martes, 17 de marzo de 2015

CAPITULO VIII GALO






                                                      CAPITULO VIII
                                                          
                                                             GALO
                       

Caminando despacio, sin afán, bajo del sol; en el cual, subyacen todas las cosas; venia ella desde el teatro Pabló Tobón Uribe, buscando la Artería, al llegar vio que el lugar estaba casi vacío; para el caso me da igual, pensó; miró hacía unas jardineras de cemento, que se hallaban ubicadas en una especie de calzada entre las dos avenidas.
A todo el frente de la Arteria, entonces se compró una cerveza, y se ubicó en ese lugar; los carros bajaban y subían, de un lado y del otro, desgastando un poco más, las posibilidades de vida en el planeta; un hombre joven ya había escogido también ese lugar, para beberse en silencio un trago; permanecía absortó en sus pensamientos, o al menos eso era lo que parecía.
Esta se sentó cerca, pero sin mirarlo, no tenía ganas de relacionarse, pero él si; al verla, tocio un poco para llamar su atención, ella en cambio sacó una libreta de notas y se puso a ojearla; el joven insistió; ¡pero qué letra tan bonita tiene usted!, le dijo, ignorando alguna ley que por cierta lógica impide, mirar por encima del hombro de un cualquier otro; ella respondió afable; ¿le parece?
Pero sabía, que esto era, sólo un cumplido para poder llamar su atención y de cualquier forma, le parecía fastidioso tener que hablar con un desconocido; tan sólo quería pensar en cualquier cosa, en lo que fuera y en última instancia, mirar sin ser vista, levantó la cabeza para mirar a su indiscreto vecino y se encontró con un rostro de tez blanca y cabellos castaños y sobre de éste, unos lentes de cristal suave y delgado, lo miró unos segundos y sintió por un momento, que éste era un estudiante despistado y lejano, o hasta quizás otro, que no encajaba dentro de ésta urbe nada provinciana, como nos llamaban los de la capital.
Fue en esos momentos, que paso un negro muy bien plantado; en tono confidencial éste le dijo; me encanta ese tipo, tiene unas patotas; el tipo que por cierto iba muy bien vestido, quizá era un empleado de clase media le dijo, mirándolo; ¿qué tal Galo cómo estas?, ¡muy bien y tú!;  ¿de película y vas a estar por aquí ahora? ¡Claro que sí!; bueno entonces más tarde te caigo.
Cuando éste hombre se fue, ella se rió divertida; ¿de modo qué te encanta? Sí así es, y dentro de un momentico, vienen unos amigos, para que no te vayas ¿sí?, y charlamos un rato, nosotros siempre nos parchamos aquí.
No sé, si llegan y estoy aquí, pues bueno, pero cuéntame, ¿A ti porqué te dicen Galo? Bueno, a mí me dicen así por cariño, pero mi nombre es Carlos Mario ¿y el nombre tuyo cuál es? Amanda, ese es mi nombre; Galo se quedó sorprendido y como ella lo notara; le dijo es muy convencional para la época, pero es mi nombre.
Por si no lo has notado, el mío también lo es; pero bueno, eso que importa, ¿porqué sabes una cosa?, me caíste lo más de bien, aquí vienen muchos estudiantes y algunos son muy engreídos; ¿vos crees eso?, en su mayoría la gente que viene, por estos lados es proletariado, no liase, hay gente así.
Estaban en esas, y al instante llego Mónica, acompañada de Rubén y de Marina cruz; éste era el componente de amigos, de la barra que se reunía Alrededor de Galo.
Trascurrieron así los días y ambos jóvenes continuaron viéndose; cierta tarde se citaron como a eso de las tres y cuando Amanda llegó, ya Galo la estaba esperando; ¿quiubo, porqué tardaste tanto? , no es, que estaba haciendo una vuelta para ver, si entro a estudiar; aunque no sé; ¡estudiar qué va!, pero si a voz te gusta.
Con afán, Galo cambio de tema, imagínate que hoy estoy como aburrido; ¿sí y eso? ; No, es tan sólo, que tengo ganas de tomarme unos vinitos, ¿voz no? ; sabes, yo también estoy como aburrida; entonces Galo dijo; se me ocurre una idea hagamos una vaca y nos compramos una botella de vino; ¿oíste, no está como muy temprano?, ¡ven, a esta parcera, ya se las va a dar!; ¡no, hagámosle pues!
