miércoles, 25 de marzo de 2015

CAPITULO XXXI EL CALVO




CAPITULO XXXI

EL CALVO

Corría el mes de enero del año 2005 Amanda entró al ley por el lado del pasaje col tejer, se veían largas filas para pagar, las gentes estaban entretenidas en sus compras, pero ella, tan sólo quería comprar unos guantes caseros, como no sabía dónde ubicarlos se dirigió hacía una de las empleadas y le preguntó;
¿Me dice por favor en dónde puedo ubicar los artículos de aseo? Si.  Allá,  en la tercera sección a mano derecha,  bueno muchas gracias, se dirigió hacía el sitio y luego de ubicarlos buscó con la mirada, una de las cajas para poder pagarlos; la que le pareció de acceso más rápido estaba situada hacía los lados de Maracaibo.
Apresuró sus pasos con alegría, que bien,  esa empleada parece estar más desocupadita ¿puedo pagar esto acá? La empleada le sonrió maliciosa, mientras que a su vez movía la cabeza de un lado a otro y sonreía,  intentando decirle; ¡hum!  De esa fila no se va a librar,  así lo comprendió,  resignada se dirigió hacía otra parte. Hallábase un hombre y una mujer, conversando  muy animados;  en fin, que se les veía muy encarretados,  la mujer vestía un conjunto de blusa y pantalón,  de color negro,  la blusa estaba combinada con algo así; como de piel de tigre o quizás sólo era un tejido con la figura de ese animal.
 Tardó un segundo en comprender que la señora no estaba haciendo la fila,  pero para asegurarse,  le preguntó en tono suave; ¿está usted haciendo la fila? No, no, respondió la dama con amabilidad; gracias y pasó hacia adelante, pero en ese momento un tipo calvo, grueso de mediana estatura,  muy bien vestido,  de traje de cachaco,  corrió a cortarle el paso,  hasta tal punto que casi la hace caer.
 Siempre dando la espalda el hombre,  aunque un poco ladeado y casi sin mirarla dijo, yo iba aquí,  adelante de usted,  lo que paso, es que está señora me estaba guardando el puesto.
A decir verdad,  no le dio importancia a esté hecho y respondió en tono conciliador tranquiló no se preocupe por eso;  pues yo si me preocupo,  le contestó y sin siquiera voltearse,  mostrando sólo la espalda,  siguió hablando en un tono de voz alto,  ya cálmese señor,  no paso nada,  tranquilícese.
 ¿Qué me tranquilice? No; si aquí lo matan a uno por nada,  pero claro, lo que pasa es que cada uno,  lleva su propio infierno y masculló con rapidez algunas palabras  en  inglés.
Una señora, que estaba adelante,  le festejó con admiración,  al verlo hablar en otro idioma, parecía sorprendida.  Sí.  Es que eso es así,  el calvó animado, al ver que tenía un rápido flas de atención,  siguió hablando,  a un hermano mío, lo mataron porque le puso volumen al equipo de sonido ¿a todo taco supongo? Dijo la mujer; no.   ¿Pero cómo así?  ¿Si eso no es motivo para matar a nadie? replicó Amanda, el hombre en ningún momento se dignó mirarla.
le llegó el turno de pagar y como todavía no se había popularizado el apogeo del celular,  en un gesto presuntuoso,  el calvo sacó el suyo y comenzó a hablar y todo esto,  sucedió en menos de diez minutos. Amanda se alejó y pensó,  pobre tipo, está enfermo ¡además que exagerado!  Y se fue caminando por la ciudad;  que bien podría ser parís o cualquier otra,   en infinidad de sitios diferentes  y al instante ya se había olvidado del incidente.
Se enfrascó en sus pensamientos,  en ideas generadoras de otras ideas y se puso a meditar en lo siguiente,  se han hecho muchas masacres a la humanidad y se han cometido muchos errores de carácter psicológico y geológico. 
¿Será qué al parecer esa es nuestra naturaleza?
No sé; el hombre es un insensato y yo no puedo decir como el demonio, no quiero, entrar en su fuego de soberbia.  “yo soy Dios y puedo hacer lo que me plazca”
Hundió su frente  y siguió caminando y murmurando,  dentro  suyo discerniendo;  conversando consigo misma;   la gente la veía así,  ensimismada,  pero no le prestaban mucha atención,  algunos es posible  pensaran   ¡he ahí! una loca más; de las que abundan en la ciudad.
