lunes, 28 de septiembre de 2020

Parte 9 De silencios. La Mamá

 

                                    Parte 9     De silencios.  La Mamá 



  La Mamá

 Género novela 

Parte 9

De silencios

Y estaba ahí sola, boca arriba en una especie de tarima metálica; es lo que creo que era; pareciera ser muy temprano, era de  mañana; no se escuchaba nada, ni siquiera el zumbido de una mosca atravesando el aire. No había nadie,  absolutamente nadie a mi alrededor   ¿O talvez si? Allá en la penumbra,  una sombra  y estaba llena de sangre entre las piernitas; era una bebe de un mes quizá; eso sucedió antes del sucederse de las cosas. Yo no esperaba nada, ni a nadie, solo estaba puesta  ahí… ¿Por qué? ¿Por quién?    Jamás lo sabré. Solo estaba puesta allí, talvez,   al igual que ahora, que siempre; antes  solía escuchar  el silbo del silencio, el ruido de la naturaleza, de las cigarras, de las lagartijas cazando…    ¿Y ahora? Ahora  solo escucho el zumbido del aire, tal  como el pito  de una olla a presión  hirviendo a fuego medio;  pero si las historias que me contó  mi madre son el producto de una mente senil, tal como  Alefiol   trata de hacerme entender; para mí,  de igual manera son bienvenidas. Lo que  sí sé,  es que uno no puede arrancar de si,  aquellas vivencias que se han tenido, experimentado  en carne propia. 

Se dio un episodio,  más o menos a los 70  años de edad de mi  madre;  estuvimos yendo a una clínica,  dado que ella tenía problemas de salud,  ya le habían hecho varias radiografías,  no recuerdo bien que tenía, solo sé que había que hacerle muchos exámenes más,  entre ellos una  citología,  y en una de esas , se puso muy mal y estaba empecinada en que no  quería que le hicieran más  de esas cosas;  estaba tan furiosa,  y como las citas eran prioritarias y esa gentes no podían perder el tiempo,  ni hacérselo  perder a otros pacientes,  también necesitados; le rogué que subiéramos , era un tercer piso,  pero a fuerza de  lidia  acepto, y  cuando estaba en el cuarto, arriba con las enfermeras,  la íbamos a bajar de la silla de ruedas,  para montarla en una  camilla ;  me miró  llena de rabia,  de frustración,  porque pensó,  que lo que le estaba haciendo yo,  al hacerla ir a algo que ella no  quería,  era una agresión, una invasión a su privacidad ; entonces me miró  llena de furia y me gritó  delante de esas personas ¿Usted quién es?  Usted no es como las otras, usted no es una hija mía.  ¡Usted es muy distinta a ellas! 

Y así,  en la medida que iba creciendo y  pareciera ser  que el Ortab  se iba alejando. Se iba quedando atrás; mi hermano   Orutra,  menor que todos, pero mayor que yo, me gritaba constantemente; usted es una recogida, a usted la recogieron, usted es una mema de Bonaf.

Beatriz Elena Morales Estrada © Copyright NARRACIONES

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