Tomaron la ruta que los conducía hacía el Teatro Pabló Tobón Uribe y luego se desviaron hacía un costado de éste; un letrero se veía tangible, estanque Toni, compraron una garrafa de vino tres patadas, un vino ordinario, pero muy fuerte, y que se acomodaba a los bolsillos de ellos y ya luego se sentaron frente al Teatro, pero sin perder de vista la fuentecilla, que medio los ocultaba , Galo destapó la botella y le ofreció a Amanda, ésta bebió y el líquido recorrió todo su cuerpo dándole una agradable sensación; de igual modo Galo bebió; después de un silencio prolongado, el joven interrumpió.
¿Se puede saber, qué eran, esas notas qué tenías ese día?  El sol era fuerte a esa hora, caía casi que directo sobre la piel como un horno al aire libre. De un modo indirecto ésta respondió; ¡sabes!, Medellín, es un lugar, esto es un lugar, el mundo es un lugar; ¿Qué es lo qué me quieres decir?; dijo Galo, mientras bebía más vino; nada, y eso que estaba leyendo, son unas bobadas que escribo, cosas que me pasan y otras que pienso; ¿cómo por ejemplo?
Pues algo así, como que yo no existo, sino quizás en las líneas de eso, que yo estaba leyendo; ¿sabes una cosa?, yo nunca he escrito nada, nunca me ha provocado, eso que lo hagan los demás. Cambiando de tema, ¿Qué hubo del negrote  aquél?; estuve con él anoche, la pasamos rico y hablando, pero ya tengo otro, uno que me ha gustado siempre y ya llegó de España; sí, ¿y quién es? En estos días te lo voy a presentar.
Ésta, se quedó pensativa mirándolo; aunque no hablaba de sus inconveniencias, esto la afectaba en mucho, o en algo, ¿voz porqué estás cómo tan pensativa? tómate el otro vino; y así, entre un vino y otro, terminó contándole a Galo sus problemas con Natalia y Antonio;¿ sabes qué?, no te dejes molestar, conseguite un apartamento y te vas a vivir sola; no, ahora estoy sin trabajo y me queda difícil; Galo se puso pensativo, hasta que al fin dijo; de lo que me contaste acerca de tú hermano Antonio; se me quedó una cosa, fíjate que soy también receloso con los curas; ya que cuando tenía catorce Años, me sentía muy confuso acerca de mi sexualidad, o acerca de mi manera de ser.
En ese tiempo vivía con Adíela mí mamá, en el barrio Kennedy en Bogotá[1]; pero por el acento vos, no pareces de allá; no, sino que mí mamá vivió un tiempo en la capital y yo recuerdo, que me dio por ir a la parroquia, para hablar con el cura; entonces le dije, que yo sentía que me gustaban los hombres y no las mujeres; ¿sabes qué me respondió? No; pues, esto fue lo que me dijo; usted niño, lo que tiene es una aberración muy grande; ¿y eso qué quiere decir? Eso quiere decir que usted tiene una deformación en el alma, lo que tiene que hacer es confesarse y hacer penitencia, arrepiéntase niño.
Yo salí de allí más preocupado de lo que entre, de puro milagro no fui y me suicide; desde entonces no volví a buscarlos para nada. Ésta se sonrió y se bebió otro trago de vino; también yo he tenido experiencias desagradables con algunos de ellos, un día andaba por los lados de Guayabal e igual me hallaba muy preocupada por lo de mis hermanos, entonces trate de hablar con el párroco y me dijo, que estaba muy ocupado, sin embargo me preguntó ¿Dónde vive usted?,  cuando le dije donde , me mando a que buscara al párroco de ese lugar y dijo; lo que pasa es que yo no estoy obligado a atender a nadie que no sea de mí parroquia .
De repente se apareció una amiga de Galo; éste al verla le dijo; ¿ve y voz qué estás haciendo por aquí? No, sino que salí más temprano de la universidad y aproveche para hacer una vuelta que necesitaba, sentate; voy de afán; ¡hacele hombre que ahora te vas! ante tanta insistencia, tocara, pero sólo por un ratito; ¡ven a ésta!, sabiendo que yo sé, que a voz te gusta sentarte aquí; nadie dice lo contrario; mira Sandra, te presentó a Amanda; ¿hola qué tal?, ¡mucho gusto! pero bueno, desde que llegué los vi muy concentrados, ¿cuéntenme de qué se trata? En pocas palabras ambos le relataron, su tema de conversación. Pues les cuento, a mi me paso algo parecido, pero no ya con los sacerdotes, sino con unos pastores; contanos, pero antes tomate éste vinito.