 Otros decían, es una vagabunda, es decir una caminante. Una soñadora. Ella seguía escuchando,   el monólogo escondido de la palabra insistente,   de la que viene como el viento rauda y sin descanso,  Sin embargo nada, nada lo puede justificar,  si nada, puede justificar toda esa destrucción,  toda esa maquiavélica opresión que el hombre ha hecho al hombre,  a la naturaleza.
¡Sí claro! pero es que ellos viven pensando,  mejor dicho algunos;  los que tienen la sartén por el mango,  en incrementar e incrementar las leyes del mercado
¿Del hombre nos viene la penumbra? ¿De dónde nos viene la penumbra?
¿De las estrellas y la luna?  ¿O de qué otro astro solar?
 Las tinieblas no reciben la luz,  no la aceptan,  no la quieren y la labor del mago verdadero es desentrañar el misterio de la noche.  El mago es  el poeta,  la poeta, porque pinta sueños, alza su mirada, eleva su canto;  a muchos lleva en su corazón para que vean, hace “magia” con sus versos o poemas. 
Porque en verdad,  las tinieblas no pueden dar a luz;  existe sólo un espíritu puro e increado y ese no es otro que Dios.  Ni la arrogancia del necio, que lleno de ira y de envidia,  grita en contra del cielo,  podrá constreñir la verdadera libertad de aquellos que adoran a Dios; quizá podrán engañar a los tontos, invirtiendo las cosas con palabras e imágenes sutiles; pero jamás, jamás podrán igualar a aquel que permanece y permanecerá.
¿Las leyes del mercado?   ¿Y todo esto para qué?  Los poderosos  quieren dominar y tener más de lo  que ya tienen;  Capitalismo, globalización.
¡Hay Dios! en tanto esos egos,  no se vuelvan más destructivos de lo que son.
¡No!  ¡Pero si eres tú Amanda! ¿Quién? respondió está sorprendida.
 ¡Mírame! soy yo,  Sara Lucía ¿Tú?
¿Pero qué haces vestida de esa manera? ¡Fíjate! casi ni te reconozco.
 ¿Lo dices por esté vestido rojo? Sí.   Y además,  está un poco corto
 ¿No crees?  Sí. Así es; bueno y esto, no lo digo porque me escandalices; sino porque nunca a sido tú estilo ¿creo?
 ¿Pero me veo bien o no? todavía me siento joven y hermosa ¿no lo crees? Ella no respondió;  se limitó a sonreír,  pero añadió, lo que pasa, es que hay en todo esto; algo que no me… No sé;  mira,  deje el carro en el parqueadero del Centro Comercial Villa Nueva[1]  ¿me acompañas?  Pero antes, déjame que te abrace Amanda;  ven acá  ¿cuánto hace qué no te veía?  Y entonces,  se fundieron en el más fraternal de los abrazos,  pero por supuesto que te ves hermosa,  lo eres de hecho  ¿entonces si me acompañas? Ante el silencio de está;  Sara Lucía prosiguió.
 ¡Anda di que si!  Pues; bueno al fin,  que no tengo nada que hacer,  vamos entonces.
Al Llegar al centro comercial,  en lugar de dirigirse al parqueadero,  se metieron a una taberna,  que se hallaba abierta a esa hora de la tarde. Se sentaron y para variar pidieron de tomar sendos capuchinos.
La una prefirió tomarlo frío y la otra caliente,  de fondo sonaba una vieja canción, “para saber cómo es la soledad, tendrás que ver que a tú lado no está, que nunca más con el podrás hablar sobre lo que es el bien, sobre lo que es el mal. La soledad es un amigo que no está…”
¿Te gusta esté Leonardo Fabio?[2]  Viejita la canción  Y todavía suena. Ésta no respondió y es que,  por breves segundos su mirada se perdió en el vacío,  acordándose de Carlos Mario,  Sara Lucía que ya la conocía no la indagó más, hasta que está se volvió de nuevo y le dijo,  perdona,  me distraje un poco,  ¿pero cuéntame y cómo has estado?  Bien,  es sólo que,  estoy buscando empleo y acabo de salir de una entrevista.
