domingo, 21 de junio de 2015

CAPITULO LII (52) LA FRATERNIDAD






CAPITULO  LII  (52) 

LA FRATERNIDAD 

Rafaela y Verónica, se quedaron conversando hasta muy entrada la noche; al fin, la mamá de Diego, compartió su habitación con Verónica y aunque está ultima, siempre fue muy reacia a dormir, en una cama que no fuera la suya, terminó cediendo, a los encantos de Rafaela, de esa casa, y al fin, se durmió como un bebé. Por primera vez, en su vida, desde que  había enviudado, había podido dormir hasta casi, la una de la tarde y del mismo modo, Rafaela durmió hasta las once.
Lilia y Mery, se encargaron, de hacer todos los oficios; que bonito, estaba don Diego, esta mañana, cuando salió para la universidad; sí.  Así es Mery, él, es un hombre muy bello; sí, y tan querido, se va y lleva la niña a la escuela; así debe de ser, para eso, es su hermano ¿no?
¡Hum! , esta sopa, esta quedando deliciosa; pruébela Mery, para ver, si esta buena de sal; sí, apenas es doña Lilia; bueno, échele, otra pizca de condimento; ¡esta bien! pero es que, hay hermanos que no hacen nada, de nada; eso también, es cierto Mery.
¡Hay es qué este hombre! si se ve, en los ojos de Evita y de doña Rafaela; sí, es muy amoroso y a propósito, su hijo, hace rato que salió, a jugar nintendo; Maquinitas  y esas cosas ¿quiere qué vaya por él?; no Mery, todavía no, dejémoslo que juegue otro ratito con su amigo.
Como diga, pásame el aceite; sí señora; no, ese no, el otro, el de oliva; vació Lilia, una breve cantidad en la ensalada y la revolvió; Mery, se la quedó mirando; hay señora, yo, a usted, la admiro tanto;¿sí, y eso porqué?; bueno, es que usted, es tan elegante, tan fina, a viajado tanto y siempre que una la ve; esta tan bien, puestecita y se le ve, como tan feliz; bueno eso es, porque, estoy enamorada; pero no siempre, fue así , antes, era diferente, yo era una muchacha como tú ; ¿Cómo yo?, sí, tú eres muy bella; el glamour y todo lo demás, se aprende; a Mery, le brillaron los ojos .
¡Hay qué rico poder ser como usted!, ¿cómo yo?, no Mery, sé tú misma; ¡hay no! es que una, la mira y siente una envidia, pero no de la mala, sino de la buena; toma, guarda el aceite y lávame unos raba nitos; sí, bueno, pero hoy, la noto un poco triste o tal vez preocupada, no sé. Son bobadas Mery, ¡hay no!; porque si es, por don Diego, ese hombre no tiene más ojos, que para usted, ¡digo!, fuera de su mamá y de su hermanita.
Lo sé, pero… Tome los rábanos señora; gracias, verifique, si la sopa, ya hirvió y me la coloca, en bajo, sí, ya esta hirviendo,  más o menos ¿cuánto hace? Ya hace como siete minutos; ¡esta bien!
¿Y qué significa ese pero? Lilia cubrió la ensalada, con un poco de jugo de limón y ya luego la tapó, ábreme la nevera, ¡por favor! y lávame estas frutas; sí, sí señora; ese pero, Mery, significa, que nada, hay más terrible, en la vida de una pareja, que un fantasma.
¡Hay no!; dijo Mery, tapándose la boca, ¿yo no lo puedo creer; en esta casa espantan?  No, no tontita, significa que hay alguien más, en medio de los dos; ¿alguien más?, pero si yo nunca le he visto a nadie más, siempre lo veo, es  con usted.
¡Hay Mery!, se trata de un recuerdo, de un amor que viene del pasado; al decir esto, Lilia palideció un poquitín; el otro día que estuvo limpiando, la habitación de Diego, tomó un libro, para quitarle el polvo y se le cayó al suelo; se agachó, para recogerlo y una hoja escrita a puño y letra de Diego, se había salido y sin poder evitarlo, la leyó; la fecha era, reciente. Y decía así; Hay Clara Inés, aunque ha pasado el tiempo, y las cosas son un incesante ir y venir, nada de lo tuyo, ha muerto.
Permaneces en mí y no tan sólo, como una imagen perecedera; ni como un objeto, que define mí amor; sino como una presencia que me fascina, que me encanta y que me sigue por doquiera que yo voy; también eres, el amor que me persigue en la distancia.
Sin querer a Lilia, se le salieron las lágrimas al recordar; Mery, abrió su boca pequeña, como un caramelo, como una fresa a punto… Para decir algo; pero, en ese instante apareció Rafaela.
Hay muchachas, dormí tan bueno anoche y que conste, que es la primera vez, que me levanto tan tarde; con disimulo, Lilia se secó las lágrimas, con el dorso de las manos; pero es que tú puedes dormir, hasta la hora que quieras; sí lo sé, pero, ya sabes que no me gusta, bueno, hoy, me siento súper; me encanta, que te sientas liviana y que hayas podido descansar; dicho esto, salió de la cocina.
Y, se dirigió, hacía el comedor y preparó la mesa, los platos y demás utensilios y luego, se fue hacía la sala, pensativa, se sentó en uno de los muebles, por unos segundos, pero después se paró con resolución y pensó; me iré, volveré a España, hablaré con Diego y se lo explicaré todo.
Rafaela, salió de la cocina, bebiendo un poco de café caliente, ese almuerzo, se ve que esta quedando delicioso; voy a ir a ducharme y ya regreso, para ayudarles a servir; despreocúpate, que entre Mery y yo, nos encargaremos de todo. Al decir esto, Lilia suspiró y pensó; tendré que renunciar a esto y regresó, a donde estaba Mery.