¿Tomando tan temprano? , ¡Pero en fin, presta!,  ¡um!,  ¡como fuertecito!, en cierta ocasión me tocó acompañar a mí novio; ¿novio?; bueno marido, que más da; ¡a eso si!; el caso, es que como es fotógrafo, tenía que tomarle unas fotos a unas muchachas, pero como estaban en el culto, teníamos que esperar que éste se acabara.
Al terminar éste, mí novio se dio a la tarea de hacer su trabajo, de modo que  yo me puse a curiosear por allí, la gente ya se había estado yendo, pero cuando estaban en el culto, me fijé que la gente tenía momentos de éxtasis, a veces lloraban y hay, era, cuando un señor pasaba recogiendo una colaboración.
De manera tal, que me dio por mirar detrás de una cortina y vi al pastor, contando el dinero con una sonrisa de satisfacción tan grande, que parecía que se le extendía de oreja a oreja; el hombre estaba tan concentrado que ni me vio.
Pero deseo preguntarles algo, ¿ustedes porqué resultaron hablando de estas cosas? Bueno el hecho de que nosotros estemos contando esto, es porque tenemos necesidad de expresar lo que sentimos; replicó Amanda; bueno, siendo así, cómo les parece que otro día, si fue que me  dio por acompañar a una señora de nombre Sagrario; ¡ um¡ , ¡pero qué nombrecito¡, ya Galo, deja de interrumpir, bueno, pero les aseguro, que yo no necesito justificarme para hablar de lo que tengo que hablar; dijo Galo, riéndose a carcajada suelta.
Esa señora me pidió el favor de que la acompañara y por cierto, esa mujer es muy pobrecita, fuimos pues a una tal iglesia evangélica, porque tenía dos niñas y los pastores de esa iglesia, le habían conseguido un patrocinador del extranjero, que les mandaba cierta cantidad de dinero para ayudar a las niñas.
La pastora nos recibió muy formal y le dijo a Sagrario; vea, le vamos a dar cuarenta mil y usted nos firma éste recibo, me fijé y vi que no le pusieron ninguna cantidad y les dije, ¿pero van a dejar ese espacio vacío? Sí, es que esto lo llenamos mi esposo y yo. Entonces Sagrario cayó en cuenta y les dijo, pero es que según tengo entendido a cada niño le corresponden ciento cincuenta mil, y usted sólo me ésta dando esto y además, que yo sepa, en está iglesia siempre hay bastantes niños; bueno, mire, vea, usted puede pensar lo que quiera, nosotros tenemos la conciencia tranquila, ¡vea a ver si le sirve así, o si no usted vera!
¿Qué hora es? Dijo Sandra un poco apurada; Carlos Mario; Galo quiso saber un poco más. ¿Y qué hizo Sagrario?, ella se mordió los labios, acordándose de su situación tan precaria y no le quedó más remedió que aceptar; ¡bueno muchachos hay los dejo!, ¡después nos vemos chao!
Amanda que había estado mirando, la fuentecilla de agua ovalada, comentó; estas cosas son hechos aislados acerca de lo que son o podrían llegar a ser las religiones organizadas, pero que en parte muestran una realidad que subyace detrás de todo eso. ¿Cuál es esa realidad? Y sin esperar a que ésta respondiese prosiguió, la de que los pícaros, siempre se han aprovechado de los más débiles, y de los más pobres; se rio Amanda con un dejo de tristeza, a decir verdad, una sombra negra e infecunda se ha cernido siempre sobre el mundo y cada vez se agiganta más, dentro de los corazones y las mentes de los hombres, porque son gentes que no quieren o no saben escuchar a su corazón.
¡A! , pero esa sombra, es invisible y certera y seguirá así, hasta que nuestros ojos cerrados a la luz, a la única y verdadera luz, que pueda iluminar el mundo no se abran;  ¡pero ve, esta,  como ésta ya , toda trascendental!, ¡eso es, que ya te están haciendo dañó los vinitos!, ¿o no Amanda? Luego Galo, se quedó como anonadado y dijo; pero hablando en serio, voz tenes razón, por ejemplo, yo que te digo que no me gusta estudiar, también me doy cuenta, que la mayoría de las gentes no hacen nada para interrogar o preguntarse, aunque hay cosas que saltan a la vista; aunque uno sea de un mirar precario.