¿Una entrevista y cómo te fue? Bien,  pero no me mires así;  lo del vestido rojo,  no te lo voy a negar,  no es el adecuado para estos casos,  pero es que,  a pesar de que mí matrimonio,  resultó un fiasco y muy a sabiendas de que mí ex marido es un perfecto imbécil,  bueno, tú sabes me case muy enamorada y todavía me inquieta un poquitín y pues,  fue él quien me presentó a unos tipos, con los que he estado hablando; son dos hombres mayores. Son ellos,  quienes me han estado haciendo una oferta de trabajo,  que en apariencia parece bastante buena,  bebió un poco y después de una pausa continuó,  fue por eso,  que me vestí de esté modo; ya que Efraín también estaba allí. Después de otra pausa,  más larguita prosiguió, pero hay otra cosa,  él me asegura,  que a esos tipos no les agradan las mujeres que usan pantalones,  ya sabes,  el viejo cuento,  de que una mujer debe ser bella, femenina, pasiva, un poco coqueta y hasta fatal. Y además,  agregó Amanda muerta de la risa,  debe mostrar sus cualidades para poder…  Pero yo no me estoy vendiendo. Ya no  sigas,  pero bueno,  yo lo sé;  lo femenino,  no tiene que ver con la forma en que uno se vista y no sólo porque se usen vestidos;  sí.  De repente se puede caer en el juego del mercantilismo y  se tiende a mostrar,  por ejemplo, las pechugas,  se dice los senos;   sí.  Es porque nos hacen creer,  que entre más se muestre, más se vende.
Pero tú y yo lejos estamos de concebirnos como mercancías;  ¿cierto Sara Lucía?
Aunque ese vestido, que llevas puesto no es muy ejecutivo,  tampoco te hace ver tan vulgar,  y pues bueno,  tú tienes cierto aire distinguido;  Sara Lucía no respondió,  pero si continuó con su cuento;  figúrate, que me están ofreciendo un puesto grande,  muy ejecutivo y de mucha responsabilidad,  me ofrecen ser la directora,  de una red de universidades asociadas. Ellos están ahora contactando profesionales en todas las áreas,  ya sabes,  eso de la interrelación entre las ciencias. ¿Ciencias qué estarían al servicio de un país en especial? Si;  no lo dudo Amanda,  aunque esto por ahora,  es sólo un inicio.
En mí caso me tocaría hacer,  elaborar una propuesta de trabajo,  desde una perspectiva muy,  muy,  pero muy humanista. Es que sabes,  mí ex esposó me ha estado llamando mucho,  incluso ahora mismo,  me pidió que pasara con él,  toda la tarde y bueno,  que fuéramos a un lugar en especial,  sin embargo no acepté. ¡Sabes! he sido muy feliz,  en mí vieja casa de Manrique y aunque como profesora de cátedra,  no gano mucho,  me siento muy bien,  temo que algo venga a empañar está tranquilidad en la que me encuentro.
A estas alturas hablaba rápido,  fluido, bebió un poco de su capuchino,  tomó aliento y continuó,  la oferta que me hacen; es muy buena,  pero en todo caso, tendría que radicarme en otra ciudad; Mucho billete,  Supongo, si Amanda.
Pero lo bueno, es que cualquier otro proyecto, elaborado por mí o por cualquier otro profesional,  seria aprobado por los miembros del consejo,  un grupo de profesionales seleccionados tan sólo para eso. Afuera,  los ruidos de los carros no cesaban de escucharse.
 Ya verifique y está institución tiene personería y todo,  pero temo que esto es más que eso; quizá sea una multinacional,  la que intenta abarcar todo esto.
Amanda tan sólo la miraba, a veces sus ojos se paseaban inquietos entre la visión de su amiga y las personas que entraban y salían del lugar;  los hombres con los que hablé, son dos de los socios mayoristas,  al menos esto fue lo que me dijo Efraín ¿Qué piensas Amanda?
Ésta no respondió ¡vamos! ¿Dime algo? Es mejor que enciendas tú cigarrillo Sara Lucía;  has jugado con esté, todo el tiempo,  sin darte cuenta,  toma, deja que te lo encienda,  gracias; no sé si me equivoco, pero creo que estas un poco ansiosa, por lo demás  ¿qué podría decirte yo? Y  entonces, Amanda riese con tantas ganas, que hasta Sara Lucía se asombró;  quedándose casi con la boca abierta, mientras pensaba; ¿Cómo puede pasar de la seriedad a la risa en unos segundos? Pareció comprender Amanda,  los pensamientos de su amiga y le dijo;  no, es que estuve a punto de caerme de bruces,  contra el suelo, al escucharte hablar así.  ¿Si? ¿Y eso porqué? ¡Mírate!  Tú no eres ninguna tonta,  nada tonta,  pero si quieres que te siga,  pues entonces te diré,  apenas tienes treinta y cinco años;  tuviste dos hijos siendo muy joven y ahora ellos,  se encuentran muy bien,  te envían dinero y hasta te han rogado que te vayas a vivir con ellos,  además Efraín,  muy a su pesar, a tenido que cederte la mitad de su fortuna. Eres rica ¿No te parece?  Y todo esto,  lo sé,  porque me lo has contado,  por lo demás te has dedicado a tus investigaciones, has viajado, has leído y has podido dedicarte a escribir,  te has metido en el pantano,  has observado está sociedad nuestra, en una palabra,  no solo has visto el agua correr, sino que te has mojado hasta los huesos.