Mientras tanto, Verónica abrió los ojos y al hacerlo, creyó, que estaba en su habitación, un pensamiento se deslizó dentro suyo y se acordó que de niña, cerraba los ojos y al hacerlo, veía como unos pequeñísimos cristales, diminutos, pero que parecían burbujitas hechas de aire y daban un color azuloso; eran muy breves, casi desaparecían, al contacto de la mirada.
Pero las que veía ahora, eran diferentes a esas lucecitas de colores brillantes, que se expandían en días de sol; de repente rió y algo, en algún lugar, se abrió, como alas de paloma, parecían querer, romper el aire y una súbita alegría, la inundó.
¿Y si me fuera?, lo deseaba tanto, tanto; sí irme, sería lo mejor, pero entonces, se acordó de Natalia y se conmovió y un surco se le formó, en la línea de los ojos, los cerró y al instante, los volvió a abrir llenos de lágrimas, que le formaban lagunillas; de algún modo, se alejó y trató de pensar en otra cosa.
Recuerdo que cuando trataba de cogerlas, ya no había nada, tan sólo me quedaban, las manos vacías; sí, así era, en todo caso, resultaba todo un placer, poder verlas, así fuera por una fracción de segundos, de verdad que las disfrutaba mucho.
Se hallaba recostada de lado, con los píes recogidos y las manos entre las rodillas; abrió los ojos y la habitación le pareció más grande, aunque no menos acogedora; se sobó con ambas manos las sienes y se recogió el cabello y se acordó; estoy en casa ajena y no debo abusar, de la buenaza de Rafaela.
Las canas, apenas si se le comenzaban a ver, la otra noche, parecía más avejentada, pero ahora no; las camas estaban separadas, por un buen trecho y al levantar la cabeza, vio la cama de Rafaela, que ya estaba hecha y escuchó la ducha caer.
Miró su reloj, ¡que vergüenza! la hora que es; pero he notado que estando aquí, estoy más cerca de ella; en esos momentos, Rafaela salió envuelta en una bata de baño. Buenas tardes Verónica, ¿espero qué hayas dormido bien? , Verónica, no respondió, la otra continuó, bueno, la cama es pequeña, pero cómoda.
Y mientras decía esto, se envolvió el cabello húmedo y ensortijado y más bien corto, en una toalla; buenas tardes Rafaela; no, no es eso, me sentí súper bien, ¿pero mira la hora qué es? y apenas, me estoy levantando.
No Verónica, anoche hablamos mucho y apenas es la hora, yo también recién, estoy despierta y por lo demás, estas en tú casa, puedes sentirte, con toda confianza; tú y Amanda, siempre serán bienvenidas, inclinó Verónica, la cabeza y las lágrimas se deslizaron en silencio; al darse cuenta, de lo que consideraba una imprudencia, Rafaela se contrajo un poco; ¡hay Verónica!, lo siento.
No te preocupes, yo a veces, también la siento así, como si estuviera viva, además, si lloro es por la emoción al escuchar tus palabras. Rafaela, cambio la expresión de su cara, y dijo, ¿debes tener hambre?, si quieres bañarte, puedes hacerlo aquí mismo.
Mira, toma este toallon limpio, para que te seques y aquí, en esté closet, tengo ropa limpia y sin usar. A ti, te debe quedar bien, porque yo, me he engordado un poco; es cierto, eres más llenita que yo, pero mucho más joven y bonita, tú también eres muy guapa; anda dúchate, que el almuerzo, esta a punto.
Y mientras Verónica, entraba al baño; Rafaela dijo en voz alta, tú, eres todavía, una mujer muy joven y no es sólo por adularte, puedes volver a casarte, sí así, te place.
¿Bromeas? De ninguna manera y saliendo de la habitación, terminó diciendo, y para lo de tú cansancio, podemos ir a visitar, al doctor Formalito Ramírez, dicen que es buenísimo; sí, tal vez lo haga. De modo que, desde ese día tan fecundo para ambas, transcurrieron semanas, quizás hasta unos cuantos meses.
Y ese, fue el comienzo, de una amistad, difícil de acabar y entre ese ir y venir, de Verónica, a la casa de Rafaela; pudo, ¿aunque, nunca, se supo porqué?; recordar ese, corto tiempo, que paso en la universidad.
Que a uno, se le despierten las ganas de escribir, después de viejo; eso es algo, que no deja de confundirme; ¡Ba!, no te preocupes, Diego, como vive escribiendo, cosas tan raras, yo, ni siquiera le paro bolas a eso; pero esto, no significa que sea tan ignorante como para no valorarlas, y cambiando de tema, dijo; ¿mira Verónica, te gusta mí vestido? se refería al vestido de novia.


[1] . Itagüí, municipio del departamento de Antioquia,
Beatriz Elena morales Estrada. Todos los Derechos de autor. 

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