Galo bebió otro sorbo y dijo; como esa cuestión de la iglesia instituida, iglesia que casi siempre se ha puesto a favor de los más poderosos y en muchos casos ha sido su cómplice... Cómplice en sus fechorías.
Después de una larga pausa, en la que en silencio bebieron, la voz de Amanda dejo se escuchar; querido Carlos Mario, eso de que tengo razón, me hace pensar en que la razón, no es sino un sumidero de yoidades y prepotencias, que por eso mismo, se han convertido casi en un sentido común, y es tan común decir yo, yo.
Para pensar en ella, sin prepotencia, cabría pensar en un agujero negro, situado entre dos blandas masas y por el cual, a casi nadie le gustaría atravesar.
Con la boca abierta, como papando el aire se quedó Galo, de una sola pieza. Ella continuó; nuestras opiniones deberían ser muy bien digeridas, para así poder convertirlas en una excelente materia orgánica; por lo demás, no hemos de juzgar como malos a todos los sacerdotes, ni como buenos a todos los pastores, pero que en cuanto a los sacerdotes, a los pastores y a toda esa gente que predica…, Galo que ya había vuelto a cerrar su quijada la interrumpió.
En su mayoría son unos odiosos resentidos y oportunistas. En todo caso, arguyó Amanda los sacerdotes son los seres sesgados, que andan por el mundo y los gobernantes y los que dirigen éste mundo son las gentes que tienen los ojos enrojecidos y no les cabe más que está expresión; la codicia es el demonio; mejor dicho el demonio es la codicia.
Ella miró a Galo, pero éste de nuevo estaba con la boca abierta, casi babeando, entonces agregó; los que gobiernan y han olvidado su destino, no son más, que armas que el mal utiliza para forjar sus maquiavélicas ambiciones; al ver, al ensimismado muchacho, con sus ojos puestos en el agua que subía y bajaba, la joven se apresuró a llamarlo y éste con la mirada un poco dispersa y sin darse por enterado le preguntó.
¿No notaste qué esta Sandra tiene unas enormes nalgas? no, no me fijé; ¡me da un pesar, pobrecita!, casi no puede caminar, porque estas, la arrastran hacía abajo; ¿ve, pero no qué soy yo, la qué ya está prenda?  ¡Veni mejor cantemos ésta canción!
Por entre el aire que rasga mis narices, por entre la piel húmeda del viento que hiela, se filtra como un todo tú recuerdo, se acrecienta tú imagen querida. Para ésta hora agonizante, vana de toda esperanza, todo recuerdo es inútil, todo lo amado se aleja, ¿o seré yo, quién se aleja? Por entre los días y los hondos Tejidos de Penélope, mí vida se desliza, como en una larga espera; neblina de un Amor fantasma que me susurra al oído un no me olvides.
Pero yo no soy Penélope[2], ni quiero serlo, soy la vagarosa, la andante; marino en alta mar, tú me sigues, tú vos, es la de la sirena,  tú voz tiene el sonido del viento y tú corazón el contenido y el oleaje de la mar; tú voz es mujer, mujer cuyos trazos en el cielo elocuentes son, y elocuente tú, y tú lenguaje mudo del amanecer.
¡ Sobria, que letra tan sobria¡ y así, se pusieron a danzar, y a bailar, alrededor de la fuente ovalada; porque las palabras se hicieron agua  y se hicieron lluvia  y la lluvia lo inunda todo y ella corre y llega lo más seguro , a donde están las cosas que ya no vemos.
Trascurrieron algunos minutos y unas señoras eleganticas, que pasaron por allí, murmuraron; ¡ve, mira estos locos!, pasemos por el otro lado, porque de pronto nos pueden hacer alguna cosa, al rato y en el correr de las minutas del reloj, unos hombres que los vieron, les gritaron; ¡se la fumaron bien verde estos vagos!, con gentes como esas, el mundo jamás progresara.

 Beatriz Elena reservados © Derechos  todos.

                                     BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA


[1] Bogotá Distrito Capital (Colombia), Kennedy: barrio  perteneciente a esa ciudad.
[2] Penélope ; la esposa de Ulises, se hace referencia a  la Odisea, obra de Homero el poeta



BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA
RADICACIÔN DE ENTRADA 1-2010-26128 Colombia

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