Ambas desde diferentes ángulos,  hemos visto pasar Volqueta das,  de seres  anónimos;  ¿te refieres a los muertos?  Sí. Pero ya sabes que esto, se da más que todo en los pueblos,  si,  y la prensa calla y a veces muestra lo que no es.
Si;  arguyó está, tienen este país marchando a punta de mentiras. Bueno, pero ya te veo sonriente y más animada  ¿no cierto?   ¡Aja!  Aprobó ella.  Y ahora, óyeme
 ¿Qué clase de humanismo es ese qué plantean tú marido y ese par de vegetes oxidados?
Siempre he intuido que tienes como mujer,  una dimensión espacial muy grande; tú no eres una muñeca de tocador  ¿creo qué algo más te está pasando? Sin esperar respuesta, Amanda continuó hablando,  ¿sabes?  A veces a mí, me da risa de mí misma,  desde jovencita, desde que estaba en el colegio,  era a mí;  a quien acudían mis compañeritas en busca de consejos, incluso las que eran mucho más mayores.
¿Supongo qué tú no te prestabas para eso?  No,  yo no les daba un pié para esto, pero entonces terminaba por hablarles y bueno, ellas escuchaban lo que querían oír; al final les servían mis palabras. Se dice que a las personas mayores,  les gusta hablar y hablar,  pero entonces si es así, yo nací vieja  ¡Ba!  Pero como aquí,  llaman viejas a todas las personas que pasan de los veinte; ¿No? así es.
 Esto se lo dijo Sara Lucía; mientras arqueaba las cejas, pero a su vez , en las pupilas de sus ojos sintió y vio a una Amanda silenciosa,  adentrada en sí;  siempre escuchando esa música,  esa música que ella misma,  definió alguna vez, como la capturación del lenguaje;  mediante sonidos.  Pero lo bueno Amanda;  es que tú sabes escuchar a las personas,  según sean las circunstancias o lo sea tú interlocutor.
Cambiando de tema  ¿sabes? a mí me preocupa esto del humanismo perfecto y bueno; con eso de que el hombre es la medida de todas las cosas.
Temo de que la perfección humana es puro cuento Sara Lucía y no sólo eso, sino una arrogancia mal entendida.  El humano jamás será perfecto;  no,  y es que entre más lo desea, se vuelve más rígido,  más austero,  más cruel,  más mecanizado.  Si tienes razón y lo que pasa es que cuando la buscamos, cualesquiera sea el camino,  y nos volvemos demasiado fanáticos en su búsqueda,  nos estamos es alejando de esta.
 Sí.   Esto genera diferentes opiniones,   formas de pensar,  que a la larga,  se tornan  o se convierten en modos de ser, muy rígidos,  que se van acentuado de una forma sutil;  Tan sutil,  que ni ellos mismos,  podrán darse  cuenta, de cual es la verdad del espíritu que los posee.
Temo que las cosas puedan ser así;  mí querida Amanda,  también se da un falso humanismo; por ejemplo,  mira allá, esas mujeres y esos hombres tan elegantes… Sí claro que los veo  ¿has observado sus zapatos?  Si,  están demasiado lustrados y hasta brillantes,  diría yo  ¡Lo ves Amanda!  Matarían a cualquiera que no pensase como ellos,  así es ¿creo?  Y sin embargo, son tan amadores de si mismos. Pero también se enternecen ante la mirada de un niño,  moquean y lloriquean,  en frente de los dramatizados o las telenovelas, algunos de ellos odian a los animales y hasta los patean sin piedad.
Lo que también sucede,  Sara Lucía,  es que es indecoroso que la ciudad se vea sucia,  llena de perros y de pobres  ¡aja!  ¿Indecoroso?  Si,  la pobreza hay que esconderla,  taparla,  así es, eso es lo que ellos hacen,  las clases supuestamente altas;   si,   ¿no?  Aunque reconozco que a veces cuidan mucho a sus mascotas  ¿Mascotas? No,  animales de compañía,  Si,  las cuales seleccionan y las prefieren más, que a un pobre,  si,  lo sé, pero las cosas por igual,  tanto humanos como animales estamos involucrados en todo este proceso.
