cólera Olodumare ordena a nzalam, el rayo, que destruyera
toda la vida de la tierra.
Chupando su
cigarrillo y exhalando el humo, prosiguió; pero como Olodumare, había hecho a Omo
obo inmortal; nzalam, no pudo matarlo y éste huyó y se escondió en las entrañas
de la tierra, donde ahora está rodeado por el fuego y el azufre, causados por
el castigo de Onzulam, cambio su nombre
a Olosi y viene periódicamente, a
la superficie de la tierra, con el propósito de incitar, a los humanos a infringir
las leyes de Olodumare.
Ambos se quedaron mirando
hacía algún lugar y el hombre preguntó ¿Qué hora es? ¡Hay verdad que ya me
tengo que ir! ; Hasta luego Amanda, que la pase bien, igual, también usted;
entonces ella pensó, esa historia es
bonita, y si las cosas se usan para lo bueno y no para… ¿pero Sorte y Sodoma?
¡Um! Nada de raro tendría, que existiera algún parecido.
BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA
RADICACIÔN DE ENTRADA 1-2010-26128 Colombia
[1] Desestraviado: es lo contrario de estar extraviado; se usa de un modo
simple, sencillo, para indicar; yo nunca
estuve tan cuerdo como cuando… Palabra inventada por la autora; no se encuentra
en el diccionario de la real academia, no que se sepa.
[2] La Estrella :
es un municipio perteneciente al Departamento de Antioquia.
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