jueves, 19 de marzo de 2015

CAPITULO XXII LA CARTA







CAPITULO XXII
LA CARTA

Antes del medio día, la hora en que irrumpe el rayo de la oscura nube; Amanda comenzó a descender las escaleras del metro, dentro de la estación Prado, a esa hora repleta de hombres y de mujeres, que en apariencia nada sabían, acerca de los descensos del alma, imágenes en quietud, en calma, en movimiento, en todo caso, aunque no lo supieran; eran llevadas ora aquí, ora  allá, como retazos del viento; en su mayoría, masificados por la moda, marchaban todos hacía abajo, abajo, por un mismo camino, seducidos por el estiércol y la dulzura  de la sociedad de consumo.
Hacía abajo, siempre hacía abajo, sin sentir que la tierra temblaba bajo de sus pies, y los terrones de barro y las partículas del polvo, se deshacían por encima de sus cabezas.
Rubén Darío, alto y fornido, pero efímero como un segundo, esperaba impaciente a que Amanda llegara; al verla, se dirigió a recibirla; besándola en la mejilla y saludándola con un ¿hola cómo has estado? me vine volado; porque voy para un exhibición de ropa de moda, y no me la puedo perder por nada del mundo.
Pero te traje la carta, que te dejó Galo; Flor la tenía muy bien guardada; incluso está mañana, casi no la encuentro; chao hay nos vemos. Al decir esto, volvió a besarla en la mejilla, y luego desapareció entre las gentes, como una sombra, como una ficción, como un sueño  que fue y ya no es.
Miró a su alrededor, para buscar, una banca donde sentarse, no quería alejarse mucho, así que buscó la más próxima, se sentó y acarició la carta un poco arrugada, entre sus dedos y al fin se decidió a leerla.
Amanda, querida amiga, fueron mucho los momentos compartidos, largas horas de caminar sin rumbo, por la avenida de la playa y de danzar extraviados, alrededor de una fuente que quizás nunca existió, la del teatro Pabló Tobón Uribe; y la de imaginar ficciones y sueños que nunca realizamos. Pero eso sí, todo eso que vivimos fue tan real, tan nuestro, porque lo adaptamos a nuestra manera de ser.
¿Recuerdas esas gentes qué cuando llovía, comenzaban a correr y hacían muecas y gestos cómo si fueran a llorar? Eran quizás, esos semblantes, los que más nos llamaban la atención, porque además, parecía que no les gustaba mojarse y ya luego, se perdían entre la lluvia como fantasmas extraviados.
Ellos y nosotros éramos un sólo desamparo, un sólo sonido regular y regulado por la lluvia, que parecía no querer detenerse. Pero nosotros éramos los extraños, los locos, situados al otro extremo del camino; todo era tan real, aun en medio de las sombras y ella, nos calaba hondo, tan hondo, que hasta nos cobijaba.
Amanda guebona, ya me están dando ganas de llorar y eso no me gusta, aún cuando tampoco me choca. Y sí, yo nunca estuve, tan desestraviado[1] como a tú lado; Amanda no te enfades, si nunca te conté, lo de mí enfermedad, nunca quise molestarte, ya que eso era demasiado engorroso para mí. Por lo demás, se que habrías acudido de inmediato.
Pasando a otra cosa, te cuento que en la casa de mí amiga, conocí a un hombre, muy bien dotado, tremendas nalgas, en fin, ya sabes, ¡pero que va! , yo aprendí a amar tanto a mí amigo el rubio, que de verdad, que no, claro que yo, ya no podía; pero en cambio si me recreaba la vista.
Bueno, también te cuento, que conocí a una persona extraordinaria, que me hizo mover el piso, el padre Rafael Osorio; ¡como te parece!, que un día, fui a buscarlo, ya que mí amiga me contó de él, en esos momentos, tenía asignada una capilla pequeña, por los lados de La Estrella[2] y cuando llegué había una fila de personas; puros viejecitos, me hice en la fila, casi de último, y al instante apareció un señor con cara de estar perdido; pero claro, si venia, de estar buscando una dirección. .
Primero llegó al parque, le pidió el favor a un tal cura que vio por ahí, un tipo de ojos azules, un tal Pedro Pabló, con una cara, parecida a la de Hitler; ¿padre será qué usted, me puede colaborar con algo? , ¿Yo?  Sí, es que estoy muy viejo y me voy a trastear para un asilo, ya que estoy solo y  no tengo familia, ni a nadie que me ayude.
Nos contó que éste sacerdote recién, se acababa de bajar de su imponente Toyota y como estaba buscando al padre Rafael, se confundió y lo abordó. 