Y no es,  sólo eso Amanda,  aborrecen a los pobres como si estos fueran una plaga,  de la que hay que librarse a más tardar en dos segundos.  ¿Si tú lo dices Sara Lucía?
Ella guardó silencio por unos segundos y añadió,  te juro Amanda, que jamás volvería con un tipo como Efraín,  ¡es más!  No aceptaré ese empleo,  me preocupa la tal globalización y el doble moralismo que abunda en nuestra sociedad.
Sé que las razones por la que te preocupa todo esté asunto--- no sólo son económicas--- sino de toda índole,  te pasa igual que a mí;  Así es.
Se hizo una pausa un tanto corta y después, la voz de Sara Lucía,  se dejó escuchar  ¡tiene que volar mucha mierda al zarzo!   Antes de que yo, vuelva con  Efraím.
Sara Lucía,  golpeó con sus nudillos,  tres veces sobre la mesa y al instante, el mesero apareció, para mí, un Güisqui;   ¿tú?  No, dame sólo un vaso de agua  ¿agua? Sí. ¿Por qué? No, es que tengo sed y nada como el agua.
Sara Lucía con  el libro empastado  en sus manos,  suspiró, se levantó y con su voz un poco cansada dijo  ¡ven Yocasta! es hora de dar un paseo,  anduvieron juntas por un camino de piedras y las montañas a lo lejos,  ya medio, se comenzaban a tornar oscuras  ¿recuerdas Yocasta a don Fernando?  Si; el amigo de Amanda, el santero,  pues está es la ultima parte, en la que según tengo entendido, el hombre, antes de retirarse a la montaña de sorte,  le narró está ultima leyenda; ven,  hagámonos en esas piedras,  Yocasta se hecho a sus pies,  ella volvió a abrir el cuaderno, que había llevado debajo de su brazo y leyó en voz alta.
¡Hola Amanda! ¿Qué tal? Bien don Fernando  ¿Cómo le ha ido en su trabajo? Bien,  trabajando en lo de la carpintería,  ¿usted también es carpintero?  Si; yo,  aprendí estas dos artes en la montaña de sorte,  a la que pienso retornar dentro de poco.  ¿Vamos a tomar café? Vamos, ¡hay!, pero es que yo le quería pedir un favor  ¿Qué sería? No, no es par ver, si me acompaña ahorita,  después de que hablemos a comprarle una ropa a mí mujer.
Amanda,  lo miró complacida;  ¡pero por supuesto que sí!  Vamos ya;  no,  pero es que yo,  le quiero contar está ultima historia;  a bueno,  después de pedir el café, se retiraron y se sentaron en un parque,  en un sitio alejado,  que rico que esta esté tinto,  como siempre ¿no?
¿Y bien? voy a hablarle de Chango[3]  ¡aja!   Dijo ella, tomando, un poco de su bebida,  es el más popular de los orishas; Chango es el Dios del fuego y del rayo; la mayoría de los santeros, coinciden en que es hijo de Yemaya y Acayú; es viril y gran mujeriego; su esposa es Oba; pero Oshun y  Oya, son dos de sus concubinas favoritas.
Acanyu, es hermano de Yemaya y su vez es el esposo; hijo de la unión entre Obatala y de Oddudua. 
Sacó su paquete de cigarrillos y le ofreció a Amanda, que con un leve gesto,  dio a entender que no;  mientras esté;  liaba su cigarrillo,  ella se terminó de tomar el café y le dijo;   vea don Fernando; yo creo, que  la mayoría de las cosas que usted me está contando,  están en la internet  ¡a no! es que internet se las sabe todas;  yo estuve en la montaña de sorte hace mucho tiempo ¡sí lo sé!
 Además quiero contarle algo, que me pasó con Obatala ¿sí qué es?
No pues; como le parece que al intentar,  pasar el nombre de Obatala, como el rey de la pureza y de la blancura a un computador,  las letras me aparecían siempre en rojo,  por más esfuerzos que hacia para cuadrarlo en tinta corriente, esté volvía a ese color,  pero era, sólo esa frase,  ya que lo demás se podía pasar normal.
