jueves, 15 de octubre de 2020

El eco

 

                                               


                                                        

                                                          El eco

¡Eco! ¡Eco! ¡Eco!  Y el eco se extendió de montaña en montaña, de mañana en mañana; pero luego las montañas se derrumbaron, se desasieron,  se desintegraron; la tierra toda  y  el eco anunciaba    vendrá un tiempo en que las montañas se caerán y el viejo mundo,  que es este,  se desintegrara  y al hacerlo,  todooo  quedara de  tal forma,   que llegara a un punto en que todos los ruidos se mezclaran en una oscuridad sin fin y más tardecito, después de escuchar  eso,  la ciudad que yacía en los sueños más profundos,  se despertó y ya no tenía ecos.  No se oía nada, pero nada,  nadaaa;   porque había un vacío muy grande, tan  grande,  grandeeee, como el espacio mismo. Y ya nadie se tenía así mismo tampoco.    Entonces  una  niña dijo; mejor me voy a quedar ¡Quietita!  ¡Quietita!  ¡Pero muy quietita!  No se paraba ni para ir al inodoro.  Y  fue así;  porque estaba muy gordita y tenía el corazón llenito, llenito y es tanto así, que hasta se le formó  un jardín del cual   florecían, que montonón  de cosas  y hasta de mariposas, aves cantoras y    así, porque es que ella, se convirtió  en fundadora de que cantidad de mundos. La niña  vivía entre los  mundos de su pecho, que lograba abrazar con sus bracitos   y cuando   los abría,   entonces estos  mundos salían como expulsados por unos cachetes inflados  y surtidos de aire   y así, hasta que pasaron los años, los siglos de los siglos quizá,  y también la infinitud de la totalidad   y la ciudad se despertó de nuevo y con ella,  los ecos crecieron y crecieron, pero por fortuna,  eran sólo eso. Bueno,  eso era lo que ellos, todas esas gentes   deseaban creer; porque pensaban que un eco,  es un eco y siempre se repite  y se repite, la misma bobada  y nada, de nada.   

 Entonces un día,  la niña  al ver todas esas cosas,  ya no  se quiso levantar nunca más y prefirió quedarse así, sin los  ecos, pero dormida  ¿Pero poque por qué?  Le decía una vocecita  muy adentro. No lo sabemos del todo;  suponemos que era,  por todas esas cosas que ella veía, sentía, ver cómo eran esas personas, como era de sonsas,  y otras súper crueles y no se diga más, pero desde luego,  la niña  sí que   sabía con  absoluta certeza.  Lo sabía. Después de escuchar esta historia, una voz ronquita, gruesecita rebuznó;   no,  esto es una  tontería, ella miró   y era   un burrito, que estaba   en la otra esquina del solar.  Más hacia allá había un caballo. El caballo  antaño tan soberbio,  con un extraño ruido  ¿Que no  sabemos si era un  rebuznó o  qué? expresó; si empleáramos la luz solar, los recursos  naturales,  no pasarían estas cosas y  entonces  la vaca  dijo  ¡Muuu!  Por eso,  es que eres tan burro;  yo no soy burro, soy el caballo, replicó  ¡Haa!  ¡Por eso mismo!  ¡Por eso mismo!  Fue   entonces cuando  ¡Rin! ¡Rin!   Renacuajo muy tieso y creído salió  de su casa  y su mamá  le dijo ¡Cuate  mijo!  No te vayas por ahí, mira que esto,  va de mal en peor; pero ¡Ukuu! No le importo  nada; entonces la niña se despertó y dijo ¡Eureka!   Los mansos han ganado un montón de gansos. Y un montón de zánganos harán que justos  por pecadores caigamos en el vacío sin fin…  Y así. ¡Qué bobada cierto! Dijo el burro y la vaca dijo  ¡Muuuuu!

                          Beatriz Elena Morales Estrada @ Colprinth 

 

 

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