El hombre, lo miró de arriba abajo; ¿Qué, usted lo qué quiere es que yo le de plata? Yo acaso soy un banco, yo solo vine de visita por estos lados; vaya a buscar plata a otra parte.
En esos momentos, salió el curita, todos nos le quedamos mirando, era muy joven; y éste señor, que por cierto, caminaba bien derrengado, se le arrimó, hablaron un momento y el padre sacó un fajo de billetes y le dio cien mil pesos y lo otro, lo repartió entre todos; y le dijo, espere hijo, que lo voy a llevar a una institución bien buena, para que lo ayuden, ¡pero ojo! , si lo tratan mal me dice.
Pero el padre Rafael, no sólo, hace obras de caridad, sino que también, le ofrece a uno la amistad, le da buenos consejos y hasta ha pensado, en fundar un hogar escuela, para niños de la calle y un hogar para los desplazados por la violencia; aunque yo creo, que en su mayoría, todos  somos desplazados, ¿no?, en parte, mí opinión, acerca de los sacerdotes cambio, al fin y al cabo son unos seres humanos, llevados de su pobre y paupérrima voluntad; digo, la de ellos, no la de Dios.
De todas formas, sigo pensando, que hay mucha mierda dentro de éste sistema; sin embargo, he llegado a pensar que las cosas son, según sean, las personas que las componen y a pesar de lo que soy, y de lo que ellos consideran que somos nosotros; es decir, algo así, como el cagadero por donde se desaguan algunos vericuetos de ésta sociedad; ellos y nosotros somos la misma carajada, aunque, claro, con distinta pinta.
Pero el padre Rafael, al menos me ha tratado como a un ser humano y ha respetado lo de mí sexualidad, ya que me ha dicho; si tú eres así, eso, nadie lo puede  cambiar, porque yo entiendo ya, que el objeto del amor, es distinto, en cada uno de nosotros.
Ahora que, deberías saber que existe algo mayor, demasiado grande, que por ser así, tú lo encuentras en lo pequeño y de manera constante, aunque no lo veas, eso que aún no has descubierto es Dios; ¡rico que tú te pudieras enamorar de él! , más que de las  criaturas.
Pues si amiga, también me dijo, que el asunto consistía en mirar como el consumismo explota ese aspecto de la sexualidad humana, ahora para bien y otras para denigrarlo, pero en todo caso, siempre en función de lo lucrativo.
Yo creo, que no hay derecho a desvirtuar el amor entre las personas del mismo sexo; en mí apreciación de las cosas, pienso que el verdadero sodomita, es el que se presta a esos juegos; el que se vende y se deja comprar y el que está dispuesto a todo, con el fin de resultar ganancioso.
¡A!, y otra de las cosas que el padre me dijo, es que nosotros tenemos derecho a amarnos; pero eso si, sin escandalizar a nadie; ya que eso, es un motivo, para que algunos cerebros débiles, nos hagan el blanco de su bronca, y de su encono más feroz.
Bueno, al fin y al cabo si el sexo es una porquería, lo es tanto para los unos, como para los otros y aclaro; esto lo digo yo, no el padre; por lo demás, el padre si dice; que el verdadero cristiano, es el que ama, ama y respeta la vida y los derechos de los demás.
Por supuesto que esto, se alargaría más y más; pero sólo voy a decirte, que un día, a Adíela se le ablandó el corazón, me llamó y me preguntó ¿qué era lo qué podía necesitar?, y le dije, que tenía mucha hambre; ¿y sabes con qué se apareció? Con una caja de donuts.
Bueno Amanda, es posible, que nos veamos alguna vez; quizá te estaré esperando, alrededor de una fuente, aunque ya no sea, la del teatro Pabló Tobón Uribe.
Posdata; ¿sabes una cosa? nunca he estado seguro, si esa fuente era ovalada; en todo caso, no te olvides de regar las flores en abril y tampoco de la letra de esa canción tuya, dedicada, lo más seguro a algún amor, que no quiso o que no quisiste hacer real. Hasta siempre Amanda, Amanda querida amiga.
Amanda cerró la carta y la guardó en la mochila indígena, que siempre llevaba consigo; se levantó y se fue caminando hacía el centro, mientras tatareaba una canción; quizás era ésta; “únete al baile de los que sobran”