¡Ve que raro! Si,  me di cuenta que no aceptaba sino ese color,  ¡vaya!  Si vea, por más que intentaba con otro color;  no me dejó,  aunque al final aceptó quedar rodeado de puntos rojos  ¿cómo raro?   No;  es que la magia existe,   sí lo sé y Obatala;   pues,  al parecer y según lo dicho por usted  es un gran rey.  Aunque a mi hay algo que no… Don Fernando no la dejo terminar.
Bueno, voy a terminar el relato, antes de que me cierren el almacén; ¡así claro!, ¡claro¡ continúe; Yemaya, es la Diosa del mar y Chango no sabía que Yemaya era su madre, ya que había sido criado por Obatala; una noche fue a una fiesta y al ver a Yemaya tan hermosa, sintió ganas  de hacerle el amor, ¡um!
Sí, y Ogun es el Dios de la guerra y los metales, hijo de Obatala y de Oddudua, ¿bueno y quién es Orunla?[4] De acuerdo con la tradición yoruba, el poder más grande de Orunla es el de la adivinación, y es también el amor del pasado, del presente, del futuro. Y Oshun, es la Diosa yoruba del amor, del matrimonio y del oro; es la patrona de cuba y es también conocida como mamá cachita. Bueno, vámonos ya que me van a cerrar el almacén,  es que ya es muy tarde; sí vamos; al entrar una mujer joven los atendió; ¿buenas noches, qué se les ofrece?; gracias, nos enseña por favor la ropa de dama; sí con mucho gusto, vengan por esté lado, mírenla esa es; ¿hay ,a usted cómo le parece está blusita para mí mujer? esa está muy bonita; no ,pero con esas rayitas no,¿ a bueno y qué tal esta? , no, esa no es de mujer; sí, aseveró la vendedora; toda esta sección es ropa para damas.
¿Qué tal está, qué tiene adornos?, sí, esa está mejor, me parece más femenina; luego, que don Fernando escogiera la ropa, que más le gustó; Amanda le dijo; no, con eso que compró va a quedar, pero bien parado con la mujer, ¡a claro!, sí eso es lo que yo necesito, y es que la mujer que tengo, no la cambio por nadie; ¡que bien!
Al salir del almacén, Amanda le preguntó; ¿bueno y no me ha dicho, porqué es qué, se va para la montaña de sorte?; ¡hay Amanda!; lo que pasa, es que tengo que emprender una dura lucha; ¿dura lucha, a qué se refiere?; no, como se lo digo, la verdad es que usted, está en peligro, ¿peligro?  Sí, y tengo que pedirle a las siete potencias que la ayuden; ¿y eso? se trata de la lucha entre lo blanco y lo negro, ¿lo blanco, contra lo negro? Sí, pero es una cosa muy dura; ¡Aaaa!
Don Fernando se quedó pensativo; claro que para eso, no tendría que ir hasta allá, aunque de todas formas tengo que ir, pero ahora mismo, voy a invocar la ayuda de las siete potencias; se trata de que, con la ayuda de Dios y de los siete, derrotemos el mal que se cierne sobre usted; me asusta; no, de todas formas usted ya lo sabía ¿cierto? Sí, así es; ¡a! y no deje de invocar a Miguel arcángel; lo haré.
Ambos se quedaron pensativos, hasta que don Fernando dijo; si no, nos podemos volver a ver, sépalo y entiéndalo que estoy de su lado; bueno Amanda, que le vaya muy bien, si alguna cosa me llama; sí claro, y muchas gracias. ¡A! hay algo Don Fernando magia no, no, no.




[1] Centro Comercial Villa Nueva, sitio de compras, ubicado un poco más allá del centro de la ciudad
[2] canción para saber como es la soledad, interpretada por el cantante argentino, Leonardo Fabio.
[3] Chango; es una de las siete potencias africanas, dentro de la religión cristiana es conocido como santa bárbara.
Yemaya, es conocida como nuestra señora de la regla y es una de las siete potencias africanas, hermana de acanyu; nacidos de la unión de obatala y de oddudua


[4] Orunla, es conocido dentro de la religión cristiana, como san francisco de asís y Ogun es conocido como san Pedro, tanto Orunla como Ogun son dos de las siete potencias africanas.
 Nota: Algunos de  los dioses africanos, presentan cierta dualidad entre lo femenino y lo masculino, como Obatala por ejemplo; quien también es conocida como nuestra señora de las mercedes.


BEATRIZ ELENA MORALES ESTRADA
RADICACIÔN DE ENTRADA 1-2010-26128 Colombia

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