Al llegar, don Fernando la estaba esperando; ¿cómo está? , bien, ¿Qué tal, cómo van las cosas? Bien; venga, sentémonos por allí, en donde podamos conversar; bueno; se sentaron en frente de unos árboles, cuya vista daba a una iglesia, una de tantas; ¿se da entonces la magia negra y la magia blanca? Sí, la que yo practico es magia blanca; pero también existe la magia negra; ¿supongo qué usted también la ha practicado? Sin vacilar, el hombre respondió; Allá, se aprende de todo; lo que si he hecho, cuando estaba en Venezuela es fumar el tabaco; don Fernando, pero eso, no es agradable ante los ojos de Dios, además, eso se devuelve contra la persona que lo hace;  ¡no hombre que va!; ¡claro que sí!
No, aquí, yo no lo he vuelto a hacer, ¿pero si usted supiera el poder que tiene eso? ¿Le está dando más poder usted al diablo qué a Dios?; ¡es que yo no sé!; ¡yo no le doy el poder a nada!, lo único que sé, es que  algunos si lo hacen; ¿entonces Dios no sirve para nada, según eso? No, es que no me pregunte a mí, esas cosas, ¿entonces?  Lo único que digo, es que quienes lo practican obtienen resultados, casi que de inmediato y no les importa nada.
No, pero yo le tengo mucha fe, a las siete potencias, son unos santos, claro que son demoraditos ,pero le ayudan a uno ; esa gente trabaja con Dios, ¿quiénes? pues los siete; sí, ya se lo dije, y créame, pertenecen a la corte celestial; pues siendo así, todo lo que se trate de Dios me gusta y hábleme, cuénteme más  acerca de la leyenda; don Fernando la miró ,tenía unos ojos negros y casi redondos y un bozo delgado y arqueado, al principio  y de acuerdo, con el Mito yoruba ; existía únicamente  Olodumare ,que está compuesto de tres espíritus separados  y no menos indefinibles, Olodumare,  Nzme  olofi  y Baba  nkwa.
Don Fernando sacó un cigarrillo y le ofreció uno a Amanda; en ese momento, paso una vendedora de tintos y compraron dos; véndanos dos tintos; sí como no, ¡con mucho gusto! ; Tomé Amanda; dijo, el hombre  pasándole el café; no adelante, deguste usted primero; no primero las damas; está bien, gracias, ¡que rico! Sí, apenas para este frío, ¿y bueno?
Casi saboreando el café, respondió; Olodumare nzame es el principio creador, creo el cielo y la tierra, el sol y las estrellas, la luna y toda la vida vegetal y animal sobre este planeta.
¿Ese nombre es el con qué, ellos conocen a Dios?; es que para ellos, ese nombre, representa al Dios de los cielos, es decir, es el mismo Dios creador; ¡a, ya! ; Sí, después que concluyó su obra de creación, preguntó a sus compañeros, si les agradaba, lo que había hecho; entonces concluyeron que Olodumare nzme, había realizado algo grande y maravilloso; pero señalaron la necesidad de crear un ser inteligente, que gobernara la tierra; entonces creo al primer hombre, naciendo del barro, a su propia semejanza, dándole inteligencia, belleza y la inmortalidad.
Este primer ser, fue llamado como Oba y pronto se hizo tan engreído con su gran belleza y su poder, que en un acceso de cólera Olodumare ordena a nzalam, el rayo, que destruyera toda la vida de la tierra.
Chupando su cigarrillo y exhalando el humo, prosiguió; pero como Olodumare, había hecho a Omo obo inmortal; nzalam, no pudo matarlo y éste huyó y se escondió en las entrañas de la tierra, donde ahora está rodeado por el fuego y el azufre, causados por el castigo de Onzulam, cambio su nombre  a Olosi  y viene periódicamente, a la superficie de la tierra, con el propósito de incitar, a los humanos a infringir las leyes de Olodumare.
Ambos se quedaron mirando hacía algún lugar y el hombre preguntó ¿Qué hora es? ¡Hay verdad que ya me tengo que ir! ; Hasta luego Amanda, que la pase bien, igual, también usted; entonces ella  pensó, esa historia es bonita, y si las cosas se usan para lo bueno y no para… ¿pero Sorte y Sodoma? ¡Um! Nada de raro tendría, que existiera algún parecido.                                                            
BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA
RADICACIÔN DE ENTRADA 1-2010-26128 Colombia




[1] Desestraviado: es lo contrario de estar extraviado; se usa de un modo simple, sencillo, para indicar;  yo nunca estuve tan cuerdo como cuando… Palabra inventada por la autora; no se encuentra en el diccionario de la real academia, no que se sepa.
[2] La Estrella: es un municipio perteneciente al Departamento de Antioquia.



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